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Hay cosas que no se pueden evitar.

No podía con esa sensación.

Podía venirse en cualquier momento.

El baño tenía seguro. Su cabeza estaba apoyada en una toalla, las gotas de sudor resbalaban por su piel y sentía que estaba ardiendo. Yuno estaba masajeando su oreja derecha en el piso del baño, con su otra mano estaba bombeando su miembro, con la idea de que todo el mundo pensaba que estaba muerto.

La sensación de libertad a otro nivel...

Habían encontrado sus órganos y cuerpo destrozado en un basurero, lleno completamente de los fluidos corporales de ese villano. Trató de manchar su imagen, pero nadie le creyó.

Los noticieros solo están de luto, como el héroe más joven y amado de la ciudad terminó con un final trágico, humillado en sus últimos momentos de vida.

Al final buscó a la escoria y le cortó la cabeza, terminó en los baños de la funeraria de su propio velorio, podía escuchar a muchas personas llorando ahí cerca.

Estaba a nada de llegar al clímax, su glande chocaba contra el piso lleno de algunos vidrios rotos, movió su cabeza y la toalla se hizo a un lado.

Tenía los ojos cerrados, la superficie fría y sucia se sentía perfecta en su cara, se restregó aún más y sintió la extraña necesidad de lamer el piso.

Contrario a lo que pensaba, el suelo tenía un sabor dulce.

Ese fue el desencadenante e hizo que los vidrios, la sangre y el semen se mezclaran.

Continuará...

« El complejo del héroe »

Una semana antes.

— Caín Forbes.

— Presente.

El último día de escuela antes de entrar en vacaciones, el chico que  usualmente era ruidoso, estaba callado.

Al finalizar las clases, el turno vespertino salió y Caín se reunió con su grupo de amigos en la casa de alguien que vivía cerca. Como era un colegio para alfas y betas con dinero, Caín resaltaba en especial.

Un beta con estatura baja al promedio, pero con buena personalidad.

Al final, Caín tuvo que excusarse con que lo habían llamado de casa para irse de esa reunión. Dos alfas se habían puesto a pelear, soltaron demasiadas hormonas y Caín sintió extraño.

La piel le ardía, su nuca se sentía caliente.

Las sensaciones lo abrumaron, no sabía que era lo que le estaba pasando y por accidente tomó el camión equivocado.

Eso fue lo último que recordó Caín.

Despertó con el cuerpo ligero, pero con un pequeño dolor de cabeza. Al abrir los ojos quedó algo confundido.

"¿Dónde estoy?"

.

.

.

El muchacho tenía nuevamente la cara roja, pero ya no era por el celo, era por la vergüenza extrema que estaba sintiendo.

Cuando vio a Valentín en la mañana, lo había confundido con un sirviente y le pidió que se antes de que se fuera le hiciera pan francés para desayunar,  luego el hombre de sonrisa amable le explicó que estaban en su casa, como fue que llegó ahí y las cosas que hizo mientras estaba inconsciente.

Perdón, persona equivocada-Where stories live. Discover now