14. TEETH

23.7K 1.6K 670
                                    

Late night devil, put your hands on me

Demonio de la noche, pon tus manos sobre mí


Niega con firmeza y en sus ojos veo la lucha interna en la que se está debatiendo.

—Devan...—murmuro haciendo una mueca.

—Esto es lo último que necesitas—contempla.

—No, es lo único que necesito, que lo borres, que seas tú el que... por favor.

Mi corazón se encoge cuando vuelve a negar con la cabeza, me siento encima de su regazo, él se tensa bajo mi cuerpo, con sorpresa.

—Te necesito—suplico apoyando mi frente contra la suya.

—Esto no está bien—dice apretando sus labios con fuerza.

—Necesito que dejes de lado tu moralidad y lo que crees que es o no correcto, por favor.

Sus labios besan mis mejillas llevándose las lágrimas que ruedan por ellas.

Cojo su cara entre mis manos y uno de nuevo nuestras bocas, sus labios me responden esta vez y mi cara se calienta. Es suave y delicado, nada que ver con lo que había visto de él en Mala.

Mi lengua busca tentativa la suya y gruñe por lo bajo cuando se rozan lentamente.

—No es bueno para ti, Julliet.—suspira, separándose unos milímetros.

—Sí—replico yo, quitándome su camiseta y quedando desnuda de cintura para arriba. Mi piel blanca contrasta con la noche y traga con fuerza cuando sus ojos se deslizan una milésima de segundo hacia abajo.

—¿No querías verme desnuda, Devan? —digo deshaciéndome también del bóxer.

—Así no—veo su mirada torturada.

Seguramente está mal, pero necesito esto. Lo necesito.

Cojo sus manos y las pongo encima de mis pechos, sigo sentada encima de él, por lo que noto el movimiento que empieza a haber por debajo de su ropa interior. Cierra los ojos y traga con fuerza.

—Necesito que me hagas sentir bien—susurro en su oído.

Cuando los vuelve a abrir noto el fuego de su mirada, me acaricia con delicadeza, pero me besa con avidez.

Tiro de su camiseta y levanta los brazos para que pueda quitársela, aprieto mi cuerpo contra el suyo sintiendo su piel bajo mi cuerpo, me estremezco placenteramente cuando sus dedos recorren mi columna. Sus besos bajan por mi cuello y continúan por mi clavícula. Un cuerpo que sí deseo, un cuerpo que sí me desea, hay complicidad, es todo lo que puedo pedir ahora mismo.

—Eres preciosa, Ángel—susurra contra mi cuerpo.

Sus palabras alteran los latidos de mi corazón.

Mis manos se enredan en su sedoso pelo y estiran un poco de él. Mis caderas se mueven lentamente contra la erección que se está formando debajo de ellas. Me coge de la cintura frenando mis movimientos.

—No creo que pueda hacer esto—murmura con culpabilidad.

—No me hagas rogar—farfullo entrecerrando mis ojos.

Su autocontrol se esfuma y baja sus manos para apretar mi trasero, me mece encima de su regazo y gimo al notar su excitación. Su boca baja y lame mi pezón, lo atrapa entre sus labios, abro la boca exclamando un grito ahogado. Sus labios prestan atención a mi otro pecho mientras sus manos no dejan de acariciar mi espalda.  Me hace sentir venerada, no hay nada sucio, no hay nada que me denigre.

ACABA CONMIGO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora