Capítulo VI

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Las manecillas del reloj giraban en un tono constante e insufrible, un tono que estaba cansando a Jimin; su ojo izquierdo se cerraba y se abría pareciendo un tic nervioso o más bien uno de irritación

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Las manecillas del reloj giraban en un tono constante e insufrible, un tono que estaba cansando a Jimin; su ojo izquierdo se cerraba y se abría pareciendo un tic nervioso o más bien uno de irritación.

Si seguía mirando la línea parpadeante, este solo aumentaba su desespero y el desperdicio del tiempo corría cómo si no tuviera una historia que entregar en unos cuantos días, y lo único que tenía escrito era el título y no más de dos frases.

Realmente se estaba esforzando, pero tal pareciera que su cabeza no podía pensar más.

De alguna manera, no recordaba que le había dicho a Namjoon la noche de brujas, pero de algo estaba seguro; es de que tal vez mencionarle que el libro estaría pronto fue una gran mentira.

Si seguía con ese bloqueo mental su cabeza explotaría de irritación y estrés.

Las cortinas  se mantenía cerradas con a penas una línea de luz del sol que se filtraba, las ventanas cerradas no daba  a conocer el clima de afuera, pero eso no era importante para Jimin. Su concentración fácilmente recaía en la línea de escritura.

Solo era cuestión de mirar un poco más de sus ideas para poder imaginar, pero Jimin no pudo hacerlo cuando un estruendo de varias cosas metálicas cayendo al piso lo alteraron y desconcentraron.

A toda prisa bajo cada escalón, y cuándo llegó al penúltimo paró de inmediato.

 Una burbuja viajaba libremente hasta estrellarse en la punta de su nariz, Jimin apretó en puño el barandal de madera que aún sostenía.

Sin más bajó el último escalón, caminó y se detuvo de golpe cuando sus pies sintieron la alfombra húmeda.

 Él miró como con cada paso la alfombra que solo abarcaba la sala se notaba cada vez más oscurecida por lo empapada y se aclaraba con la presión de su pie descalzo. Jimin, jamás miró hacia enfrente, la inconciencia no le hacía alzar la cabeza, temía por su casa y por todo lo estuviera dentro de ella.

Pero no pasó desapercibido que su pez estaba en un lugar mucho más grande. Un refractario que su tía le regaló cuando se mudó  a lo que era su nueva casa.

Desesperado caminó sin importar la fría humedad y que pronto se convirtió en un charco de agua.

Casi sin expresar nada, más que su quijada apretada, así como su puño sobre la barra de la cocina, pudo notar al desconocido sonriendo y jugando con las burbujas que se desprendían por los aires y el exceso de jabón.

Yoongi disfrutaba del olor de la frescura alimonada que desprendía la espuma blanca, eran casi igual que sus flores saponarias que utilizaba todo el tiempo, a diferencia, que la espuma era mucho más densa con el jabón, cosa que encantó al hada.

La risa de Yoongi era lo único que podría escucharse, Jimin miró el reloj sencillo de su muñeca y solo habían pasado dos horas desde que lo dejó solo con dos armas mortales como lo fue el jabón y el agua.

El Secreto de Mi Jardín. [JIMSU] Where stories live. Discover now