Se sienta en la orilla de la cama, sosteniendo su panza mientras tardaba unos segundos en levantarse.

Una vez preparado su té, se sienta en la isla de la cocina para tomarlo tranquilamente mientras lee algunos informes que le habían mandado del trabajo hace unos días.

La puerta de la cocina chirría, haciendo que ella de vuelta para ver quién ha entrado.

Claro, era él.

-¿Qué pasa?- Fred se acerca, adormilado.

-Nada, amor- lo observa acercarse más -, vuelve a la cama. Duérmete.

-No puedo sin ti- se sienta en la silla de enfrente y le sonríe, somnoliento -, ¿por qué te has levantado?

-No podía dormir...

El pelirrojo mira el gran reloj que había en la pared que estaba tras su mujer, la vuelve a mirar y le sonríe.

-¿Qué pasa?- pregunta ella.

Él va hacia la silla más cercana para sentarse a su lado.

-Feliz cuarto aniversario, amor- deja un beso en la comisura de su labio y le quita los papeles de la mano.

Ella ríe dulcemente.
-Feliz aniversario...- repite, dejando que él bese suavemente los labios.

Fred observa su rostro, todas sus facciones, sus ojos, sus labios, su nariz, sus cejas, sus pestañas, sus pupilas...

¿Cómo seguía estando tan, o incluso más guapa que hace tantos años?

Definitivamente Ylenia era como el vino, pero Fred tampoco se quedaba atrás.

-Creo que tener a Lilyan ahora ha sido la mejor opción- habla ella -. El año que viene JJ y Georgia estarán en Hogwarts, lo que significa que sí tendremos tiempo para un bebé.. ¿sabes?

Él asiente.
-Todo salió como me dijiste.

-¿Qué?

-Una vez me dijiste, que si tuvieras otro bebé, lo tendrías cuando los bichos tuvieran al menos diez años... y así ha sido.

Ylenia ríe.
-Lo tenía todo planeado.

-¿También casarte conmigo?

-Claro que sí.

-Pues menos mal...

Vuelve a reírse, pero la risa se vuelve un quejido doloroso.

-¿Qué pasa?- pregunta un preocupado Fred, tocando la espalda de su mujer.

-Creo que...- traga saliva con dificultad, mirando al pecoso con los ojos muy abiertos -.. creo que ya viene...



-Creíamos que al no ser el primer parto no sería tan doloroso... pero parece que lo ha sido incluso más, no recordaba que Ylenia lo pasara tan mal en parto de los bichos- dice Fred, hablando con su suegro mientras caminaban a la habitación de San Mungo dónde se encontraban su mujer y su hija.

-Pobre de mi hija- habla Remus, sonriendo un pelín -, ¿cómo se llama mi nieta?

-Ahora lo sabrás- el pelirrojo lo hace pasar a la habitación de hospital.

El castaño entra, encontrándose con su hija, dándole le pecho a su nueva nieta. Se aproxima, observando el matojo pelirrojo de pelo que la bebé tenía en la cabeza.

Ylenia mira a su padre, sonriendo mientras lo ve acercarse.

-Es preciosa- habla el abuelo, acariciando levemente el bracito de la bebé. Luego, se acerca a su hija para dejar un beso en su coronilla -. ¿Cómo estás?

-Estoy bien, papá. Algo dolorida.. pero bien.

Remus asiente.
-Y... ¿cómo... cómo se llama mi nieta?

La castaña sonríe mirando a su padre, aún sudada por el esfuerzo que había hecho hace un largo rato.

-Lilyan- dice, sin dejar de mirar a su padre -, Lilyan Dora.

Remus asiente levemente, conteniendo aquellas pequeñas lágrimas, aprieta sus labios y suelta un suspiro.
-Lily...

-Lily- asiente su hija -... ¿dónde están los bichos?

-Están llegando- dice Fred, sentándose a un lado de la camilla -, están con George y Charlie, en camino.

-Están llegando- dice Fred, sentándose a un lado de la camilla -, están con George y Charlie, en camino

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