5 [Editado]

156 16 1
                                    

5

«LOS MOTOCICLISTAS SON UNOS DESCEREBRADOS»

JESS GREEN

Dylan Lutz no es un tipo alto o musculoso, tiene mi altura y es bastante delgado. Parece una sardina enlatada. Sus ojos son un par de canicas color cielo: pequeños, acordes a sus cejas pobladas y descuidadas, pero llamativos. Su ropa es gris y holgada. Luce un rostro inexpresivo como el de su hermana.

Su madre lo mira con una sonrisa especial pese a su estado ermitaño.

—Oh, querido. Ven con nosotros y siéntate.

Dylan se encuentra con mis ojos, compartimos un pensamiento, la complicidad que nadie más nota cuando mi cuerpo vibra en una aceptación: «Te veo».

—Buenos días —dice entonces, sorprendiéndome con su amabilidad.

—Buenos días. —Mi familia lo saluda.

—Soy Dylan Lutz —se presenta.

Levi lo analiza en lugar de mirarlo, como los papás.

—Tiene otra hija, ¿verdad? —le pregunta sin apartar los ojos de Dylan.

—Oh, tendrán que disculpar a Judith. Ella no se encuentra muy bien.

—¿Está enferma? —le pregunta Hannah.

«¡Con razón!» Es un mondadientes pálido y despeinado. Un virus estomacal justificaría su falta de sol y habla.

—Oh, nada de eso, querida. Sólo está... —sostiene la palabra buscando la respuesta adecuada—: indispuesta.

Levi y Hannah se miran. No creen lo que esta mujer les dice. Y una parte de mí, concuerda con ellos.

Afortunadamente, Papá Mike es el primero en darse cuenta de cuando algo va mal, como en este caso.

—Señora Lutz.

—Oh, por favor, llámame Michelle. Señora Lutz suena demasiado formal para una mujer de 39 años. ¿No lo crees? —le pestañea, ¿coqueta?

«¿WTF?»

Mamá destella sus celos. Coloca su mano sobre la rodilla de su marido, reclamándolo.

Como no saque a mi madre de aquí el «modo perra» será activado. Además, el embarazo la tiene con las emociones a flor de piel: su instinto la controla.

—¿Cuánto tiempo llevan casados?

—Bastantes años —contesta Papá Donnie.

Por el rabillo del ojo advierto el peso en la mirada de Dylan. Me incomoda. Cruzo los brazos por debajo de mi pecho, pero eso resalta mi busto. ¡Y para colmo de colmos, no me puse un brasier! Eso me pasa por creer en la libertad.

¡Y para rematar con broche de oro... inicia una plática de aburrimiento total!

—¿Cuál es tu materia favorita? —me pregunta.

Me lo quedo viendo. Entrecierro el ojo izquierdo. Ni el «buenos días» o un «hola» como entrada me da. Además, no me apetece hablar de la escuela cuando de por sí paso la mitad del día pensando en los estudios. ¡Aún es domingo, Jerusalén!

«Primero mis padres y ahora el vecino. ¿Quién sigue?, ¿mis hermanos?»

Doy una respuesta al azar:

—Física.

Y ni cuenta se da:

—La mía es Algebra. Soy un sobresaliente.

Debajo de las sábanas #1 [Una historia más de POLIAMOR #2]Where stories live. Discover now