7. ¿SOY CULPABLE?

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Amybeth.

Desesperación.

Mi cabeza va a volverme pedazos, siento las palpitaciones calentándome la cabeza al punto de explotar y es impresionante cómo la respiración me falta, todo empieza a ser demasiado de soportar.

Estoy encerrada en mi habitación intentando controlar las ansias, he besado a una mujer, si no me queman en la hoguera por alguna otra cosa me quemarían por esto, y a ella también. Todo está mal. Nunca me había sentido tan culpable, ni siquiera cuando probé la sangre de otra persona o asesiné por primera vez.

Aún puedo sentir sus tibios labios sobre y los míos, quiero volver a sentirlo y aquello me lastima aún peor. No puedo ver por las lágrimas acumuladas en mis ojos, me toco la cabeza, las manos me están temblando cuando levanto la mesa y al estrellarla al punto de romperla en pedazos, solo deseo romper más cosas, necesito romper más a ver si con eso también acabo con aquel sentimiento hacia Daphne.

Nada de esto es normal, yo no soy normal.

Las lágrimas brotan de mis ojos, termino en el suelo abrazándome a mí misma e intento acabar con esta sensación. Lloro y grito, pero ya nada es suficiente, yo soy una horrible persona. Tal vez es culpa de mi esposo, alguno de sus golpes me afectó la cabeza y por eso ahora deseo a una mujer, siendo yo una.

—No sé por qué me pasa esto —sollozo, desesperada. Me golpeo el pecho como si aquello pudiera deshacer el sentimiento.

—Amybeth.

Escucho unos pasos, pero no quiero ver a nadie, doy vergüenza.

Lilith se acerca y me abraza, permitiéndome llorar en sus brazos mientras yo grito lo molesta que me siento conmigo misma. No entiendo por qué algo que se sintió tan bien me está haciendo sentir tan miserable, no es justo que besarla sea tan malo.

—Lo siento, no fue mi culpa. Yo la bese, pero... No está bien.

Ella espera a que yo me calme para luego hacerse frente a mí, en el suelo y tomarme la mano como si fuera una madre que le intenta explicar algo a su hija, o así quiero sentirlo, presiento que me va a regañar por sé tan...

—Hey, ¿Olvidas que a la primera que viste besando a otra mujer fue a mí?

—Eres la reina del infierno —contesto, limpiándome las mejillas y mirando por la ventana hacía el cielo, inició una tormenta de la nada.

—¿Y? No entiendo por qué te hace sentir peor besar a una chica que succionarle la sangre a dos hombres hasta matarlos.

—Yo tampoco lo entiendo —me tiembla la voz. Soy una bola enorme de nervios, miedo y desesperación.

—La verdad no te debe asustar, y aquí la única verdad es que no tienes razón para sentirte mal por desear o querer a una chica, tampoco debes sentirte mal por descubrir o experimentar cosas nuevas. Y, a decir verdad, aún no comprendo por qué las personas piensan que el hecho de que nos guste o llame la atención algo o alguien diferente a lo que se acostumbra está mal, no debería de ser así, e independientemente de lo que piensen los demás, debes tener en cuenta que aquí lo que importa es lo que a ti te haga sentir cómoda. Si tú te sientes mejor contigo misma como persona cuando vistes, haces, comes o quieres, es tú problema porque es tú manera de hacerlo ¿Entendido? Y al que no le guste que se ahogue en su propia amargura.

—¿Entonces no estoy mal?

—Claro que no.

Asiento, intento recuperar mi respiración de manera regular y comprender las palabras de Lilith. Aunque no puedo evitar pensar que solo es una mujer loca que viene del infierno, incluso si lo que dice tiene sentido.

BESTIA PELIRROJAWhere stories live. Discover now