33.➖Contigo➖

2.8K 184 111
                                    

✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦

Harald

—¡Te odio! ¡Déjenme pasar! ¡Necesito que me escuche que lo odio!

—¿Puede repetirme su nombre?

—Rey Harald Kingston de Inglaterra.

—Al parecer su cuerpo está llevándolo muy bien, no perdió la memoria, y habla correctamente.— dijo el doctor.— se va a recuperar.

—Gracias, doctor.

—¡Quiten sus manos de encima! ¿Saben quién soy? ¿Sabes quién soy, desgraciado? ¡Si! ¡Soy el esposo del rey! ¡Déjenme pasar!—

Miré hacia la puerta, era de donde provenían los gritos de Adrien. El doctor guardó su bolígrafo.

—¿Quiere que lo deje pasar?— me preguntó

—Por supuesto.

Inclinó su cabeza levemente hacia mí.

—Vendré más tarde para su último chequeo, que descanse, Alteza.

Le sonreí antes de verle salir para luego ver entrar a la persona que ha estado gritando por unos largos diez minutos.

Estaba despeinado, sus ojos jamás habían estado tan tristes, estaba más delgado, su cabello más largo, y sus ojeras más notorias. Había cambiado bastante. Era mi Adrien, pero no el que había dejado con una sonrisa hace algunos meses...

—Te odio.— caminaba de un lado hacia el otro.— te odio tanto ahora mismo. ¡Cinco malditos meses! No sabía que hacer... sentía que te perdía... ¡me iba a ir contigo! Escúchame, de ahora en adelante seré cursi contigo, ¿me escuchaste? Harald... dime que me escuchaste...

—Me gusta que no lo seas.

—¡Eres un idiota! ¿Por qué nunca me contaste sobre donar tus malditos órganos? ¡Son míos esos órganos! Tu estúpido corazón me pertenece, ¿me escuchaste? ¡Me pertenece! ¡Todo de ti es mío!

—Si, cariño, es tuyo.

Empezó a llorar. Se quedó quieto mientras bajaba su mirada. No sabía que sus lágrimas habían vuelto.

Había cambiado. Algo de él había cambiado.

—Esto no e-s divertid-o...— su voz casi nula.

—Ven.— extendí mis brazos hacia él con dificultad.

Adrien se acercó recostándose en la camilla acomodándose en mi pecho. Sus lágrimas mojaban sin parar mi ropa. No sabía que necesitaba esto de él.

—Te extrañé mucho... extrañé tu voz, extrañé tus caricias, extrañé que me abrazaras así... sentí que te perdía... no pude vivir una vida sin ti... no fui fuerte como te prometí que lo sería... escapé muchas veces del palacio porque no pude entrar a tu oficina y fingir que era rey... lo siento por romper mi promesa que jamás me iría... lo siento por dejar que mi dolor me venciera... yo te prometo que no quise hacerlo... pero todo el mundo quería dejarte ir... y yo no podía hacerlo... porque te odio y no podía dejar que me dejaras de nuevo... entonces quería irme contigo... porque no soy nada sin ti... y lo siento... por tomar esa decisión... y no es cierto cuando te digo que te odio... te amo... te amo mucho...

Besé su cabeza. Mis lágrimas mojaban mis mejillas.

No podía sentir lo que había sentido él, porque para mí, es como si le hubiera hablado el día de ayer. Es como si estos cinco meses jamás hubieran pasado, pero lo comprendía, porque ya había sentido un par de veces ese mismo sentimiento, no él mismo, pero parecido.

Los dos Príncipes. [part 2]Where stories live. Discover now