10 - end

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Narrador

—Tuve una idea para que Soobin dejara en paz a Karina. Es un poco retorcida pero sirve —comentó Giselle.

—¿Ah si? ¿Cual? ¿Y cómo te ayudo? —respondió Ningning.

—De hecho ya la hice. Solo quería informarte.

—¡¿Y no me dices nada?! —le dio un manotazo en el brazo.

—¡Auch! ¡Te lo estoy diciendo ahora!

—¡Pero ahora ya no vale, tonta! —le dijo Ningning. Giselle puso cara de ofendida.

—¿Me has llamado tonta? Eso me ha dolido.

—Era broma...

—No era broma —giró el rostro.

—Para... No queria decir eso —hizo un puchero.

—Bueno... Te perdono —dijo dándole un beso en los labios.

—Ahora cuéntame qué hiciste —sonrió.

*flashback*

—Hola Soobin —dijo Giselle apoyándose en la taquilla de las duchas.

—Pero bueno, qué sorpresa, si es la amiguisima de mi novia. ¿A que se debe esta visita? —dijo riéndose mientras se echaba desodorante.

—Ex novia —acentuó Giselle sonriendo—. Solo pasaba por aquí... ¿El futbol bien, no?

—¿A que viene esa pregunta?

—Solo quiero saber si lo llevas bien, ya sabes, por los ojeadores y todo eso.

—Eh.. Sí, claro. Muy bien.

La cara de Soobin era muy confusa, como si no estuviera entendiendo nada. Creo que nadie entendería que sucedía.

—Me alegro, supongo que estas esperando a que te den el veredicto para las becas.

Soobin alzó la mirada y se paró recto frente a ella.

—¿Por qué lo dices?

—No sé... Es que sería muy triste que después de todos estos años de esfuerzo, de intentar que te den la beca universitaria de fútbol... El ojeador te diera el no.

Soobin tragó saliva.

—¿Y por qué haría eso?

—Porque no sé, da la casualidad y esas cosas de que es mi tío —sonrió.

En ese momento Giselle casi desea haber puesto cámaras escondidas porque el rostro de Soobin era el mayor cuadro del universo.

—¿A que viene esto, Giselle? ¿Qué quieres?

—A que si no dejas en paz a Karina, en paz de verdad Soobin, de que la dejes tranquila y hacer su vida, una sobrina muy enfadada va a tener que hacerle una llamada a su tío, ¿y no quieres que eso pase, verdad? —sonrió.

Soobin rodó los ojos.

—Lo que tu digas, la dejaré en paz. Pero ni se te ocurra hacer nada.

—Vaya, pensaba que te resistirías un poco más.

—A veces las personas tenemos prioridades en la vida, y esa idiota no es una de ellas.

Soobin cogió su toalla, cerró la taquilla de un portazo y salió de la habitación sin apenas mirar a Giselle. En ese momento la morena se sintió que había ganado la lotería.

*fin de flashbacks*

—¡¿Es en serio?! ¿Y a funcionado?

—Al parecer sí, eso creo.

la pequeña salita de la biblioteca - winrinaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن