Me asusté y casi salté de la cama cuando la puerta de la habitación se abrió, dejando ver a mi novio con cara de perro arrepentido. Yo no quería verlo. No ahora.
—Tengo llave de esta habitación— Habló, dejando la llave sobre la mesita de noche mientras se acercaba a mi. —Lo siento mi amor. Lo lamento mucho. Te juro que no quise decir nada de eso—
—Pero lo hiciste— Contesté, tirada en la cama, mirando hacia otro lado para evitar mirarlo a él.
Él se acostó a mi lado y me abrazó. —Te amo, Betty. Y tienes razón. Estuviste enamorada de mi desde que estábamos en la universidad y nadie sufrió como tú por eso. No hay mayor prueba de lealtad que esa. Te amo tanto... perdóname amor— Suplicó, dejando un beso en mi mejilla.
Me aparté un poco de él, sin mirarlo. —¿Crees que te perdonaré tan fácil? Desconfiaste de mi y me trataste como un objeto de tu pertenencia—
—Betts... lo admito. Me sentí muy celoso. Es que me da miedo perderte y tengo que admitir que soy un poco inseguro. Pero no quise tratarte así. Perdóname— Me suplicó, dejando repetidos besos en mi mejilla y empezando a bajar a mi cuello.
Eso ya me estaba calentando y yo no podía permitir eso.
—Basta...— Le pedí, entre algunos jadeos que se me escapaban.
—Tu me dices que no... pero se que tu cuerpo me desea ahora— Aseguró, empezando a devorar mi cuello.
Maldito... no estas mintiendo.
No se como... pero de un momento a otro y sin darme cuenta él ya estaba encima de mi, besando mi cuello como un loco.
Regresó a mi boca y atrapó mis labios. Nuestras lenguas se juntaron como si fueran una y eso me quitó el aliento. Él otra vez bajó a mi cuello y quería bajar un poco más, pero mi vestido se lo impedía.
Me senté sobre la cama para que él me lo quitara. Lo se... una vez más perdí dignidad ante el, pero lo que empieza tiene que terminar.
Él prácticamente me arrancó el vestido del cuerpo y lo tiró al piso. Tal vez hasta se rompió, pero no me importó. Yo le quite esa camisa y sigue siendo una pena quitarle ropa que se vea tan bien.
Nos quitamos todo mientras nos besábamos, nos saboreábamos y nos entregábamos el uno al otro. Él exploraba mi cuerpo y yo lo exploraba a él. Ese perfecto cuerpo de deportista que me enloquece demasiado.
Él enloqueció y yo también enloquecí. Cuando entró en mi, me embistió con violencia. Era como si estuviera enojado y su enojo lo cobrara así.
Rápidamente sentí que estaba más cerca de llegar, mientras él seguía embistiéndome como un animal.
—Betty...— Gruñó, embistiéndome cada vez más fuerte y profundo.
—Jug...— Gemí, cerrando los ojos con fuerza, empezando a subir al clímax.
—Cásate conmigo Betty...— Me pidió, dando sus últimas embestidas dentro de mi.
Ahí los dos nos corrimos. No sabía si de verdad me pidió eso o fue un delirio por tanto placer. Él salió de mi y nos quedamos sobre la cama, recuperándonos.
De repente los dos empezamos a reír como un par de locos. Hace tiempo que no hacíamos semejante cosa durante el sexo.
Él dejó de reír y me miró, volviendo a posicionarse sobre mi. —Entonces... ¿Aceptas casarte conmigo? Por favor... te prometo que lo de hace rato en el restaurante no se volverá a repetir. Pero quiero que seas mi esposa— Pidió, mirándome.
Mis ojos se cristalizaron y besé dulcemente sus labios. —Claro que quiero ser tu esposa. Pero no te acostumbres— Advertí, divertida.
El soltó una leve risa y volvió a atrapar mis labios con lujuria. —¿Lo hacemos otra vez? Para celebrar...
—Eso no se pide— Acepté, besándolo y dejándolo debajo de mi. —Ahora es mi turno—
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ahí tienen lo que me exigieron, pequeñas perversas 😈
Niñas... la historia está en sus últimas 😭 pero tal vez ni hoy ni mañana vuelva a actualizar. Hay una gira educativa y posiblemente lleguemos muy tarde. No tendré tiempo el día de mañana, pero por ahí viene el sábado 🤩
Las amo y gracias por todo, sobre todo por llegar hasta aquí y apoyarme siempre 🥺 sus comentarios me alegran el día ❤️ las ama...