Capítulo 2: 22 de febrero de 1953.

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Apenas siendo las 07:30 p.m. Anthony, Joseph, John Foster y Thomas Sovereign se encontraban en el despacho oval junto con MacArthur, así como también el presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor el general Omar Bradley, estos estaban reunidos en la oficina del presidente de Estados Unidos, buscando dar una solución inmediata al conflicto que se suscitaba en Corea. Cabe destacar que la reunión era más que incomoda, a tal punto de que MacArthur decidía ignorar los comentarios vertidos por Bradley ya que el general durante la administración de Truman, sería la clave para asegurar la destitución de MacArthur como Comandante Supremo de las Fuerzas de Naciones Unidas desplegadas en Corea. Era claro que la presencia del general Bradley incomodaba mucho a MacArthur, pero su asistencia a la reunión podría ser considerada una mera formalidad.

-No quiero saber si estamos ganando o perdiendo la guerra Thomas, lo que quiero saber es ¿si tenemos armamento nuclear disponible para poder asistir a nuestros muchachos del frente?- mencionaba MacArthur mientras este tomaba asiento en uno de los sillones del lugar. -Señor, antes que nada sugiero que el general Bradley nos informé sobre la actual situación en la península, para tener un panorama más amplio.- contestó Thomas. -¿Pano...? ¡MALDITA SEA THOMAS YA SÉ CUÁL ES EL PANORAMA! ¡Solo quiero que me digas cuantas bombas tenemos disponibles para emplearlas en Corea!-

-Señor Presidente...- intentaría interrumpir el general Bradley a MacArthur para calmar la situación, pero este rápidamente fue reprimido por el mismo Presidente al impedir que este hablará y ordenarle hablar solamente cuando se le diera permiso.

Debido a la tensión en el despacho, Anthony solicitaría al Secretario de Defensa Thomas Sovereign que contestará la pregunta del Presidente, a lo que este mencionaría que el ejército contaba con un total de 500 bombas nucleares repartidas por el territorio continental estadounidense y las islas del pacífico, pero también haría mención que en la península coreana ya se encontraban 34 ojivas nucleares listas para ser lanzadas. MacArthur al escuchar esto, de inmediato solicitaría a Bradley y Thomas que se hicieran planes para un posible uso de las mismas en las principales ciudades de la República Popular de China, pero era claro que los hombres reunidos ese día en el despacho oval, buscaban persuadir a MacArthur para no usar la bomba.

-Señor Presidente, antes de tomar una decisión tan radical como esta, sugiero que pensemos en las consecuencias diplomáticas que traería a su administración si usamos la bomba.- diría John Foster -Está claro que la situación en el frente es cada vez más inestable, pero si usamos la bomba contra los chinos... la comunidad internacional aliada a los chinos o no nos rechazará tajantemente en las Naciones Unidas e incluso ello podría desembocar una nueva Guerra Mundial entre los soviéticos y nosotros.-

-Entonces... ¿sugieres que no hagamos nada John y que nuestro jóvenes valientes que luchan en Corea mueran sin recibir apoyo de su gobierno...? no, no pienso quedarme de brazos cruzados.- alegaría MacArthur. -Si tenemos que usar la bomba para defender a nuestros soldados, ten en cuenta John que la usaré.-

-Señor Presidente- interrumpiría Joseph -Sé que como Fiscal General mi participación en estas reuniones es y será limitada, pero me encuentro a favor de la opinión de Secretario de Estado Foster. Si usamos la bomba contra objetivos estratégicos como Pekín, el cual es un lugar donde existe una amplia cantidad de diplomáticos y asesores militares soviéticos, estos podrían usar la excusa de que fueron atacados y podrían tomar represalias contra nosotros. Un ejemplo de ello, es que la Unión Soviética puede intervenir en Berlín Occidental y si nosotros respetamos nuestros acuerdos internacionales con la OTAN, nos veríamos forzados en declararle la guerra a los soviéticos y así iniciar un conflicto a escala mayor.-

-No olvidemos que los soviéticos también tienen la bomba.- agregaría John al final del comentario Joseph. Después de este breve intercambio de opiniones, el recinto quedaría en silencio y MacArthur se levantaría del sillón para quedarse de pie al frente del escritorio del lugar y posteriormente cruzar sus brazos. En ese momento y sabiendo que la duda invadía la mente del presidente, Anthony se pondría de pie también para acercarse a lado de MacArthur y susurrarle. -Señor, la respuesta que tiene en frente es clara... olvidémonos de usar la bomba como un arma de destrucción masiva y pensemos en una nueva forma de usarla.-

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