Aquinas St. 3- 35A London, England

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El reloj despertador color azul oscuro le hizo abrir los ojos al primer sonido perceptible. Siempre pensó que el mecánico tradicional con campanilla sonora era mejor que aquellos digitales análogos ruidosos y tácticos.

No entendía cómo la gente pagaba más dinero por tener un despertador que hablara o cantara una canción en específico, él solo necesitaba un sonido al azar para que su corteza auditiva perciba el molesto resonar entrar por sus oídos y quiera apagarlo.

Era sencillo, si ponía una canción de su agrado no quisiera despertar o apagar el sonido melodioso, no obstante, si un sonido molesto resonaba lo haría querer levantarse a apagarlo.

Seis y treinta de la mañana, sábado.

Tomó una larga ducha, vistió con su usual abrigo pesado del día anterior al ver la nieve descender por la ventana de su habitación. Fue a la cocina y lamentó haber olvidado comprar los insumos para la bebida helada que deseaba el día anterior.

Decidido a incluir algo comestible en su despensa y el pequeño frigorífico que yacía desconectado en el apartado de la cocina, tomó sus llaves y su billetera de cuero negro, el único regalo de su madre.

Salió de casa imitando la mueca de una sonrisa cuando la señora de portería lo saludó con un "Buenos días"

Caminó hasta la tienda más cercana, un Tesco ubicado a una calle de la estación ferroviaria del día anterior, desde su casa en la calle Bermondsey St a la tienda de comestible calculó cinco minutos a pie, bastante cerca.

La primera nevada desde que inició diciembre, era veinte de dicho mes y las calles abarrotadas de gente haciendo compras de último momento y niños llorando en jugueterías le hacían querer poner una mueca de disgusto.

Tal vez debería practicar una mueca la próxima vez.

"Bienvenido a Tesco, hoy tengo el honor de atenderlo" escuchó la suave voz, no pasó tanto tiempo como para olvidarla, un par de horas e incluso la recordó a medianoche.

"Buenos días" mencionó cortamente, dejando sus comprar sobre la barra espaciadora de la caja registradora.

"¡Rizado!" escuchó la suave voz "Qué corto es el mundo, pensé que no te volvería a ver, me alegra volver a verte"

"En realidad el perímetro de la Tierra es de cuarenta mil setenta y cinco kilómetros" mencionó "No es pequeño"

Escuchó la melodiosa risa del chico de ojos azules.

"No olvidé tu peculiar sentido del humor, eres muy gracioso"

"No suelen decirme eso con mucha frecuencia" refutó.

"Oh, basta" continuó riendo "De todas maneras, me da gusto verte, dime qué haces aquí"

"Compraré cosas para una bebida" miró las cosas.

"Oh, soy muy torpe ¡Claro que sí! Es decir, estás en una tienda de comestibles, no vendrías a bailar o algo así" mencionó el de ojos azules con un sonrojo en las mejillas, se compuso rápidamente antes de acercar las cosas identificando el código.

La mano del chico de cabello rizado se posó sobre el rostro del joven cajero, contorneando la mandíbula con su dedo índice, el de ojos azules paró su accionar para mirarlo.

"Me gusta tu rostro, es bonito" mencionó colocando las cosas en una bolsa de tela con diseño hecho por él mismo "En especial tus ojos"

"Oh, gracias" respondió el cajero con una mirada al suelo.

"Tus mejillas están rojas" mencionó con neutralidad "Pero no hay calor, es un día de nieve ¿Enfermo?"

"No, claro que no estoy enfermo" menciona el muchacho poniéndose más sonrojado "Solo estoy... bah, olvídalo"

Pretty blue eyes.Where stories live. Discover now