—¿Que se repita?

—Los amores imposibles, señorita Zara... Son una cosa de vida o muerte. Te hacen la persona más dichosa del mundo o te aniquila lentamente.

—N-no sé... d-de lo que...

—No tiene que ocultarlo conmigo, la he visto crecer estos últimos años junto al príncipe, es normal. —Sus ojos se entrecierran— A él también lo conozco muy bien, basta con prestar el mínimo de atención.

Siento mis mejillas arder, ¿he sido tan obvia? Soñando despierta con el príncipe, pensando en cada encuentro, en lo que diré, mirándolo en secreto. ¿Y si lo notó la reina? Diosito santo.

—¿Puedo darle un consejo? —Esta vez se gira para mirarme—: No te rindas, pase lo que pase.

—No lo haría... aunque duela —susurro.

—No lo entiende, Andrew deberá asumir en algún momento, deberá desposar a una mujer de buen linaje. Hay personas... que lo harán parecer un monstruo, pero él no lo es y la necesitará. Si en verdad lo quiere, debe estar allí, pase lo que pase.

—Lo haré...

—El príncipe Andrew jamás será el monstruo que le dirán a usted, por favor, recuerdelo.

—¿Q-qué ocurrirá?

—El mes de ejecuciones se avecina —es todo lo que dice—. Creo que él debe comentárselo, pero necesitará que alguien lo abrace al final del día.

Mi corazón se detiene. ¿Abrazarlo al final del día? Deseo hacerlo, estos meses serán difíciles para él. Deseo estar cerca de él como lo estuvimos en el baile, como en mis sueños. El año anterior parecía abstraído en sus pensamientos, triste, esas ejecuciones fueron horrorosas y él debe estar allí, junto a los ejecutados, no puede apartar la mirada. Yo siempre la aparto, a nadie le importa si lo hago.

Se escuchan dos golpes en la puerta, haciéndome saltar.

—Debo irme.

Me extiende su mano, que yo tomo con el pulso tembloroso.

—Cuídese, por favor —ordena—. El día en que retome sus actividades para la corona, le será informado oportunamente. Me atrevería a decir que tendrá un transporte especial.

—Muchas gracias...

Él me da una última mirada antes de marcharse.

Me siento en mi cama, sin saber qué hacer a continuación. Colette nos preparó tantas veces para esto, pero ninguna preparación es suficiente. El solo hecho de pensar en correr de los guardias para ir a la guarida, me hace querer llorar, otra vez. Siento que estoy entrando en crisis, porque sola no estoy a salvo, porque desearía estar con Andrew, saber si está bien, pero también deseo estar con mis amigos.

¿Estará bien Andrew en el castillo?

¿Estará herido?

En cuanto a mi familia, sé cuál es el plan de acción y ruego a mis santos que todo haya salido bien, porque si es así, estarán haciendo las rondas.

Colette debe haber perdido la cabeza, detesta este tipo de presiones, porque no soporta el hecho de pensar que alguno de nosotros pueda estar en peligro. Al menos esa preocupación se mantiene... cuando está bien. Aunque ella es demasiado inteligente para dejarse controlar por el diablo, eso lo sé, no lo permitiría otra vez.

El resto del día me dedico a limpiar cada cuarto de mi hogar, intentando tranquilizar mis nervios. Conozco el camino, pero en nuestras prácticas de emergencias, acordamos que no era una buena idea ir a plena luz del día y que faltando alguno, habría un punto de encuentro común en el que se harían rondas para encontrarnos. ¿Quiénes debíamos faltar? Aarón, Emerick o yo. Colette siempre fue expresa y tajante respecto a sí misma, si era ella la que faltaba, no debíamos hacer las rondas nocturnas, no debíamos buscarla. Dijo que ella siempre sabría llegar, herida o sana, viva o muerta, dijo que siempre lo haría.

En medio del abismoWhere stories live. Discover now