Parte 21: Buenas y malas personas

1.2K 137 10
                                    

|Arvin Russell|

Volví rápidamente hacia la carretera, después de haber limpiado toda evidencia de que estuviera allí. Caminé hasta alejarme lo más que pudiera, para que un camión maderero que iba a Bainbridge me recogiera y me llevara hasta el cruce de la ruta 50 con Blaine Highway. Tuve que caminar más, pero al final ya me encontraba a las afueras de Knockemstiff.

La tienda del viejo Hank seguía ahí, junto con él. Se veía más viejo y deteriorado. Estaba sentado en una de las sillas de allí escuchando la radio.

—Tienes pinta de haber estado viajando — habló cuando me acerqué.

—Sí.

—¿Y a dónde vas?

—Antes había una casa en la cima de esa colina. Era propiedad de un abogado. ¿Sabe a cuál me refiero?

—Si, claro. En los apartamentos Mitchell — asentí.

—¿Sigue ahí?

Me miró entrecerrando los ojos y luego soltó una risita.

—Madre mía. Eres el chico de los Russell, ¿Verdad?

Apreté los labios para sonreír.

—Solo quería pasar a ver una vez más mi vieja casa.

—Hijo, lamento decírtelo, pero esa casa se quemó hace un par de años. Creen que lo hicieron unos chicos. Después de ti y de tu familia ya no vivió nadie más allí.

Me sobrevino esa oleada de decepción. Miré una vez más el lugar, todo parecía igual, solo por un pequeño reloj viejo ahora en la pared.

3:11pm.

—¿Y no queda nada de nada? — insistí.

—Básicamente los cimientos.

—Bueno, supongo que voy a subir de todas maneras. Ya llegué hasta aquí.

—Está bien, corta por el pasto de Clarence, el no te dirá nada.

Asentí con la cabeza y di unos pasos más, pero volví a darme la vuelta para mirarlo.

—Nunca le di las gracias por la noche en que murió mi padre — dije — Se portó muy bien conmigo y quiero que sepa que no lo olvidé.

Hank volvió a sonreir. Le faltaban un par de dientes frontales.

—Llevabas toda la cara llena de tarta. El tonto de Bodecker creyó que era sangre. ¿Te acuerdas?

—Sí, me acuerdo — bajé la vista — Me acuerdo de todo lo de aquella noche.

—No es el policía que esperaba. Es una pena lo de su hermana.

—¿Por qué? ¿Que pasó?

—Hallaron muertos a su hermana y su marido. Muy cerca de Meade.

Cambié mi expresión por completo y lo miré sin decir nada. Era mucha coincidencia para ser verdad.

—Vuelve por la noche y beberemos unas cervezas.

El Castigo Divino (Arvin Russell y tú)Where stories live. Discover now