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Minjeong

—¿Entonces os odiais o sois novias? —preguntó Ningning.

—Ninguna de las doooos, ya te lo he explicado.

—Sois novias —rodé los ojos—. Es broma Minjeong, es que me hace gracia tu reacción, además, el otro día se la veía muy preocupada...

—¿Preocupada? —pregunté curiosa.

—Pendiente de lo que te pasaba o dejaba de pasar. Yo soy una tumba Min —dijo encogiéndose de hombros y riendo.

—Oye que somos amigas, idiota. Dime que te dijo de mí.

—No me corresponde a mí, cariño mío.

—Eres de lo que no hay —suspiré rendida.

Caminábamos hacia el aulario principal para ir a nuestra primera clase del día. Había pasado una semana desde que Karina y yo volvimos a ser cercanas y esta vez parecía ir en serio. Desde ese entonces ella volvió a ser quién era antes de su comportamiento frío hacia mí; me saludaba, interaccionaba conmigo delante de todo el mundo a pesar de que sabía que tendría las miradas de la gente sobre ella. Se comportaba incluso más cercana que antes y qué queréis que os diga, aquello me hacía feliz.

—Hablando de la reina de Roma —comentó Ningning.

Me giré a mi derecha para encontrarme a Karina viniendo apresurada hacia nosotras. Su sonrisa brillaba como siempre.

—¡Gracias por esperarme! —comentó— Hola chicas —tras saludar me miró y dejó un pequeño beso en mi mejilla.

Debería estar acostumbrada pues lleva haciéndolo desde hace una semana, pero yo sigo aquí como una idiota poniéndome mas roja que un tomate.

—Hola Rina, ya me la has dejado tonta lo que queda de día —dijo Ningning refiriéndose a mí y le di un golpe en el brazo— ¡Auch!

—Idiota —le comenté y me giré a Karina—. No le hagas caso, a veces desvaría.

—¿Lo hace, Minjeong? —me preguntó levantando una ceja y tragué saliva.

—Eh... Sí, eso creo.

Karina sonrió y seguimos nuestro camino a clase. Las cosas como son y lo cierto era que cada vez estaba más y más enamorada de Karina. Su voz, su mirada, sus rasgos, su forma de tratarme y de cuidarme... ¿Cómo no iba a enamorarme?

—Oh mierda, se me ha olvidado el trabajo de economía —recordé de la nada. Justo tenía que ser hoy, el ultimo dia de entrega.

—Si quieres te acompaño —comentó Karina.

—Tranquila, tienes clase. Iré yo que no quiero molestar.

—Nunca molestas Minjeongie. Te acompaño.

—Karina...

—Nada más que hablar —dijo sonriendo.

Ningning seguía callada observando el panorama con una sonrisa en su rostro, no sabía que se le pasaba por la cabeza pero agradeci no saberlo.

Karina y yo nos dispusimos a ir hasta mi casa para recoger el trabajo. No tenía la clase hasta después el almuerzo así que me daría tiempo a ir a buscarlo y volver de sobra, pero me daba apuro por Karina y sus clases.

—Oye de verdad, no tenías por que...

—Deja de ser cabezota, quería acompañarte. Además, así paso mas tiempo contigo —dijo esto último casi en un susurró y me sonrió, yo le sonreí de vuelta.

Mentiría si digo que no me estaban matando los nervios. Llegamos hasta el parking y nos subimos al auto directamente.

—Cinturón por favor.

—A sus ordenes —respondió.

—Dime, ¿te apetece escuchar algo en concreto?

—Mmmm sí —respondió mirandome—, a ti.

Carraspeé porque casi me atraganto. Ridiculo.

—¿A-A mí?

—Sí, a ti —puse el coche en marcha y salí del parking—. ¿Tienes... algo que hacer este finde?

—No, bueno, estudiar tal vez, pero nada importante. ¿Por qué?

—Había pensado... —dijo hasta que se calló—. Bueno nada. Es una tontería.

—No, dime. ¿Qué habías pensado?

—No sé —rió negando—, tal vez te apetecía venir a mi casa. Podemos cenar y ver una peli.

Gire el rostro para mirarla y sonreí.

—Claro, este finde entonces.

Ella asintió y no pude evitar sonreir. Era increíble el punto al que habíamos llegado, jamás me imaginé que vería a una Karina tímida intentando hacer un plan conmigo. Supongo que esto era un gran avance...

Poco después llegamos a mi casa y entramos, mientras ella esperaba en el salón yo subí rápidamente a mi cuarto a recoger lo que necesitaba y no hacerla esperar mucho más. Pero cuando bajé pasó algo.

—Ya tengo las cosas, ¿vamos?

Karina se quedó en silencio seria, no dijo nada. Fruncí el ceño, era imposible que hubiera pasado algo en lo que subía y bajaba.

—¿Karina? ¿Pasa algo? —me acerqué un poco más a ella.

Lo siguiente que ocurrió fue quizá lo mejor que me había pasado en mucho tiempo.

Karina se abalanzó sobre mí poniendo sus manos a cada lado de mi rostro y empezó a besarme. Fue tanto que tuve que dar pasos hacia atrás del impacto. Al principio me mantuve con los ojos abiertos del shock, pero tardé poco en acomodarme al beso y seguir besándola con la misma intensidad que le estaba poniendo ella.

Sus labios eran suaves, era como tocar el cielo con la punta de los dedos. Sus brazos se entrelazaron en mi cuello acercándome más a ella mientras que yo la agarré de la cadera. Karina me besaba como si se le fuera la vida en ello, no sabía exactamente por qué hizo esto pero se lo agradecía. Lo necesitaba.

Poco después me separé cortando el beso y la habitación se llenó de nuestras respiraciones agitadas.

—¿Y...y esto?

—Espero que no te haya molestado, llevo queriendo hacerlo desde que te vi.

—Dios Karina —la volví a besar—, no me hagas esto. No lo hagas si es algo pasajero —la besé—, porque yo me muero por ti.

—¿De verdad? —ella sonrió.

—No sabes cuanto.

la pequeña salita de la biblioteca - winrinaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin