Fiesta balurda

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—Bueno.

Yeferson se desvió del camino y adentró el carro por las calles del barrio hasta detenerse frente a una casa verde agua.

—DESPACHOOOOO —gritó desde la ventana, Débora se cubrió los oídos un momento, aturdida.

—A la orden —salió una señora morena vistiendo una bata azul de florecitas sin sostén, veía a Yeferson son los brazos en garra y el pelo gris amarrado en una cebolla.

—Señora Irma, ¿De qué sabor tiene las tetas?

Débora le dió un golpe en el hombro con fuerza y le gritó:

—¡¿Eres loco?!

—Coño, arráncame el brazo de una vez —se quejó su hermanastro, sobándose el mismo hombro herido en el río.

—Hay de todo —avisó la señora Irma.

—Me da dos de bati bati y una de parchita —cuando la señora fue a buscar el pedido, Yeferson le devolvió el coñazo a Débora, pero suave—. ¿Qué te pasa a ti?

—¡Le has preguntado de qué sabor tiene las tetas!

Yeferson repitió esas palabras en su mente y lo único que pudo hacer fue soltar una carcajada ante la ignorancia de la castaña. No sé preocupó en explicarle que esa pregunta no tenía nada de malo si se la hacía a alguien que vendía helados en bolsas, solo le preguntó a ella:

—¿De qué sabor las tienes tú?

—Averigua por tu cuenta.

—Diablo' señorita.

Sin embargo, cuando él le puso una mano en la pierna, ella se la apartó con brusquedad.

—Eres tan incomprensible —juró Yeferson mientras la señora Irma le daba sus helados y él le pagaba.

~•~

En la noche, Débora y Yeferson estaban sentados en el mueble grande de la sala, cubiertos con la sábana de My Little ponny de ella mientras cantaban la intro de su programa favorito.

—NO ME IMPORTA TU RAZA O TU SEXO, ¿PA' QUÉ HABLAR DE ESO? Y NI DE DONDE VENGAS, EN EL MOMENTO EN QUE TE HAGA FALTA Y QUE TENGAS UN PROBLEMA Y NO VEAS...

—¡Callaos! —se quejó Miguel David desde su cuarto.

Pero ellos nada más bajaron la voz.

—... El final del túnel la luz que te alumbra y te ayuda a salir del dilema.

Yeferson agarró una cucharada de pasticho de pollo que había calentado en el microondas y se la dió a Débora en la boca mientras empezaba el capítulo de Caso Cerrado y ella se quejaba porque ya lo había visto.

En ese momento, Jhoana llegó de la calle y prendió la luz de la sala.

—Carajo. Ni los amarres esos de tiktok pues —dijo cuando vió que Yeferson le daba comida en la boca a Débora.

—¿Qué pasó pure?

—Naweboná Yeferson, que estás pasado de huevón. A ti como que te dieron agua de pantaleta.

Débora se ruborizó por el comentario.

—Y tú estás pasada también, más metida que una gaveta —farfulló su hijo—. ¿Cómo te fue en la fiesta?

—Tengo hambre.

Y con eso lo dijo todo.

—Miguel David te dejó en el horno unos bollitos con sardina.

—Yo quiero de eso que están comiendo ustedes —dijo Jhoana mientras se quitaba el maquillaje con el agua del fregadero, era una mujer muy delicada.

—Pa' ti no hay pasticho.

—Cría cuervos... —se quejó, sacó su comida del horno y se sentó en un mueble individual—. Qué fiesta tan mala oyó.

—Mamá, agradece que te invitaron. Ni siquiera sabes con qué esfuerzo hicieron eso...

—No había tequeños —Jhoana sabía que con eso haría que su hija se callara—. Y ponían puro reggaeton, ni un merenguito. Y de paso se me volvió a reventar la sandalia.

—Se pasaron, qué pecado, que fiesta tan balurda —Yeferson rodó los ojos y Débora les pedía que hicieran silencio mientras veía el episodio repetido y destapaba su lata de Pirulin.

—¿Y esa verga? Pareces un búfalo —opinó Jhoana cuando le vio a Yeferson el piercing de la nariz—. Oléeeee.

—Y tú una sapa —siseó el moreno—. Deberíamos montar un zoológico aquí. También tenemos a Débora que es un caimán.

La susodicha lo miró feo.

—Eres una basura.

—Y tú un caimán. Te comiste tu helado y como no te quise comprar otro, me quitaste la mitad del mío. Lambucia.

—Tú me lo ofreciste —ella intentó defenderse.

—Eso no te quita lo lambucia.

Débora se rió por lo bajo mientras Jhoana fruncía el ceño.

—¿A mí no me compraste helado?

Comprar helado y no acordarse de Jhoana significaba peligro. Ella perdonaba cualquier cosa excepto que no le dejarán helado o Doritos. Yeferson no se quería morir todavía.

—Si mamá, está en la nevera. De parchita.

De la nada, Jhoana le lanzó el tenedor y le pegó en la frente después de decir:

—¿Objeto o pastel?

Yeferson gritó de dolor porque le había dado en el piercing de la ceja.

—¿Qué hice ahora?

—Me dijiste sapa, Yeferson Jesús, respeta. Se me había olvidado.

En ese momento salió Miguel David del cuarto y se sentó con ellos.

—Mañana saldremos a comprar la ropa para la boda —avisó.

—Yo no quiero pinta barata de Cruz Verde, te lo digo —le digo Yeferson, exquisito—. Aspiro ropita más pipirisnai.

—De vaina te van a comprar tres pares de medias por un dólar, abusador —farfulló Jhoana.

Los cuatro se quedaron viendo Caso Cerrado hasta tarde después de que Jhoana le lanzara la sandalia buena a Débora porque no le quiso dar Pirulin. Que bonita familia.

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Hola, ¿Tienen piercings? ¿Dónde?
Yo tengo el septum, el smile y el hélix.

¿Alguna vez fueron a una fiesta sin tequeños? Que porquería.

¿Les gusta Caso Cerrado? ¿Prefieren el pasticho de carne o de pollo?

Bajo la misma arepaKde žijí příběhy. Začni objevovat