Capítulo 2

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Quedé paralizada unos minutos, el señor Guevara se dio cuenta y comenzó a irritarse.

—Señorita Acosta retírese, el señor Suárez todavía requiere limpieza. — Carla asintió y sin decir nada se retiró.

—Señor Guevara, disculpe voy a seguir con mi labor, el señor Gómez necesita antibióticos— me di la vuelta temblando.

—Claro que no, tiene que contarme su sueño y me gustan los detalles— negué bajando la cabeza.

— ¿Me va a decir que es tímida? Digo si no tiene problemas en contarle a su amiga sobre su sueño caliente conmigo, tampoco se avergüence al contarme — cerré los ojos.

No sabía que contestar o si contestar, no tenía que contar esto acá, ahora estoy metida en un problemón.

Sentí una mano rozarme la espalda, me dio un escalofrió y volví a darme la vuelta lista para correr un maratón.

—Señor Guevara, mire yo lo lamento de verdad, no sabía que estaba cerca y ruego que disculpe lo que le conté a Carla. No quise faltarle el respeto. — sonrío.

— ¿No quiso faltarme el respeto? ¿Quiere que la disculpe? Bueno, cuénteme su sueño— negué.

—No, voy a buscarle los antibióticos al señor Gómez. Perdón. — me tomó del brazo antes que me fuera.

—No te vas a ir, Alma, te deseo—abrí la boca y lo miré a los ojos.

— ¿Usted me desea?— él asintió.

Se acercó mucho más a mi cuerpo y me tomó de las caderas. Mientras sentí sus brazos envolverme completa, no podía imaginar una sensación más placentera. ¿Es un sueño? Por favor, que no sea un sueño y que de verdad me desee.

Lo soñé tantas veces a este momento que si me despierto, no lo voy a superar nunca.

— Alma entrégate a mi— me susurró en el oído.

—Si Martín me entrego a vos, ámame— él me sonrío.

— ¡Alma! ¡Alma! ¿Qué haces?— gritó mi amiga Carla.

Entró a la habitación pálida y a los gritos.

— ¿Carla qué haces acá? — dije confundida.

¡Alma, despierta que el señor Gómez se nos va!

Abrí los ojos y Carla estaba frente a mí reanimando al señor Gómez.

Sentí que me iba a dar un taque, reaccioné y apreté el botón rojo de urgencias, mientras la ayudaba a reanimarlo con las manos. Los doctores entre ellos Martín, rápidamente vinieron con el desfibrilador, y pudieron reanimarlo.

Si no fuera por Carla el señor Arturo hubiera muerto, por dios, me quedé totalmente dormida.

Los doctores entre ellos Martín, rápidamente vinieron con el desfibrilador, y pudieron reanimarlo.

Luego de que revisaran al señor Arturo, mi amiga Carla nos preparó un café y yo fui directo al baño, me lavé la cara y miré mi reflejo en el espejo.

Solo en sueños ese hombre te puede decir que te desea, mírate lo que sos, una bestia.

Cerré los ojos y respiré profundo para tranquilizarme un poco, hasta que tocaron la puerta y me deshice de esos pensamientos negativos, por el momento.

— Ya salgo— dije mientras me limpié las lágrimas que caían por mis mejillas.

Me di un vistazo al espejo, sonreí y salí.

—Acá tenés el café, amiga te juro que me asusté mucho cuando vi que se nos iba Arturito, y más porque no despertabas. — dijo tomando un sorbo de café.

—Perdón, es mi culpa por quedarme dormida, me siento muy mal— dije mirando al suelo.

—Eso es porque no dormís bien, Alma, hace días que venís distraída— dijo preocupada.

—Sí, lo sé perdón— no aguanté y me largué a llorar.

—No llores Alma, a todos nos pasa no dormir bien, la enfermería no es fácil te consume tiempo y horas de sueño. — se acercó a mí y me dio un abrazo.

—No es por eso Carla, últimamente tengo sueños raros y no puedo conciliar el sueño — se separó de mí y me miró extrañada.

— ¿Qué clase de sueños?— contestó.

—Eróticos— dije avergonzada.

—Calientes ¿con alguien especial? — rió y yo asentí.

—Con el doctor Martín con el tengo los sueños eróticos, con nuestro jefe. — ¿Usted qué, señorita Quintana?— nos dimos la vuelta y allí estaba Martín detrás de nosotras, escuchando todo lo que decíamos, al ver su mirada por fin supe la diferencia entre un sueño y la realidad, su mirada de malestar, profunda e hiriente llegó a mi ser.

Las fantasías de Alma / Historia Corta [#5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora