Prólogo

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DON'T LET ME DOWN, de the chainsmokers y Daya


La sangre estaba derramada por el el suelo de ese callejón, y las lagrimas por mi mejilla. Estaba en estado de shock. No entendía cómo había podido cambiar todo en un momento. Hacía apenas 10 minutos estaba tranquilamente de fiesta dentro de la discoteca, súper alegre de salir por la noche por primera vez.

En ese momento, en cambio, estaba tirada en el suelo de un callejón oscuro y solitario y el corazón me iba a mil. No podía dejar de temblar mientras me acercaba arrastrándome como podía hasta el cuerpo ensangrentado que tenía delante.

Se me paró la respiración en cuanto le vi la cara. No podía ser real. Tenía que ser un sueño, una pesadilla de mal gusto. Pero no lo era. Él había muerto. Y lo había hecho delante de mi y, sobre todo, por mi culpa. Recordé todos los momentos que había vivido con él: las risas, los bailes improvisados en mi habitación, las tardes de películas... Las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas y no podía aguantar más, quería que todo eso acabara ya.

Me hice un ovillo en el suelo y no dije nada. Tenía ganas de chillar, de quejarme, de matar a la persona que se acababa de ir corriendo. Pero no podía, estaba paralizada y apenas podía respirar. Simplemente cerré los ojos y dejé que el tiempo pasara, no podía hacer otra cosa.

Charlotte llegó enseguida. Hizo una mueca horrible en cuanto vio el cuerpo muerto tirado en el suelo y luego se agachó a mi lado. Me dijo algo que ni siquiera pude escuchar y llamó a alguien con su teléfono. No pude ver a quien llamaba, me dolía tanto la cabeza que apenas podía ver nada.

Escuche las sirenas unos minutos después. También vi a mi hermano y a mis padres a mi lado. Entonces cerré los ojos. No podía aguantar más. El dolor recorría todo mi cuerpo y estaba mareada.

Recuerdo que lo último que pensé fue que, si sobrevivía, no volvería a sentir nada por nadie, que no quería volver a sufrir más. Pero lo que no sabía era que ese día lo que acabó fue mi alegría y libertad

TE ESPERO A LA VUELTA DE LA ESQUINAWhere stories live. Discover now