Parte 3: Salvar a la chica

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|_______ Bennett|

Salí de la escuela mirando para todos lados, intentando que el grupo de Orville no me viera.

Cada que tenían la oportunidad, me molestaban por mi forma de vestir nada femenina.

Comencé a caminar a casa. No solía hablar mucho con las personas, ni tampoco solían hablar mucho conmigo.

Pero así estaba bien.

—¡Arrodíllate, tonta! — escuché decir a alguien entre unas risas, así que decidí acercarme — ¿A dónde crees que vas? 

Asomé mi vista hacia la parte trasera de la escuela.

 —¡Eres tan fea que tendría que taparte la cara para tener una erección! — Me mantuve escondida. 

Tenían a una chica acorralada y arrodillada. Una chica que reconocía bien, ya que compartía un par de clases con ella.

Otro blanco fácil.

Gene Dinwoodie, Tommy Matson y Orville Buckman habían logrado arrinconarla junto al contenedor de basura detrás de la escuela.

Les gustaba molestarla por su forma de ser y su apariencia.

Bajé mi vista unos segundos, intentando que lo que veía no me afectara.

Ella tenía sus manos juntas y movía sus labios como si estuviera orando.

Uno de los chicos, Gene Dinwoodie, tomó una bolsa de papel del basurero y se la puso en la cabeza.

En ese momento fue cuando decidí salir de mi escondite y ayudar a esa pobre chica.

Me acerqué rápidamente y lo empujé, haciendo que el perdiera el equilibrio.

Mi empuje no había sido fuerte, pero seguro lo tomó por sorpresa porque cayó al suelo.

Se levantó de inmediato con una mirada furiosa, pero a la vez desconcertante.

—¿Que crees que haces?

El me devolvió el empujón, bastante molesto, haciéndome caer.

—Déjala, imbécil — en ese momento un chico llegó.

Arvin Rusell, su hermano, comenzó a repartir golpes a todos allí.

Los demás chicos que habían visto el empujón apartaron su vista de mi y sujetaron al otro chico mientras Gene volvía a ponerse de pie.

—¡Suéltame!

Lo golpeó dejándolo en el suelo, sin duda haciéndolo sangrar. Teniendo éxito, claro, ya que eran tres contra uno.

—¡Dejen que me levante! — gruñía una y otra vez.

Mientras la otra chica gritaba que se detuvieran. Ella intentaba ayudarlo, pero claramente no funcionó.

Me levanté y salí corriendo de ahí, antes de que alguno de ellos notara mi ausencia y fueran tras de mi.

Si bien mi ayuda había sido ridícula y nada buena, esperaba que no quisieran ir por mi la próxima vez.

No dejé de correr hasta que llegué a casa. Con la respiración agitada entré y cerré la puerta. Me recosté unos segundos en esta para recobrar el aliento.

Luego, miré hacia afuera para asegurarme que de verdad no me hubieran seguido.

Al abuelo no le gustaría saber lo que había hecho, ya que siempre me dice que me mantenga alejada de las peleas y los problemas, por más injustas que estas fueran.

El Castigo Divino (Arvin Russell y tú)Where stories live. Discover now