Capítulo 4

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Capítulo 4

Seiya miraba de reojo el reloj de pared que estaba frente a él, justo arriba del cristal por el que podía ver a su nuevo productor manejar la consola de sonido del estudio musical en donde se encontraban.

Las cosas habían sucedido con gran rapidez, en menos de dos semanas ya había conseguido un nuevo contrato para grabar un par de sencillos y que, si el público respondía favorablemente, se podía convertir en un álbum nuevo de larga duración. Afortunadamente, aún y con todo lo que sucedía en Kinmoku, el ímpetu creativo de Seiya no se había detenido y contaba con suficiente material escrito listo para convertirse en nuevas canciones.

Pero en ese momento, y después de estar encerrado todo el día en el estudio, Seiya necesitaba huir.

Desde aquel primer día en que había ido por Usagi a su trabajo, recogerla se había convertido en una nueva costumbre: puntual lo encontraba esperando frente a la cafetería Crown, recargado en uno de los árboles de la acera, con su pose de galán despreocupado.

―¿Qué sucede Seiya? Te encuentras muy distraído, es la quinta vez que repetimos el estribillo.

―Lo siento ―odiaba que le llamaran la atención―, me encuentro cansado. Creo que ya estoy bloqueado.

―Entiendo pero tenemos una agenda muy apretada y no podemos darnos el lujo de perder valioso tiempo. ¿Te parece si nos tomamos diez minutos de descanso? Sal un poco, despéjate, respira aire fresco, fúmate un cigarrillo o lo que sea que hagas.

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Usagi nuevamente se encontraba en el baño del Crown, acomodándose las coletas que se habían desgastado durante el día. De hecho, en sus prácticas en la escuela preescolar, uno de los niños se había enredado en ellas y habían necesitado de dos personas más para lograr liberarlo. Al recordar esa anécdota graciosa Usagi la anotó mentalmente para contársela a Seiya, segura que disfrutaría aprovechar la oportunidad para burlarse un poco de ella.

Una vez que se acomodó el cabello, e incluso se colocó un poco de lipstick, tomó sus cosas y se dirigió a la salida.

―Usagi-san, hoy tu novio parece haberse retrasado ―le comentó su compañera con tono decepcionado, aunque su rostro no reflejaba la misma emoción. Parecía que la galantería de Seiya había levantado un poco de envidias entre las chicas que trabajaban con Usagi.

No iba a negar que se encontraba un poco decepcionada de no ver hoy a Seiya. No había habido día en que no se vieran desde que él había regresado a Juban, incluso después de que se hubo mudado de su habitación a su nuevo apartamento.

Usagi no le daría el gusto a su compañera de verla triste. ―No es mi novio, te lo he dicho ―dijo levantando los hombros, fingiendo desinterés en el tema. ―¡Nos vemos!

Huyó lo más rápido que pudo del local. En cuanto se cerró la puerta automática suspiró hacía la noche, resignada a caminar a casa sola. Mientras empezaba a andar su cabeza cavilaba: en tan pocos días se había acostumbrado demasiado a Seiya y no sabía si eso era lo correcto, aunque se sentía sin poder alguno sobre la situación. Seiya era como una estrella cuya fuerza de gravedad la hacía a ella orbitar a su alrededor, sin posibilidad alguna de poder evitarlo.

Pero Usagi no había olvidado aquellos últimos días antes de la batalla contra Sailor Galaxia. Se preguntó si acaso su nueva cercanía podría despertar aquellos sentimientos nuevamente en Seiya. Le dolió el pecho en tan solo pensar en volverle a hacer daño de esa manera.

Caminaba un poco angustiada, tan solo había avanzado un par de manzanas cuando un automóvil se orilló agresivamente hacía ella, sacándola del trance y haciéndola saltar del susto. Estuvo a punto de hacer sonar su silbato de seguridad cuando empezó a bajar la ventana.

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