━ 𝐄𝗉í𝗅𝗈𝗀𝗈.

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— Jeno, levántate y abre la puerta. — ordenó Hyerim, haciendo que mi ceño se frunciera notablemente. ¿Quién se creía que era? ¿Mi mamá?

— ¿Por qué no lo haces tú, eh?

— Porque estoy ocupada.

— ¡Eso es-

— Jeno, estás más cerca de la puerta. — mi padre dijo, mirándome severo. Genial, al parecer estaba de lado de la bruja.

Como mi noche no podría ir peor, a regañadientes hice caso a la petición que ambos me impusieron, abriendo la puerta con el mismo humor que venía cargando desde que me trajeron nuevamente a casa.

Grande fue mi sorpresa al ver a Jaemin junto con su novio allí, mirándome como si tuviera dos cabezas, seguro al ver mi cara de pocos amigos. Aunque pronto mi mirada se posó en las siluetas de atrás, más específicamente en el chico que ahora vivía en mis pensamientos la mayor parte del tiempo.

Me le quedé viendo «otra vez» como un jodido idiota.

¡Concéntrate, Jeno!

— Jeno, amigo, hazte a un lado y déjanos pasar. El clima aquí afuera está espantoso.

Jaemin ni siquiera esperó mi respuesta porque una vez finalizó su oración, me empujó a un lado, adentrándose en la casa con total confianza. Empero no pudo importarme menos, porque, maldición, Renjun se veía tan bien con su uniforme impecable y aquel peinado que dejaba al descubierto su frente, un par de mechones a los lados cayendo por la misma.

Definitivamente mi humor había mejorado considerablemente, ahora solo me dedicaba a sonreírle agraciadamente, aunque todo se vio interrumpido cuando un carraspeo se hizo escuchar, obviamente no podía ser ni nada más ni nada menos que proveniente de Yuk-hei. A pesar de que hablamos como las personas civilizadas que somos, él parecía querer matarme aún con la mirada.

Me hice a un lado, permitiéndoles el ingreso al resto de invitados los cuales no eran muchos; solo estaba Jia, Chenle, Jisung y, oh sorpresa, hasta el compañero de departamento de Lucas se encontraba aquí.

Genial.

La noche transcurrió con normalidad entre bromas y una conversación trivial para aligerar el ambiente y no sentirnos tan incómodos.

A las diez de la noche mi mamá decidió que era buena hora para cenar lo que le llevó toda la mañana preparar. Sinceramente se había esforzado demasiado, a ella le encanta que todo salga perfecto y me alegra que haya sido así porque todos quedamos satisfechos. A veces me pregunto por qué mi mamá no fue chef, tenía una habilidad innata para la cocina.

Y ahora se venía la peor parte de la noche: lavar los trastes, y mi familia y yo como las personas maduras que somos decidimos jugar piedra, papel o tijeras para saber quiénes eran los "afortunados". Al final mi hermana y papá terminaron perdiendo así que mientras ellos estaban en su labor, el resto de nosotros nos reunimos en la sala.

Mi mamá, quien se sentó a un lado de mí, aprovechó el bullicio de las voces de los presentes para susurrar en mi oído: — Jeno, yo creo que es un buen momento para ya sabes qué.

— No lo sé, mamá...

— Hijo. — la castaña apretó mi mano levemente y me sonrió para intentar tranquilizarme. — Todo saldrá bien, solo no pienses negativamente porque te pondrás más nervioso.

Le devolví la sonrisa en un gesto de agradecimiento. Era increíble cómo con unas simples palabras ella lograba hacerme sentir menos intranquilo.

Ya con más confianza en mí mismo, me acerqué a Renjun quien andaba conversando muy animadamente con una de mis primas.

H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora