Capítulo 32

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El día de mi cumpleaños ya había pasado, pero el recuerdo de los ojos verdes de Marcos mirándome con odio me acompañaba en cada momento.

¿Cómo dos personas que decían quererse tanto habían pasado a ser dos completos desconocidos que ni siquiera se saludaban? Aunque a decir verdad, creo que nunca llegué a conocerlo. 

—...Por eso creo que lo mejor es que me compre un coche de segunda mano. —Darío me zarandeó un poco y salí de mi ensoñamiento —¿Me estás escuchando? 

—Perdona cielo, ¿Qué decías? —Le dí otro sorbo al café, ya estaba helado. 

—¿Estás bien? —preguntó —Desde ayer estás como ausente. 

—Creo que el motivo es más que obvio. —me dí cuenta de que eso había sonado muy borde —Lo siento, no me lo tengas en cuenta. 

—No dejes que su presencia te afecte tanto, en un par de días se irá de nuevo a Houston y tú podrás seguir con tu vida. —se levantó para coger un paquete de galletas del armario.

—¿Sabes qué? Jennifer tenía razón. —afirmé.

—¿Quién es esa? 

—Una amiga de Susi —me giré hacia él —Antes de navidad nos la encontramos en el centro comercial y al decirle que estaba saliendo con Marcos me contó que ya lo conocía, y que solía dejar a las chicas tiradas, pero yo no le hice caso. 

—Azucena, olvídate de todo eso y de él —se puso serio —No se merece que tú estés así.

—Tienes razón —me levanté y lo abracé por detrás. 

—Por cierto, esta tarde viene Lucas —me solté de su espalda y lo miré —Podríamos cenar aquí todos juntos. 

—Me parece buena idea. Voy al super a comprar algunas cosas. —cogí un papel y empecé a hacer una lista de todo lo que tenía que comprar —¿Te apetece cenar pizza casera? 

—Eso ni se pregunta.

Dejé preparada la masa para la pizza y empecé a colocar la mesa con platos y vasos a la espera de que los demás llegasen para cenar. Me entretuve toda la tarde limpiando y ordenando la casa, quizá por mantener la mente ocupada en algo y no pensar demasiado. Encendí la televisión y puse en Youtube algo de música para romper con el silencio que había en casa. 

Sonó el timbre. 

Fuí corriendo a abrir y me encontré a Lucas tocando el timbre de mi puerta y la del vecino. 

—Lucas, ¿Qué haces?

—No me acordaba que timbre era. —puso una mueca de ‘soy un desastre y lo seré toda mi vida’ antes de darme un gran abrazo. 

—Anda, pasa. —cerré la puerta tras él —¿Te apetece tomar algo? 

—Dame lo que sea. 

—¿Qué tal por Londres? —le serví un vaso de Coca-Cola y me senté a su lado en el sofá. 

—Bien, es muy aburrido pero no está mal. —le dió un trago al vaso. A pesar de ser el chico más callado y distante del mundo, le tenía un cariño especial. Nos conocíamos de tantos años que ya me había acostumbrado a que sus respuestas fuesen muy cortas, pero lo que más me gustaba de él era eso. Nunca te incomodaba con preguntas, pero siempre estaba dispuesto a ayudarme si lo necesitaba. —¿Y vosotros qué tal por aquí?

—Todo está casi igual que cuando te fuiste, supongo. 

—Entonces supongo que bien. ¿A qué hora vienen éstos a cenar? Tengo hambre. —me hizo reir. Era como un niño pequeño al que lo habían castigado sin cenar.

—No creo que tarden mucho. Darío tiene que estar apunto de terminar de trabajar. 

—¿Y Víctor? 

Lo miré como quien ve un fantasma. 

—¿Cómo que ‘Y Víctor? —él me miró aún más sorprendido que yo. 

—¿Qué pasa? ¿Ya no estáis juntos? 

—¡Lucas! —sacudí mi cabeza y me dirigí a él —Creo que el frío de Londres te ha dejado mal. Será mejor que mañana vayamos a tomar el sol para que absorbas vitamina D.

—¿Pero tú no habías vuelto con Víctor?

—Hace más de dos años que no estoy con él. ¿Estás bien? 

—¿Cómo que dos años? A ver —dejó el vaso encima de la mesa y se puso serio —Que yo sepa antes de irme oí que Susi le contaba a Marcos que habías vuelto con Víctor. Yo pensé ‘Está tía debe de estar loca para volver con ese gilipollas’, pero claro, sabes que a mi los cotilleos no me interesan.

Espera.

¿Qué? 

¿Susi le había dicho eso a Marcos?

No podía ser. 

—Eso no puede ser, Lucas. Lo que pasó fue que Marcos se largó. Me dejó tirada básicamente. Yo nunca he vuelto con Víctor. 

Me miró perplejo, como si viviéramos en dos galaxias diferentes. Un montón de ideas y pensamientos me cruzaron por la mente en cuestión de segundos.

—Azucena —me cogió ambas manos y me miró directamente a los ojos, y eso algo increíblemente raro en él. Sólo hacía eso cuando era algo muy importante —Unas horas antes de coger el avión a Londres, mientras terminaba las maletas, me acordé de que le había dejado a Alberto una memoria gráfica y fuí a su casa para recogerla y poder llevármela. Me recibió Susi y entré en su habitación para recogerla, oí como Marcos llamaba a la puerta y ambos se fueron a la otra habitación a hablar. Ya sabes que no soy de escuchar conversaciones ajenas pero cuando escuché como Susi le contaba a Marcos que habías vuelto con Víctor y que Marcos se tenía que ir me extrañó.

—¿Qué…? —no podía apenas pronunciar una palabra. Esto tenía que ser una especie de broma o algo. Susi no era capaz de mentir y hacer algo así.

—Marcos empezó a ponerse nervioso y a decir que eso no podía ser cierto, ya no pude escuchar nada más porque cerraron la puerta. Yo me fuí y no volví a saber nada de eso. No he nombrado nada de esto antes por que, joder, son cosas personales tuyas y a mi no me gusta meterme en todo esto.

—Lucas —tragué hondo e intenté reunir las palabras para seguir hablando —Yo nunca he vuelto con Víctor. Jamás. Marcos me dejó de un día para otro sin darme ninguna explicación, y si lo que dices es cierto, ya entiendo por qué se fué. 

Seguía sin creerme que esto estuviera pasando de verdad. ¿Susi había engañado a Marcos para que me dejara? ¿Por qué razón? No. No podía ser. Susi no tenía ningún motivo para hacer eso, pero miré a Lucas y sabía que no mentía. Lo conocía demasiado bien, al igual que a Susi. O quizás no. Quizás no tenía ni idea de quién era ella. 

Una opresión en el pecho hizo que me levantara y abriera la ventana para tomar un poco de aire. Necesitaba aclarar las cosas. Necesitaba respuestas y las quería ya. 

Sonó de nuevo el timbre, si eran Susi y Alberto aquí iba a arder troya. De eso no os quepa la menor duda.

No es lo que parece[©]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz