Capítulo tres: El gay sin final feliz.

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—¿Ya?— pregunta Iván apenas salgo del baño ya vestido, con el uniforme perfectamente perfumado y mi cabello peinado, afortunadamente hoy es uno de los días en los que se vé mejor. Algo menos de que preocuparme.

—Listo para un posible colapso y ataque de ansiedad— digo tomando una pastilla para combatir la gripe y salgo junto a él de la habitación.

—Yo también, mi mamá la última vez que le cause una molestia me dejó de hablar por tres meses, ¡Y solo fué porque salí mal en dos exámenes!— exasperó.

—Te entiendo— suspiro, apenas bajamos las escaleras entre todos los estudiantes veo a Victorio con Elliot esperándonos, se ven cansados y con resaca, recordé lo de anoche, pudiera contárselo a Iván, pero prefería no.

Caminé hasta ellos tratando de lucir normal, tratando, porque no podía dejar de oír ese "Nunca se enamoraría de mí" ¿Cómo podía pensar eso? Él es uno de los hombres más hermosos que he visto, es educado, amable, serio también, sexy, muy sexy, y tan romántico, además, tiene ese acento francés que te hace suspirar, y de premio tiene el apellido de Timotheé Chalamet, es perfecto, ¡Cualquier persona podría enamorarse de él! Pero yo no lo haría, yo ya lo estaba, y esa era la única razón por la que no estaría con Victorio, porque quiero a Arthur. Y porque quiero demasiado a Victorio como para poder perderlo.

—Hola, Mon Amour— dice sonriendo de lado.

—Hola— respondo bajando la mirada. Tenía un sentimiento extraño dentro de mí, como si él ya no fuese mi amigo, o el mismo de ayer en la tarde.

—Hola infiel— suelta Elliot a Iván, luciendo enojado.

—¿¡Qué!?— el castaño frunce el ceño, indignado.

—No me hables hoy, Iván de los campos— dice el ojigris dándose la vuelta y camina hasta el salón.
Iván lo sigue.

—Bueno— suspira Victorio —J'aimerais pouvoir exprimer ma jalousie... [T: Desearía poder expresar mis celos]

—¿Qué?— pregunto, su voz en francés me pone los pelos de punta, suena tan imponente —¿Algo sobre celos?

—¿Estás aprendiendo francés?— pregunta alzando una ceja.

—No, sólo adiviné la palabra...

—Bien— suspira aliviado —Vamos— dice empezando a caminar hacía el salón, suspiro mirando al rededor, los chicos comienzan a perderse entre los salones, y tengo miedo de lo que pasará en el gran salón —Yo te cuido— murmuró Victorio, le miré, pareció leer mis pensamientos. Sonreí, porque sabía que así sería, siempre, aunque ahora me sintiera así de raro.

Entramos, todos los chicos de natación ya estan ahí, también los de la clase de español, incluso Zacharías, quien me mira serio, ¿Tiene algún problema conmigo? Definitivamente se lo preguntaré. Desde hace un mes ha estado actuando extraño.

—Aquí... — dice Victorio, y nos sentamos junto a Elliot, quien tiene a un Iván diciéndole cosas al oído, esto sí que es nuevo. Casi siempre es al revés.

Giro el rostro al ver que algunos chicos lo hacen, y sonrío inconscientemente, ahí viene Arthur, lleva uniforme, y su cabello alborotado, se ve hermoso, parece enojado como siempre, se sienta al final de una fila, junto a algunos chicos quienes susurran pero a él no parece importarle cómo siempre. Mi corazón late rápido y mis manos tiemblan levemente, parece que mi cerebro ha olvidado a la rubia de anoche, o bueno, un poco, muy poco.

—Chalamet— dice Zach sacándome de mi trance, se ha acercado a nuestros asientos para hablarle —¿Quieres sentarte conmigo?

—¿Me está hablando a mí?— pregunta Victorio extrañado.

Un Príncipe De Cuento ©Where stories live. Discover now