❪ ENEMIES & LOVERS . . . 🌪❫
⁝ ༘ I hate you, I love you, I hate that I love you.
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Elowen Lovelace y Peter Parker eran la relación más extraña que alguien podía imaginar, teniendo una doble vida podían amarse y odiarse al mismo ti...
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Soledad. Era la palabra que describe la vida de Elowen Lovelace.
No tenía nada, estaba vacía, solitaria en todos los aspectos, no estaba contenta en la persona que se había convertido. Y si le preguntaban si aquel futuro era el que había imaginado años atrás, definitivamente diría que no. En un pasado, ella pensaba que sería una veterinaria reconocida e incluso que encontraría a su pareja ideal con la que podría formar una linda familia.
Pero la vida que ahora tenía era el producto de la culpa y decepción que sentía hacia ella misma. Del miedo que tenía al saber que el gen del mal se estaba desarrollando en ella.
Así que vivió escondida de la sociedad. Y hasta donde ella sabía que era propensa a convertirse en una psicópata, no en una loca que alucinaba cosas.
Elowen juraba haber tomado el tren en Canadá. Por lo que no entendía cómo es que al salir del suburbano ahora se encontraba en las calles de Nueva York. Aquello la puso realmente mal, todos los recuerdos de su pasado la comenzaron a atormentar haciéndola sentir más culpable.
─ Es un sueño, esto no es real─ murmuraba para sí misma mientras apretaba con fuerza sus ojos y cubría con sus palmas sus oídos.
La gente que pasaba por el lugar la miraba con curiosidad u otros simplemente la ignoraban.
Comenzó a caminar con miedo, estaba confundida y no sabía qué hacer así que se sostuvo de una estatua para intentar recuperar el aire que escapaba de sus pulmones. Se aferró con fuerza al metal frío bajo su palma cuando sintió como todo a su alrededor daba vueltas.
Aún con la vista borrosa pudo distinguir la silueta de aquella estatua.
─ ¿Papá?─ frunció el ceño al reconocer el rostro de Zac Lovelace.
Bajó su vista hacia la placa que adornaba el pilar.
En memoria de Steve Rogers
─ ¿Steve Rogers? Que mierda
Eso debía ser un sueño. Tenía que serlo. Pero ella supo que no se trataba de un sueño cuando alguien chocó con ella vertiendo encima su café caliente, aquel ardor del líquido al hacer contacto con su piel parecía ser muy real. Al alzar la vista vio una chica pelinegra de ojos verdes y tez pálida con una expresión de horror en su rostro.
─ Oh, mierda, lo siento─ Exclamó mirándola con susto
Pronto la temperatura del café en su cuerpo aumento a tal grado que soltó un quejido pues las quemaduras comenzaban a arder.
