Capítulo 6

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Alina le entregó los apuntes a Paul y le devolvió una agradecida sonrisa.

—Te lo devolveré.

—No te preocupes, por lo menos desacerme de mi cuaderno un momento es alivio.

—¿Paul, querido puedo hablar contigo?

Camille le dijo rozando su mano con el brazo del chico.

—Ya voy enseguida.

—Te espero. —La delicada voz de Camille era abrazadora y persuasiva.
Alina sintió celos de aquella chica egoísta, le hablaba con cariño y le tocaba el brazo y le sonreía a la vez, cosa que jamás podría hacer. La odió.

—Nos vemos.

Alina quizo decirle que se quedara, que no se alejara y si se iba le dolería, su corazón caería a pedazos, cada vez que los veía juntos sentía que el mundo se perdía.

—Adios. —Pudo decir y vió como se alejaba con la pelirroja.

***

Todos estos días que pasaron no cambió mucho las expectativas, Alina creyó que con Paul podía llevarse mejor las cosas, pero no pasaba de los monosílabos y el saludo, ella debió darse cuenta que el chico seguía evitandola por alguna razón y no entendía.

Luego de que el papel con su nombre y la palabra horrible apareciera, le pareció soñar todos los días con las malditas descripciones que le dejaban con pánico, no podía dormir y descansar una noche en paz, no sólo le dejó atónita el papel diminuto, las rosas en su mesita le hizo pensar más de lo normal, que había alguien ahí dentro, si era posible que estaban relacionados la figura y la rosa.

Esa mujer de capa dorada le atrapó los cinco sentidos, una increíble déspota sensación le acurrucó.

La madre y la abuela de Alina se mantenían muy calladas y discretas los últimos días, casi no hablaban y a ella le dejaban en un rincón. Las rosas en el jardín volvieron a su sitio, la Sra. Angela no pudo hechar a perder luego de que su madre, Jane, le suplicara que no lo haga por la vida de la muchacha de diecisiete años.

Alina bajó a la sala de estar y propuso hablar con ambas.

—¿Porqué se ven extrañas? Han sido días de silencio, actúan como si me ocultaran tantas cosas.

—No se de qué hablas hija, no pasa nada, tu abuela y yo estamos bien, si tú lo estás.

—Si es de la enfermedad misteriosa,¿Qué pasa, con un pinchazo como un cuento de hadas es mi final?

—No es un cuento y no es así, no con un pinchazo, pero si vuelves a hacerlo, no sé que pasará.

—Rara enfermedad, ¿ningún medicamento que valga la pena?

—No hay medicamentos, es así de fácil, tienes que cuidarte, es una alergia grave Alina, las rosas crueles contigo. Lamento si son bonitas pero no te hace bien.

—Es una locura, nunca llegué a escuchar nada así. Y los efectos, dolores, picazón, ronchas, náuseas, ¿son posibles?

—¿Has tenido algún síntoma?

—Que yo sepa nada extraordinario.

Alina no sabía si decir la verdad o no a su madre.

—Ehhh... bueno yo... lo lamento, yo he tenido náuseas a veces, pero ya ha pasado, un poco de vértigo.

—¿La comida, tienes problemas?

La Señora Jane inquirió.

—Perdí el apetito, pero lo intento, pienso que estoy bien.

Amenaza. Aroma de Rosas IWhere stories live. Discover now