━ 𝐗𝐂: Estoy bien

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Aquel claro en el que —hacía apenas unas horas— ambos bandos se habían reunido para poder parlamentar era ahora un mar de cuerpos y espadas que chirriaban y colisionaban entre sí. El intento de diálogo entre los líderes de los dos ejércitos había sido un fracaso, lo que les había llevado a sumirse en aquel cruento enfrentamiento.

El primero de muchos.

Inquieta y ansiosa, la escudera que se había convertido en su nueva adversaria decidió tomar la iniciativa a la hora de rebasar la distancia que las separaba. Eivør dobló las rodillas de manera sutil y esperó al momento justo para poder fintar hacia su derecha, pérfida y traicionera. La espada de la otra mujer cortó el aire y se hundió en el suelo embarrado con un ruido sordo, haciéndola gruñir y brindándole a la más joven la oportunidad perfecta para atacar.

Haciendo uso de toda su fuerza, Eivør movió el brazo en el que sostenía su broquel y lo hizo impactar brutalmente contra el cuerpo de la skjaldmö, que aulló de dolor mientras soltaba su propio escudo. Sin darle un solo respiro, la morena aprovechó aquel instante de vulnerabilidad para poder propinarle una patada en el gemelo izquierdo que hizo que su oponente se tambaleara y bajase inevitablemente la guardia.

Tal y como le había aconsejado a Drasil la noche anterior, no mostró ningún tipo de piedad con aquella beligerante del bando contrario. No le sonaba su cara, aunque quién sabe... Tal vez habían coincidido en Inglaterra, en tanto el Gran Ejército batallaba en tierras sajonas para vengar la muerte de Ragnar Lothbrok. Pero ahora las cosas eran muy diferentes y en una guerra solo prevalecía la ley del más fuerte, de ahí que no hubiese lugar para contemplaciones. No cuando tu propio pellejo estaba en juego.

Eivør consiguió derribarla con otro golpe de broquel y, antes de que su rival pudiera hacer nada para evitarlo, clavó el filo de su espada en su costado derecho, allá donde el peto de cuero endurecido no la cubría. La mujer profirió un sonido agónico, justo antes de que varios estertores de sangre brotaran de su boca y se deslizasen por su barbilla. Y entonces, con la misma facilidad con la que había hundido el arma en su cuerpo, Eivør la extrajo con un hábil movimiento de muñeca, terminando de arrebatarle la vida.

La muchacha se tomó unos segundos para poder recuperar el aliento. Sus orbes pardos abandonaron la dantesca imagen que confería el cadáver de la escudera —que permanecía tirado en el suelo, sobre un escandaloso charco de sangre— y escrutaron rápidamente los alrededores, donde todo era caos y desolación.

Le resultó imposible no buscar con la mirada a una figura en particular, siendo esta la de su mejor amiga, a la que, gracias a los Æsir y a los Vanir, pudo vislumbrar a unos metros de distancia. Muy cerca de ella se encontraba Ubbe, quien, una vez más, estaba demostrando sus grandes dotes como guerrero, lo que le proporcionó algo de calma en medio de aquella virulencia emocional a la que se estaba viendo sometida.

Aunque eso no era lo único que la tranquilizaba —dentro de lo que cabía, claro está—, sino que el hecho de que Astrid no estuviera participando en la batalla también le había ayudado a quitarse un gran peso de encima.

Porque sí, apenas unos minutos antes de que la lucha comenzara, pudo ver cómo en las filas enemigas Harald forzaba a la que ahora era su esposa a subirse al carromato de Ivar. Y es que El Deshuesado había actuado tal y como Björn había predicho horas atrás, decretando que las huestes se dividieran: un pequeño grupo había ido con Hvitserk al bosque; otro, liderado por el propio Ivar, había retrocedido para, probablemente, defender sus navíos de un posible ataque, y el resto se había quedado en aquella explanada, comandados por Cabello Hermoso.

Justo lo que querían.

A esas alturas los sámis ya habrían sorprendido al grupo del bosque, emboscándoles para mermar sus fuerzas. Cosa que ya había sucedido con el tercio liderado por Harald, quienes no esperaban que un número considerable de skjaldmö —encabezadas por Lagertha— surgiera de la nada y les cortase la retirada en plena batalla, consiguiendo rodearlos y cercarlos como a animales.

➀ Yggdrasil | VikingosWhere stories live. Discover now