UNO

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Guillermo Ochoa era un vendedor de tamales, su pequeño puesto operaba fuera de una escuela de paga, siempre con una sonrisa y ganas de trabajar, porque sabía que pronto dejaría de ser un vendedor fuera de la escuela a ser un estudiante de la misma.

Diario era visitado por maestros y alumnos, quienes le compraban de sus tamales y también de su delicioso atole, durante las mañanas, despertaba a su hermano para llevarlo a la escuela y después irse a cumplir con su labor.

Así que después de ver los mismos rostros, de repente aparecieron tres más, uno de los estudiantes, quien siempre le compraba su guajolota de verde, le había comentado que pronto la escuela tendría estudiantes de intercambio, se irían seis de México a Brasil y Argentina, y llegarían tres de los dos países.

Y fue que durante una mañana, dónde el atole se vendió rápido debido al frío, apareció un chico de piel blanca, con cabellos castaños, estaba vestido con ropa de marca y venía acompañado de otros dos, memo no recordaba haberlo visto.

El chico se había acercado al puesto de tamales y con una sonrisa en la cara saludo a Memo, quien le respondió con la amabilidad que le caracterizaba.

—¿Que te puedo ofrecer?—habia preguntado memo mientras abría su olla llena de tamales.

—Es mi primera vez probando estos...tamales, en realidad quisiera algo que no fuera picante—el acento del chico delataba que no era de México, entonces recordó el intercambio, seguramente era uno de los de argentina, emocionando por mostrarle que sus tamales eran deliciosos, saco con sus pinzas uno que parecía estar tintado en rosa.

—Este es el menos picante que tengo güero, es de dulce—Memo coloco el tamalito en un papel estrada y lo envolvió, el extranjero sonrió complacido y pidió otros dos, memo acato y entonces con tres tamales de dulce en una bolsita, el chico argentino le dió el dinero.

—Es un poco extraño para mí estar estar en este país, me llamo Lionel—el argentino había dicho con algo de nervios, sus nuevos compañeros de escuela le habían dicho que los tamales de el tal "memito" eran de los mejor, y amistar con el era igual de bueno que sus deliciosos panecitos.

—Se acostumbrara güero, siempre y cuando empieze su mañana con una buena guajolota y un arbolito de chocolate—memo le sirvió el último vaso del delicioso atole y se lo extendió—Este va por mi cuenta, mi nombre es Guillermo, aunque todos me llaman memo—

Entonces el argentino miro con ojos brillosos el vaso, este humeaba debido a los caliente, lo tomo con cuidado y volvió a sonreír.

—Pues entonces fue un guste conocerte memo, ten un lindo día—lionel entonces se fue con una última sonrisa y con sus dos amigos entro de una vez a la escuela, memo quedó con una sonrisa en su rostro y las mejillas coloradas, suspiro y entonces llegaron unos maestros a ordenar, sus pensamientos se revolvieron, el argentino le había hecho sonreír todo el día.

Aunque no pudo verlo al salir de clases, todo su puesto lo guardo en su pequeña camioneta y entonces se dirigió a la escuela de su hermano, el ya estaba ahí, rodeado de sus amigos y con una sonrisa, entonces pito la camioneta.

Su hermano le miro y sonrió, se despidió de sus amigos y se subió rápidamente a la camioneta, saludo a Memo con una abrazo.

—¿Cómo fue la venta de hoy?—habia preguntado el menor con una sonrisa, memo sonrió también, contagiado de su hermano.

—Demasiado bien, cómo todos los días, ¿Y que tal de bueno el tuyo Diego?—el moreno suspiro, parecía un joven enamorado.

—Como todos, agotador, próximamente serán las competencias contra otras escuelas, de verdad que el entrenador está a tres pelos de rendirse—diego comenzó a contar más a detalle como se ponían sus entrenamientos de fútbol, dijo también que había entrado un nuevo chico a su colegio, que al igual que el, apasionado por el fútbol, se habia apuntado en el equipo.

Manejar la camioneta hasta su hogar era tardado, más si había tráfico, pero parecía que el día le sonreía a los hermanos, puesto que habían llegado rápido a su hogar, dónde memo comenzó a preparar masas para el dia siguiente, Diego había ido a su habitación a cambiarse su ropa y regreso a ayudarle a su hermano, Memo estaba ensimismado en sus pensamientos, no sabía si contarle a su hermano sobre los nuevos rostros del día, sabía que Diego solia malinterpretar cualquier interacción que tenía con cualquier persona, y más con lo que sucedió la ultima vez, de alguna manera se ría que era necesario comentarle su buen inicio del día.

—¿Sabes? Hoy por la mañana llegaron tres güeros, son de argentina, uno de ellos me compro tres tamales de dulce, su nombre era Lionel—memo platico con confianza aquella interaccion con el argentino y Diego lo miro con interrogación, memo solo decidió hacerse menso y sacar del agua las hojas para sus tamales.

—Supongo que es bueno aquello, ¿Le gustaron?—memo sintio sus mejillas calientes y de seguro ya estaba colorado, suspiro negando con su cabeza.

—No lo sé, los pidió para llevar, espero que si le gustarán, si mañana regresa es porque si—memo miro a su hermano y este sonrió pequeño, le coloco una de sus manos en el hombro y lo apretó con cariño.

—Mañana puedo ir a ayudarte al puesto, los maestros decidieron tener un merecido día de descanso, además mi entrenamiento es por la tarde—Diego sentia curiosidad por aquel tipo 'güero', cómo lo llamo su hermano, así que aprovecharia que mañana sus maestros no irían.

—¿Estás seguro?—memo no quería aceptar la ayuda de su hermano, si bien todo su producto se vendía de manera buena, Diego aveces era demasiado confiado con la gente, y sus comentarios en lugar de atraer alejaban.

—Te juro que si, además podrías presentarme a ese amigo tuyo—diego levantó sus cejas de manera sugerente y memo le avento una hoja.

—Tonto, pero está bien, dormirse temprano porque mañana nor iremos a las seis—memo abrazo a su hermano y fue a descansar, Diego aprovecho para limpiar bien las hojas de tamal y volverlas a remojar, aún con preocupación miro a su hermano mayor.

Memo se esforzaba tanto para pagar su escuela y necesidades básicas, aveces solo quería que sus padres volvieran y dejarán que memo tuviera una adolescencia como cualquier otro.

Con un último vistazo a la cocina apago las luces, tapo con trapos las masas y también fue a descansar, mañana le esperaba un día pesado.

Tamal De Dulce            °memo Ochoa X Lionel Messi °Where stories live. Discover now