23| Oscuridad

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Capítulo 23.

|Aarón Miller|

Al despertar estoy más tranquilo y lo agradezco.

Miro la hora en el reloj de mi mesa y son las 10 de la noche, he dormido toda la tarde, no encontrar a Fabianne en el instituto fue tan desesperante, venir a casa y no verla, que no me contestara, me jodio tanto que no me medí cuando la vi, debo disculparme con ella y hablar tranquilo, preguntarle qué demonios pensaba al ir a esa casa.

Me jode que no se refiera a esta casa como suya, me jode que no me perdone y me jode darme cuenta que, aunque nos amamos, ella se está cansando de mí. Siempre que puede me reclama por lo que le hice, entiendo su ira, pero daría todo porque me perdone. Me ignora y veo como no me perdona cada que le pido disculpas, ella no está presente, vive encerrada en su mente y duele ser demasiado consciente de ello.

Me levanto y me estiro, necesito comer algo para poder hablar con ella, bajo a la cocina y tomo una manzana del frutero, me sigo estirando mientras como mi manzana, tomo una botella de agua que refresca mi garganta.

América entra la cocina murmurando cosas de unas flores.

—La flor más dañada... —me enfoca y se sobresalta —hola, hermano.

Murmura y se acerca a sacar mango de la nevera.

Ama esa fruta.

—¿Sabes si Fabianne esta despierta? —pregunto tirando el corazón de la manzana al basurero.

—Eh, no...

Noto cierto nerviosismo en su voz que me desconcierta, pero no menciono nada, a veces América parece en constante alerta, aunque no sabemos por qué.

—Vale, no comas mucho mango que de noche es pesado —asiente y salgo de la cocina.

Subo las escaleras corriendo, toco la puerta y no contesta, suspiro.

—Fabianne, ¿puedo pasar?

Como siempre no contesta, vuelvo a suspirar e intento abrir la puerta, entro y espero ver el bulto de su cuerpo en la cama, como siempre, pero no es así, la cama está tendida.

—¿Fabianne? —me acerco al baño y toco.

Pego mi oreja a la puerta, pero no escucho nada, giro la perilla y no hay nadie.

Suspiro y voy al cuarto de Alessandra, si estuviera con América me hubiera dicho cuando la vi.

Entro sin tocar y la encuentro trenzando su cabello, ni se inmuta con mi presencia.

—¿Fabianne?

—¿La vez aquí?

Repaso su cuarto y me tenso ligeramente.

—No.

—Entonces no está aquí.

—No está en su cuarto, ni con Mer.

—No sé dónde está.

Es lo último que me dice, intento volver a hablar, pero sin mirarme me señala la puerta, suspiro y salgo, con ella también debo disculparme.

Camino por toda la casa, el jardín, entro en cada habitación y a medida que voy descartando lugares me voy tensando más y la cabeza se me llena de ideas, solo me queda el cuarto de baile de Andrew, tenso entro y lo único que veo es a mi hermano sentado en el suelo con audífonos.

Fabianne no está.

Fabianne no está.

No está.

Mi miedo más Grande (#02 Saga Miller)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora