Capítulo 4

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Parecia que la tormenta se empezaba a calmar, hablar juntos hasta tarde, incluso cuando no les gustaban las trivialidades les daba un sentimiento de calidez aunque el frío aun los seguía invadiendo

-Thoma estaría triste si nos viera ahora mismo- dijo la menor mirando su reflejo en el té

-No, el estaría intentando animarte-

-¿y que hay de ti?-

-A mi me curará el tiempo- recitó el mayor con un tono sarcástico

-Eres igual que papá- dijo ayaka entre risas

De un momento a otro la expresión de Ayato cambió, ser igual a su padre, se supone que debía ser algo bueno, entonces porque le incómodo ese comentario, muchas personas le habían dicho eso pero escucharlo de su hermana era diferente, a pesar de estar sumergido en sus pensamientos este fue traído de golpe a la realidad con la voz de uno de sus sirvientes

-Lamento interrumpirlo señor pero tiene muchos asuntos que atender con el clan Kujou, aparte de varias solicitudes de eventos menores

-Solo deja los papeles aquí me haré cargo en un instante, puedes retirarte-

La actitud de Ayato cambió tanto en tan poco tiempo que Ayaka cuestionó si eran la misma persona, supongo que hay personas que nunca dejan de sorprender

-Dejame encargarme de los asuntos menores solo son bodas y una que otra reunión-

El mayor asintió y aun sin siquiera pedírselo su hermana salió de la habitación para dejarlo trabajar en paz, algo un tanto difícil por ese comentario, Ayaka no lo dijo con mala intención pero si el tuviera que elegir ser igual que alguien definitivamente su última opción era su padre.

El mundo siempre había visto a su padre como una persona buena y honrada que había dado todo por su familia y su clan, alguien que no merecía haber enfermado, pero estas ideas no podían estar más lejos de la realidad o por al menos la de Ayato

Obligado desde pequeño a estudiar para ser un "buen líder", horas de entrenamiento hasta que su cuerpo solo estuviera en pie por inercia, horas y horas sentado memorizando cada mínimo detalle de políticas, todo para que su padre pudiera estar orgulloso le había quitado tanto. Y ahora él se estaba volviendo una copia sin personalidad de su padre.

Sus ojos no paraban de moverse, le parecía algo estúpido no haber notado la persona que era y el trato que le daba a las personas más cercanas a el. En ese momento su tormenta se convirtió en un diluvio de emociones y sensaciones. Una que apenas comenzaba.

Pero ¿que podía hacer el? En la política no se podía mostrar diferente a lo que era y por su contraparte una disculpa no arreglaría nada con sus seres queridos, sin lugar a dudas estaba contra la pared, a pesar de esos pensamientos tomó su pluma y empezó a leer las peticiones de los Kujou, el mundo seguía girando e Inazuma no paraba de cambiar, y aunque el quisiera salir de la política su último deseo era que su adorada hermana viera ese lado del clan.

Enséñame A Amarte: Kamisato AyatoKde žijí příběhy. Začni objevovat