Capítulo 18 •Cannolis•

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Alessia Russo

El delicioso líquido tibio que se desliza por mi garganta, actúa como aislante de la realidad, transportándome a lo más profundo de mis pensamientos.

Pequeños fragmentos de lo que han sido mis últimos días aparecen uno a uno en mi mente, como una película.

Seis días han pasado desde aquel beso, seis días en los que he estado evitando a toda costa quedarme a solas con Allan, aunque últimamente hemos pasado más tiempo juntos de lo normal, pues es cierto que su hermana quería ser mi amiga y me ha invitado muy a menudo a su casa, exactamente donde me encuentro en este momento.

También le he dedicado mucho tiempo a fortalecer mi amistad con Zahara, ya hasta parece que nos conociéramos de toda una vida. Por desgracia, no he podido encarar a Zaid, pues desde aquel día se fue de la ciudad por un viaje de negocios, que al parecer era muy importante. Tanto así, que pospusieron la fiesta en la piscina a la que me habían invitado.

«¡Demonios, la fiesta!»

Miro mi reloj para confirmar que, justo como imaginaba, ya se me hizo tarde, la fiesta comienza a las cinco y ya solo faltan diez minutos para eso.

¡Zahara me va a matar! Aunque le dije de mil maneras que no quería asistir, me hizo prometerle que no la dejaría sola el día de hoy.

Lo peor es que aún no puedo irme, Valeria me pidió el favor de cuidar a su nonna unos minutos mientras ella iba a la farmacia a comprarle sus medicamentos, pues desde hace tres días se encuentra enferma.

Termino de lavar la taza donde se encontraba el chocolate caliente que estaba bebiendo, agarro una toalla para secar mis manos y posteriormente tomo mi celular para llamar a Valeria. 

—Hola Vale, ¿Tardarás mucho? Ya debo irme.

—No te preocupes, ya estoy cerca. Puedes irte si quieres. —dice al otro lado de la línea.

—No pienso dejar a la nonna sola, yo espero, solo date prisa por favor.  —pido, para luego colgar la llamada.

Mientras guardaba nuevamente mi celular, el mismo emitió una vibración. Al mirar la pantalla, era un mensaje de Zahara.

"Más te vale que ya vengas de camino, ya la gente está llegando."

—Alessia. —dice tosiendo.

Reconozco la voz de inmediato, así que corro asustada hacia la habitación donde reposa la abuelita. Al entrar, me sorprende encontrarla sentada, pues la habíamos dejado acostada, como lo indicó su médico.

—¿Está todo bien, señora Bianca? —pregunto con voz nerviosa.

—Si querida. —tose. —Y ya te dije que no me llames así, por favor dime nonna.

—De acuerdo, ahora dígame por qué está sentada y para qué me llamó. —inquiero.

La observo correrse a un lado y darle dos palmadas a la cama, invitándome a sentarme.

Obedezco su petición, ya que no tengo nada más que hacer mientras espero a Valeria.

—Ya me duele la espalda de estar tantos días acostada, y te llamé porque quería hablar con alguien. —confiesa.

No pude evitar tomar su arrugada mano entre las mías, y propinarle leves caricias. Ya saben que tengo mucho amor hacia los ancianos, así que, esta preciosa señora, se ha ganado mi corazón muy rápido.

—Aquí estaré para usted, cuantas veces lo necesite, soy muy buena escuchando. —sonrío.

—Sabes, sobre lo que me contaste ayer. —respira con algo de dificultad. —Quería contarte una anécdota y espero que la tomes como un consejo. —dice, mientras yo asiento.

En alguna calle de Veneciaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن