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Karina

Aquel beso cambió las cosas por completo. Y no, no fue a mal.

Agarré su brazo al verla pasar por el pasillo de clase y la metí dentro del lavabo. Antes de que pudiera reaccionar empecé a besarla como tanto necesitaba hacerlo.

Minjeong agarró mi rostro con sus manos para profundizar aún más el beso, sonreí en uno de esos instantes porque era increíble lo feliz que podía hacerme un beso suyo.

—¿Y esa sonrisa? —volvió a besarme.

—Porque me haces feliz —terminé mordiendo su labio inferior y tirando de él.

Minjeong se separó un poco para mirarme. Me observaba el rostro de lado a lado como si quisiera examinarme entera. Tras eso sonrió.

—¿Yo te hago feliz?

—Claro que lo haces —sonreí y la besé.

—Karina...

—¿Sí?

—Llevamos así dos semanas —tragó saliva mientras me agarraba la mano—. Besándonos, quedando, siendo algo... qué no sé que es. El hecho de que me digas esto me alivia.

—¿Te alivia? ¿Acaso lo estabas pasando mal? —fruncí el ceño.

—No, no. Pero me daba miedo que tú...

—¿Que yo...?

—Que conocieras a alguien más y te olvidaras de mí. Ya sabes, un nuevo Soobin.

Qué idiota es. Como se nota que no tiene ni idea de lo enamorada que estoy de ella.

—Escuchame bien, —agarré su rostro con ambas manos y la miré a los ojos— jamás haría eso porque estoy enamorada de ti, y sólo de ti. Eres preciosa, me tratas como una princesa, me cuidas, estás siempre para mí... Eres lo que siempre soñé, Min.

—¿De... de verdad? —hizo un puchero. La volvi a besar porque no pude evitarlo.

—De verdad, bebé.

—Yo también estoy enamorada de ti... —sonreí—. Tu... ¿Quieres ser mi novia? Ya sé que no es el mejor sitio para pedirlo pero tengo muchas ganas de hacerlo y...

—Sí —interrumpí—, pues claro que sí.

Ella me sonrió y en ese momento supe que estaba tocando el cielo con la punta de mis dedos.

***

Cerré la taquilla y metí los libros en mi mochila, debía ir a casa pero antes pasar por la clase del señor Miz para buscar a Minjeong. Dijimos de volver juntas y ver una película en mi casa, me faltó tiempo para morirme de la emoción. Todo lo que implicara cualquier plan con ella me generaba una sensación indescriptible.

Noté como algo o alguien me tapaba la luz de la ventana y cuando alcé la vista vi a quien menos me apetecía ver.

—¿Qué quieres? —le dije a Soobin sin apenas paciencia y cerré la mochila.

—Nada, saber qué ibas a hacer hoy.

—Nada que sea de tu incumbencia —comencé a andar y él, cómo no, a seguirme.

—Oh vamos, deja de ser así. Te he pedido perdón, ¿no podemos volver a lo de siempre?

Frené en seco y me quedé frente a él.

—¿No te das cuenta de que tu mismo haces que la gente se canse de ti? ¿De que acabe agobiada? Que las cosas que haces no son de una persona cuerda.

—Ahora tendré yo la culpa de que la gente quiera liarse contigo.

la pequeña salita de la biblioteca - winrinaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon