• four •

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"La obsesión hace cualquier cosa posible." Missin.

IV.

Un golpe.

Dos golpes.

Tres golpes.

De nuevo; un golpe, dos golpes, tres golpes... el ciclo que parece no tener fin para aquella víctima que apenas puede mantenerse de pie, porque sabe que una vez caído, significaría un peor final.

Maldiciones escapaban de los labios de su atacante, logró mirar sus ojos buscando el color; sólo logró ver un profundo negro.

Gemidos de dolor, un poco de llanto y el duro crujir de huesos que se estrellaban contra el pavimento y los puños que sólo intensificaban el dolor de lo que alguna vez fue un chico.

—P-para... — murmuraba el joven antes de caer al suelo con lágrimas en los ojos solo esperaba que todo terminara pronto, una sonrisa en los labios del agresor se formó.

— ¿Qué pasa? ¿Estoy siendo muy duro contigo? — habló fríamente con una pizca de ironía, al levantarlo suelta otro golpe que impacta en su mejilla, pero al sostenerlo, él no vuelve a caer.

—P-para, por favor. — suplica sollozando.

—Tiene razón, Caim. Hoy te has excedido. — intervino su mejor amigo.

¿Por qué le llamaban así? Sabía que no era su verdadero nombre, solo un apodo que no sabía dónde provenía. El ojiverde gruñó, empujó a su víctima a la pared con fuerza antes de acercarse a él y besarlo con brusquedad. El pequeño hombre frente a él sollozaba en el amargo beso, pero a su vez este le sabía a gloria. No entendía porque dejaba que esto pasara; que lo hiciera llorar para después besarle con ferocidad, golpearlo hasta sangrar mientras este rogaba que se detuviera para después follarle a su antojo. Nada de palabras lindas, sólo eran caricias obscenas, y sexo intenso acompañado de maldiciones que lo hacían enloquecer.

—Es suficiente. — Su amigo pelinegro intervino por segunda vez. —Vete, Jimmy, ya has aguantado suficiente.

El chiquillo miró por última vez a su agresor, esperando una mirada que le hiciera permanecer ahí un poco más, pero no obtuvo aquella mirada esperada, como siempre. Se limitó a sorber por su nariz y retirarse de aquélla oscura calle solitaria.

— ¿Hermano no crees que lo estás llevando a otro nivel? —Inquirió.

El de cabello rizado hizo caso omiso a las palabras de su mejor amigo caminando de un lado a otro como león enjaulado. — ¿Qué te está ocurriendo, Styles? Llevas días buscando a chicos que se le parezcan y cuando lo encuentras, sólo lo golpeas, lo besas, le dices que no volverá a pasar pero sigues abusando de él. —El de ojos verdes parecía no escuchar — ¡Sus ojos son azules! ¡Cómo los de Louis! Y vaya que no es casualidad que su cabello y su ropa se le parezca, incluyendo la estatura, ¡Le hiciste cambiar de ropa y la forma de peinarse! Sólo para que se pareciera a Louis.

— ¡Basta! ¿Qué quieres escuchar? ¿Qué me estoy obsesionando con él? ¿Qué necesito volverlo a ver? Sí, tal vez. —Gruñó— Mierda, no tienes idea de cuánto me está costando no pensar en él... —Colocó sus manos tras su cabeza sobre su cabello, jalando de él. — Cuando le vi la primera vez; quise tenerlo en mi poder. Quise que él fuera mío; y no estoy dispuesto a descansar hasta que lo sea.

***

La vida no era perfecta, eso lo sabía, Louis no era perfecto, si él o la vida fuesen perfectos; aquél chico de ojos esmeraldas le hubiese pedido una cita, su número o algo, y quizá el no sería tan extraño, así como Louis, que no le hubiese permitido tales acciones tan agresivas y mucho menos estar pensando en él tantos días continuos y ni uno le había visto. Pero el mundo no era perfecto, y tampoco Louis.

Monster » l.s. ©Where stories live. Discover now