❪ STUPID CUPID . . . 🏹 ❫
⁝ ༘ Stupid Cupid you're a real mean guy. I'd like to clip your wings so you can't fly
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Max Mayfield solo quería una hamburguesa gratis no enamorarse de un egocéntrico narcisista que no tenía interés en el...
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En su vida, Nathan había tenido escasos amigos que llegaban de una manera efímera y se iban cuando menos lo esperaba, sin decir nada ni dar explicaciones, simplemente se alejaban de él.
Por eso no confiaba fácilmente en las personas y se ocultaba bajo esa persona egocéntrica que tenía todo bajo control.
Pero todo era distinto con Max, le gustaba pasar tiempo con aquella pelirroja sarcástica que a veces se burlaba de él, pero no le molestaba en absoluto. Se sentía cómodo estando a su lado e incluso dejaba de pensar en el estudio cuando estaba con ella. Era una gran amiga con la cual podía pasarla bien por mucho tiempo.
Generalmente paseaban por Starcourt, era como su lugar especial, iban de tienda en tienda comprando algunas cosas o tomando aperitivos, se había vuelto una costumbre. Pero esa vez fue diferente, se encontraron en casa de Max lo cual era extraño para Nathan pues nunca había ido a casa de alguno de sus amigos, menos de una chica.
Aunque quería mostrarse confiado, lo cierto era que por dentro se sentía nervioso. Solía pasar tiempo con Max en lugares públicos, jamás habían estado a solas, no le molestaba solo no sabía cómo actuar, así que decidió mostrarse relajado y seguro, como siempre.
Ella estaba recostada sobre su cama mientras él había decidido sentarse en el suelo con su espalda recargada en la cama de su amiga.
─ ¿En serio jamás has tenido novia? ─ cuestionó incrédula.
─ Ninguna es digna de ser la dueña de mi corazón─ bromeó guiñando el ojo─. Además, no tengo tiempo para una novia.
Aquello hizo sentir a Max un hueco en su corazón, mordió su labio mientras apartaba la vista y jugaba nerviosamente con sus dedos.
No sabía qué pensar, a veces Nathan daba señales confusas cómo invitarle golosinas o helados de su sabor favorito, darle su sudadera cuando hacía frío o acompañarla hasta su casa cada que se veían, desearle las buenas noches y despedirse depositando un beso en su mano. Pero Max solo confundía la amabilidad del chico con un sutil coqueteo provocando que las ilusiones que intentaba reprimir cada vez se hicieran más fuertes.
