Día uno: Sorpresa

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Horacio llevaba semanas pensando las palabras correctas para darle la noticia a Volkov, después de todo era su alfa y pareja. Pero contarlo lo volvía más real.

Decidió dejar de sobre pensar y continuar con los documentos que debía firmar y sellar como director del FBI, el problema era que sus divagaciones mentales lo habían distraído lo suficiente como para "leer" tres paginas completas sin recordar una sola frase de lo que estos decían.

Su mente no tenía la capacidad en este momento de pensar en más de una sola cosa a la vez, y ese asunto pendiente abarcaba todo el espacio de su mente. Si seguía tardando solo iba a volverse más difícil después, así que tomó su móvil y envió un mensaje a su amado.

"Amor, crees que podrías llegar antes a casa? Hay algo importante que quiero comentarte"

Era todo lo que decía, el temor de que Viktor malinterpretara el mensaje y pensara algo que no era permanecía, pero si añadía una sola palabra más corría el riesgo de soltarlo todo con su ya conocido poco tacto.

No tardó mucho en recibir una respuesta de este, un mensaje simple, cinco palabras... cinco preocupantes palabras.

"Yo también quiero hablar contigo" era la alarmante frase con la que respondió su mensaje.

¿Y si lo había sentido? ¿La marca podía comunicar que estaba en gestación? ¿Y si Viktor no quería un cachorro y era eso lo que le quería decir? Inevitablemente comenzaba a inquietarse, no tenía idea de cómo reaccionaría el mayor; claramente habían tocado temas como la paternidad, sin embargo era algo que tocaban por encima y pensaban a futuro.

Irritantes fueron las horas que tuvo que esperar al peli gris, pues este sí tuvo que asistir a la sede por trabajo de campo. Una mierda si se lo preguntaban. Igual el tiempo que tuvo en soledad le sirvió de mucho para pensar las palabras exactas con las que le explicaría a su amado la situación, ¡incluso las escribió en suba hoja para no perder el discurso!

Por otro lado, el ruso salía de prisa de la sede, tomó su coche personal aparcado a las afueras de las oficinas y arrancó a toda velocidad. Temía por lo que fuera a decirle su pareja, mas sentía la inquietud de esta, alarmándole en demasía. Extendió su mano al asiento de copiloto, donde su chaqueta cubría recelosamente la pequeña caja de terciopelo rojo.

Llevaba ya tres años como pareja oficial con el crestudo y dos más desde que llevaban la marca, sin duda consideraba que era un buen momento para dar el siguiente paso, sin embargo las palabras del más bajo lograron bajar sus ánimos.

Llegó a casa, entrando rápidamente en busca del menor. En cuanto el pelirrojo fue interceptado por su campo de visión corrió a él y lo estrechó entre sus brazos, llenando sus pulmones de tan exquisito aroma a chocolate, soltando sus feromonas hasta embriagarlos con la perfecta combinación de chocolate y menta.

Fue llevado al sofá por su novio, ambos con el corazón latiendo a mil.

—Vik-...  —Comenzó, pero fue interrumpido.

—No sé lo que pase, pero lo vamos a superar juntos, no es necesario que tomes medidas desesperadas. —Interrumpió al moreno, tomando sus manos entre las propias para demostrarle su apoyo.

—Viktor- Es que yo- yo no sé cómo te lo vayas a tomar. Es curioso, preparé todo un discurso pero ahora no me salen las palabras.

—Hache, tú sabes qué lo que sea que esté pasando puedes decirme, lo superaremos juntos. —Alentó posando su diestra sobre el muslo ajeno y brindando un suave apretón.

—De acuerdo... —susurró. —Hace unas semanas fue mi celo y no sé qué fue exactamente lo que falló si ambos nos cuidamos, pero-

Para este momento el ruso había perdido completamente los sentidos, entendiendo por dónde iba la platica. Inevitablemente una carga de libró de sus hombros, permitiéndole respirar con más paz.

—Estás en cinta. —Completó la frase, se llevó una mano a cubrir su boca y la otra a estrechar la de su amado con emoción.

—Tú... ¿no estás molesto? —cuestionó, había pasado demasiado tiempo alterado por los distintos escenarios catastróficos en los que su alfa le rechazaba que obvió por completo la posibilidad de que éste se encontrara tan feliz como él al saber la noticia.

—Pero claro que no, coño. —Limpió las lágrimas que amenazaban con salir de sus lagrimales y apoyó suavemente sus palmas en el vientre de Horacio, sonriendo al saber que ahí dentro comenzaba a formarse el fruto de su amor.

Fue entonces, cuando la excesiva euforia bajó, cuando cayó en cuenta de que él también tenía algo que decir. Caminó hasta su chaqueta mientras decía: —Creo que este es un buen momento para expresarme también. —Rio suavemente, avanzó hasta quedar frente a su omega y se arrodilló. —Sé que no estamos en un restaurante caro en el centro de la ciudad, y tampoco ambos vestidos con nuestros mejores trajes —señaló, pues él mismo aún llevaba el uniforme del FBI y su pareja iba en pijama —... pero creo que no encontraré mejor momento que este —abrió la cajita que llevaba escondida entre sus manos, dejando ver un precioso aniño con la forma de una mariposa azul formada con pequeñas piedras. —Horacio Pérez, ¿Te quieres casar conmigo?

Sin duda ambos se habían llevado una gran sorpresa.

Volkacio week 1yrWhere stories live. Discover now