Eres mía muñeca

El valiente dura...

Candy condujo el auto de Shane hasta cerca de un puente, después tomó un taxi hasta su casa. Ahí la estaba esperando su ángel. Sólo deseaba que siguiera durmiendo, aunque con la mordaza y atada de pies y manos seguramente no crearía mucho ruido. Al menos eso esperaba.

Cuando llegó, entró de inmediato a su dormitorio. Justo como en su sueño, Rory se encontraba acostada en su cama con los ojos abiertos, pero a diferencia de aquel, esta vez ella no podía hablar aunque quisiera.

―Llegamos hasta esto por tu culpa, ángel.

Rory miraba en todas direcciones, pero Candy sabía que la escuchaba atentamente.

―Si te hubieras portado bien conmigo tal vez hubiera llevado las cosas con calma, pero primero huyes de mí mientras me das un número falso y después rechazas mi beso.

Chasqueó la lengua acercándose a ella.

―Eso no se hace Rory, es por eso que estás aquí de esta manera... todo habría sido tan diferente de haberte portado bien

Colocó la mano en la cadera de Rory y la acarició suavemente, fue entonces que esta comenzó a retorcerse tratando de alejarse.

Eso la puso totalmente furiosa, la acomodó sobre su espalda y se colocó encima de ella.

―Te acabo de decir que te portes bien y no entiendes, eso no es bueno Rory, no me gusta nada de eso de "disciplinar" pero le puedo pedir unas clases a tu prima.

Ante la mención de Lauren, Rory se quedó quieta y sus ojos expresaron miedo.

Así que conoce el lado oscuro de su prima.

―¿Quieres que lo haga?

Rory negó con la cabeza lentamente y con los ojos cerrados.

―¿Entonces harás lo que yo te diga? ―le preguntó acariciando su mejilla con su nariz.

Rory pasó saliva y giró su cabeza evitando el beso de Candy.

―Creo, mi ángel, que necesitas que te disciplinen y me parece que tu prima te odia lo suficiente como para volverte masilla en mis manos.

Rory abrió los ojos y giró su cabeza hacia ella, no podía hablar pero Candy lo entendió todo.

Rory pelearía.

Y Candy se juró que sin importar qué, su ángel no ganaría.