Capítulo 4: 23 de febrero de 1953 (5 horas antes del bombardeo).

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Caminando entre la tenue oscuridad del amanecer en los fríos bosques de Corea, un escuadrón francés perteneciente al 23ª Regimiento de infantería, conformado por 8 hombres, hacía reconocimiento de rutina en Geonsol-ri cerca del paralelo 38, esta que una vez fue la línea que dividía las fronteras entre las Coreas, hoy representaba una frontera inestable donde los enfrentamientos, heridos y la muerte eran el pan de cada día para los bandos enfrentados. Entre los ocho hombres que hacían el reconocimiento se encontraba el ayudante de campo Adrien Fontaine quien en ese momento era el suboficial con mayor rango y líder del escuadrón. Sosteniendo con fuerza su Carabina M1, Adrien se encontraba disperso entre sus pensamientos y entre los alrededores donde se encontraba con sus compañeros de armas. Si bien, este suboficial ya tenía una vasta experiencia en combate, para el momento en el que se encontraba con su escuadrón se podía notar tenso y agotado debido a las largas jornadas de reconocimiento hacía. Asimismo, la tensión entre sus compañeros al peligro potencial de que estos fueran emboscados era evidente, sin embargo, estos trataban de guardar cierta calma debido a que en repetidas ocasiones los marines estadounidenses con los que convivían, les recordaban que un soldado nervioso y con emociones, era seguramente un soldado muerto.

-Mantengan los ojos bien abiertos chicos.- ordenó Adrien a los miembros de su escuadrón. -Hace apenas dos meses, este lugar era nuestro puesto de avanzada. Hoy puede que sea territorio enemigo.- continuó explicando Adrien al mismo tiempo que les ordenaba proceder con mucha cautela y no hacer mucho ruido.

Acercándose tranquilamente hacia donde se encontraba Adrien, un soldado del escuadrón decide interrumpir a éste para preguntar -Adrien, señor... ¿Porqué el cuartel nos envía nuevamente a hacer reconocimiento en esta zona? En varias ocasiones hemos informado al cuartel que este lugar está más solo y frio que el corazón de una doncella de Niza.- agrego con gracia.

-Tu sabes bien el motivo por el que estamos aquí Fernand.- respondió Adrien mientras continuaba caminando. -Los mandos solo se están haciéndose tontos, al pensar que podemos realizar una ofensiva nuevamente contra los chinos.- suspiró. -Si nos envían nuevamente a esta zona, será con el fin de muchos hombres.- volteando la mirada hacia su escuadrón, Adrien insistió a todos los presentes que si bien la presencia de su país en el conflicto era simbólica, ellos como soldados tenían que dar lo mejor de sí mismos para regresar con vida y con sus familiares. -Todos sabemos porque estamos aquí caballeros, el honor de nuestro país y su posición en el mundo se juega aquí.- continuó mientras observaba a sus hombres. -Sé que muchos están cansados, o tienen miedo... hemos llevamos casi dos años en este conflicto, dos años donde vimos morir a nuestros compañeros, pero no por eso vamos a desmoralizarnos... tal vez tengamos que luchar, vivir horas o incluso días, pero como hombres valientes debemos mirar a la muerte a los ojos y seguir peleando en memoria de aquellos hermanos que han muerto.-

Prestando con mucha atención, los soldados que conformaban el escuadrón de reconocimiento, escuchaban atónitos las palabras que emanaban de los labios partidos de Adrien, no importaba que estos se encontrarán en un ambiente hostil, la moral de ellos se elevaba paulatinamente al escuchar a su suboficial al mando. De repente, un estruendo invadió el área, como si se tratase del rugido de una nube al llover, seguido del ruido se sintió un ligero movimiento de la tierra donde se encontraba el escuadrón francés.

-¡Artillería!-

-¡¿Son de los nuestros?!-

-¡¿De dónde carajos proviene?!-

Repetían alarmados los soldados franceses, al mismo tiempo que se agachaban en las posiciones donde se encontraban mientras empuñaban sus fusiles semiautomáticos Garand y Carabinas. Al ver como empezaban a entrar en pánico sus hombres, Adrien procedió a caminar con cautela entre sus hombres diciendo. -¡Calmados todos! ¡No se alarmen!- seguido de ello, llamó a su operador de radio François Legrand quien llevaba en su espalda la SCR-300, que si bien era un transceptor usado durante la Segunda Guerra Mundial, este seguía siendo empleada por algunas unidades británicas y francesas al momento de hacer reconocimiento o entrar en combate en Corea.

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