Capítulo cuatro.

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4. Día en aburrido en casa.

                                                                                                                  Música: Lovely, Billie Ellish ft. Khalid.

Al día siguiente se despertó casi a las diez de la mañana.

Se había levantado con pocas ganas de vivir y eso conllevaba a no desayunar, no era la primera vez que sucedía, pero aun no ponía en práctica el: "tu cuerpo no tiene la culpa"

A sus diecinueve años de edad Mallory había dejado la comida de lado, consideraba que no era importante y mucho menos necesaria, pensaba que si comía dos veces a la semana y bebía agua todos los días podrías sobrevivir.

—A la mierda —dijo.

Si aquellos pensamientos se los planteara a alguien, esa persona le creería, pero la verdad es que a ella no le gustaba cocinar y tampoco salir a comprar comida para ella, solo iba a la veterinaria que tenía una pequeña tienda y le compraba comida a su mascota.

El ladrido de su perro la exaltó mientras se quedaba dormida en el mueble, al abrir los ojos lo miró con el ceño fruncido y se levantó. Mientras caminaba le decía a su perro que tenía razón, que comer era importante y que debía tomar responsabilidad de su vida.

Cuando estaba a punto de ir a bañarse el timbre de la puerta sonó, pensó que era Pixie, pero al ver que eran sus padres se alertó. A pesar de eso les sonrió.

—¿Qué hacen aquí? —cuestionó de inmediato —. ¿No se suponía que estaban en dominicana?

—Hola a ti también jovencita —sonrió su madre mientras entraba a la casa.

Su padre por su lado le sonrió le dio un fuerte abrazo tras un beso en la frente.

—Hola, pá. ¿Me podrías explicar?

Espero poder recibir alguna respuesta, pero por su parte el hombre negó suspirando.

—Tu madre me domina —respondió —. Si no accedo a sus peticiones me deja dormir en el suelo por el resto que nos queda de vida.

Ella sonrió aun abrazando la cintura de su padre, ambos se acercaron a la mesa en la cual estaba su madre, se sentaron y se miraron entre sí, pero la vista de Mallory estaba puesta en la funda que tenía su madre en las manos.

—¿Qué traes ahí?

—Comida —contestó de forma neutra —, sé muy bien cómo eres, Mallory Rosé Mars.

—¿En serio? —sus ojos brillaron, pero el sonido de su nombre completo seguía haciendo eco en su cabeza.

—Sí, princesa. He hecho tu plato favorito y hemos traído algunas cajas de macarrones —dijo su padre.

—¡Gracias! —dijo con emoción.

—Pero no por eso significa que los comerás todos y que luego solo vivirás a base de agua —la riña de su madre no se hizo esperar, ella sabía lo que venía —. Cuando eras pequeña te enseñé a comer bien, no sé qué te pasó ahora en tu juventud, ¿es por un hombre?

No digas mamadas Meriyen —susurró.

Su padre que estaba a su lado contuvo una carcajada y puso su mano sobre su boca tratando de mantener la compostura.

—¿Qué fue lo que dijiste? —cuestionó su madre, y sí, tembló.

—Que me enseñaste a todo menos a cocinar —dijo por fin, pero su madre la miró con... ¿burla?

—Hija, eso estaba en manos de tu padre, ¿yo? ¿Cocinar? —respondió —. Eso es algo que nunca podrás ver.

Y no mentía, a su madre no le gustaba cocinar para nada.

—Ayer fue tu primer día en la universidad, ¿cómo te fue?

Su padre fue el primero en interesarse, aquello hizo que su madre asintiera y lo secundara.

—Me fue bien, conocí a un grupo de chicos, pero nada duradero; solo me estoy llevando bien con mis vecinos, que para colmo también estudian en la misma universidad —sonrió para ellos mientras metía una porción en su boca.

—¿Y algún chico? —ante aquella pregunta la mente de la chica viajó al insoportable de Ajay.

—No, mamá. No hay chicos, tampoco chicas. No hay nada —respondió.

—¿Estás segura?

Green se acercó a su dueña en reclamo de un poco de lo que comía, eso fue una buena distracción para ello y bajó la cabeza hasta su nivel acariciándolo.

En ese momento el recuerdo del chico del café llegó como una brisa en medio de un caluroso día de verano. Ella se reprendió por pensar en una persona que vio solo una vez y que con la amplitud de la universidad era muy poco probable que se volvieran a encontrar.

—Sí mamá.

—Si te hubieses quedado en nuestra ciudad ya hubieses tenido un revolcón.

—¡Mamá! —gritaron en unísono padre e hija.

—¿Qué? El sexo es bueno —dijo mirándolos—, ¿o me equivoco?

Ambas personas mantuvieron silencio, pero de forma disimulada la madre de Mallory vio a su esposo y le guiñó un ojo; este se sonrojó de inmediato.

—Es hora de irnos, Mathias.

Ante aquello el hombre se levantó de inmediato dejando un beso sobre la frente de su pequeña.

—Cuídate mucho, mi pequeña flor.

—Ustedes también papá, los amo —dijo mientras los veía salir por la puerta.

—Saldremos del país, iremos a visitar a la familia de tu madre. —Mallory abrió la boca en sorpresa.

—¡Yo quería ir!

—Iremos cuando tengas vacaciones, por ahora estudia, pero no demasiado. Te amamos, hasta luego.

Con esas palabras vio como sus padres desaparecían por las escaleras del edificio; los amaba, ellos eran todo para ella, no le hacía falta más nada si ellos estaban ahí. Tenía una buena relación con su familia y aunque su hermana mayor casi nunca se dejaba ver, también la amaba por igual.

—¿Tus padres? —de sus labios salió un sonido por el sobresalto —. Lo siento, no pretendía asustar.

—Está bien, Devon, lo sé —lo tranquilizó sonriendo —. Y sí, ellos eran mis padres.

El cuerpo del mencionado estaba diseñado con un traje negro.

—¿De traje tan temprano? —él asintió suspirando.

—Es casi mediodía y tengo cosas que hacer, si no las hago ahora me quedaré en quiebra —respondió con una sonrisa —, y no queremos eso, ¿verdad?

Ella negó de igual forma con una sonrisa.

—No lo queremos —susurró mordiéndose el labio inferior—. Nos vemos después, debo entrar.

—Casi se me olvidaba —Devon levantó su vista al techo pasándose la mano derecha por el pelo —, más tarde vienen unos amigos a tomar algo, ¿te gustaría pasar? —ella puso los labios en una línea fina —. Deduzco que eso es un sí. ¡Nos vemos en la noche!

El cuerpo del chico salió disparado hacia las escaleras.

—¡Pero no dije que sí! —su grito se oyó por todo el edificio.

Y después de unos segundos sonrió oyendo la voz de Devon.

—¡Para mí sí!



*

Gracias por leer <3

Con amor, Mallory Rosé.Where stories live. Discover now