Capítulo 21: Aparentar - Tomas

3.1K 632 388
                                    

Soledad, eso era lo único que conocía. Tenía a dos amigos, niños con los que creció, pero que las mentoras siempre gustaban separar.

Mauro era relajado, alegre y soñador. Siempre preguntando por las Evas y cuándo tendría una. Christopher tenía una bonita sonrisa, era aventurero y a veces algo rebelde, como si en sus genes no estuviera la sumisión que todos aparentaban tener.

Sin embargo, él sabía que tenía algo más. Sí le atraía la idea de tener a una Eva, pero era justamente eso lo que le causaba estrés, el hecho de que supieran que no solo le causaba curiosidad las chicas, sino también los chicos. Al menos eso sentía.

Nunca les habían dicho si eso podía pasar, así que estaba confundido. Creció sintiéndose raro y perdido, pero dejándolo de lado lo más que pudo. A veces creía que lo había dejado atrás, que era solo una etapa, pero bastaba ver la sonrisa de su amigo para replantearse las ideas.

Temía cuando las preguntas en los exámenes eran acerca de sus amigos. No creía estar respondiendo nada fuera de lo normal, después de todo, probablemente lo que sentía era normal. Solo se parecía mucho a lo que le habían explicado cómo se sentiría con una Eva.

Pensó que quizá tomar la decisión férrea de simplemente olvidarlo y aparentar, iba a solucionarlo.

Pero no pasó.


Christopher se acomodó, girando en el colchón, pero chasqueó los dientes y bufó, girando de nuevo.

—¿Todo bien? —dejó la tableta translúcida en la que leía sobre las Evas.

El chico miraba con molestia hacia la pared.

—¿No sientes que le pasa algo raro a tu cuerpo?

Miró al costado, meditando.

—Eh... Depende de a qué parte te refieres, supongo.

—Yo sé a qué parte —se burló Mauro desde la otra cama—. El amigo de ahí abajo.

Christopher se sentó veloz y le lanzó una almohada ocasionando que el chico soltara una carcajada.

Tomas arqueó una ceja sonriente.

—¿Qué?

—Hace lo que quiere a veces —renegó el ojiazul—. No sé qué pasa.

Tomas creyó que era el único al que le estaba pasando algo raro también. Tenían como doce años, tampoco era que pasara seguido, pero al parecer también les molestaba.

Fue entonces que los drones aparecieron frente a ellos, con cierto aire amenazante.

—No hablar sobre tu cuerpo —dijeron.

Los chicos resoplaron.

—Claro —murmuró Tomas volviendo a tomar la tableta.

No entendía qué de malo tenía que hablaran de sus cuerpos, si todos estaban pasando por lo mismo.

Luego de eso, terminaron separando a todos los chicos, cada uno en una habitación. Era un proceso para todos, así que no pensaron que fue porque hablaron. De todas formas, el verse alejado de ellos no le preocupó.

Eso en parte le había hecho ver que quizá lo que el sentía también era lo usual, solo que simplemente nadie hablaba de ello.

De todas formas, todos estaban más y tan interesados en tener a una Eva, conocer cómo se sentía ser querido por una, sentir ese calor, que en realidad todos los demás temas siempre quedaban de lado.


Pasaron unos años más y esperaba en verdad lograr ser compatible con una chica primero, por ser mayor unos meses. Pero luego de haber recibido una X en un par de pruebas extrañas sobre figuras y demás cosas abstractas, la preocupación le abrumaba.

Eva: el proyectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora