One Week [#1]

열 다섯 ; quince

Jungkook tenía en claro lo que quería para su futuro. Hace tiempo atrás, cuando creía que el amor no era para él, se negaba a tener hijos o siquiera intentar formar una familia de a poco.

Sin embargo, aún que seguramente iba a quedar como un apresurado o un desesperado... Muy en el fondo quería adoptar un cachorro con Lisa. No tan solo porque quería admitir de manera indirecta que esa chica le lograba sacar suspiros.

Sino, porque la chica le había planteado la idea de que si él llegase a adoptar a un animalito, ella estaría dispuesta a ayudarlo, ya que él trabajaba horarios rotativos y estaba seguro que habría algún momento donde no podrá cuidar bien a su hijo.

Mientras miraba como Lisa dormía en sobre su hombro, la idea de adoptar un cachorro solo para que ella se quedara, aumentaban cada vez más.

— Lis... —susurró bajito, mientras le acomodaba el flequillo hacia un costado y le daba el permiso a su frente para que se notase—... Vamos a casa.

Después de ese beso tan hermoso, Lisa confesó que hacía tiempo sentía algo por él, también le dejó en claro que no quería que las cosas cambiarán porque ella estaba bien con él y lo quería tanto que no sería capaz de dejar que se fuera de su vida.

Le agradeció por haberla salvado cuando estaba entrando en ese cuadro depresivo y le dejó por sentado que si vuelve a tomar será porque se siente feliz y no porque está triste o deprimida.

Y aún que Jungkook nunca esperó esa última confesión, le generó una cierta paz. Cuando había tomado clases en psicología porque pensó que eso era lo suyo, había entendido que cuando uno disfruta más de algo porque está triste, no es porque su cabeza funciona bien con ese "remedio" sino que su mente busca liberarse del dolor a través de las adicciones...

Las mismas que él tuvo en un movimiento y la misma que Lisa estaba empezando a construir de a poco.

Le alegraba escuchar que a pesar de que la chica no quisiera dejar de hacerlo, lo haría cuando su cabeza pensara en positivo y no negativo.

Era reconfortante.

Pero, ahora, mientras la miraba dormir y de su boca solo salía ese olor a cerveza mezclado con un frutilla dulce de su labial, no podía evitar sentirse mal. Estaba seguro que Lisa no recordaría nada de lo que había sucedido esa misma madrugada y habían razones obvias del porqué.

Pero también, porque cualquiera llegaría a pensar que él buscó aprovecharse de la situación y condición de la chica para besarla.

Esperaba que ella no pensara así cuando se despierte.

Así que con muchas dudas en su cabeza, cargó a Lisa y la sentó en el asiento del copiloto. Inclinó el asiento hacia atrás así el cuello de la chica no doliera y la acobijo con la sábana y su suéter. Manejó a su casa con cuidado y aún que lo había pensado, decidió llevársela con él.