Mi estomago rugía, tenía hambre. No podía darle el privilegio a mi cuerpo de cumplir lo que este quería, por cada pensamiento negativo mi estomago rugía con más fuerza haciendo doblar. Estaba sola, todos estaban en clase, podría irme y no volver a este infierno tomando en cuenta todo lo que esto implicaba; a mi madre quizá no le importaría y eso es una gran ventaja.
Anhelo tener un futuro, esforzarme tener mi título encontrar una pareja y como no, formar una familia. Solté un suspiro de esos tan profundos cuando sientes que te falta algo. Mi decisión estaba tomada, ya no tendría futuro; me alentaba pensando en "No serás la única sin estudios" hay miles de personas que dejan la escuela por problemas o demás y lamentablemente ya iba a ser del montón.
¿Qué hago ahora? no lo sé. Debería dejar de seguir desgastando oxigeno y terminar con mi vida, a quien engaño soy demasiado cobarde para al menos intentarlo.
Acariciaba mis pequeñas muñecas que podía rodear con mi mano, tantos pensamientos estaban en mi mente que no me dejaban concentrarme; di pasos torpes moviendo mis estúpidos pies directo a la enfermería, por primera vez iría por mi cuenta.
Los nervios se hicieron evidentes y corrían por todo mi cuerpo, llegue hasta la puerta de la enfermería me quede quieta observandola, negué con la cabeza ¿qué estoy pensando?.
Ya estoy aquí, alce mi mano a la chapa y empezó a rechinar la puerta, ¿debí tocar antes?
-Adelante-escuche una voz femenina que venía de adentro
Entre.
Trague saliva, el cuarto blanco con estampado de colores alrededor y los estantes llenos de medicinas me desagradaba, es ahora cuando me arrepiento de de haber venido.
-¿Estas bien?-dijo la doctora, odio esa pregunta, hace que mi mal humor salga espontáneamente la respuesta siempre es la misma.
-Eso es patético, se supone que si vine a aquí es por-me calle, no diría que estoy mal, nunca lo estoy-Por que estoy aquí -baje mi mirada apenada esperando una respuesta agresiva de parte de la doctora ella no me ha tratado mal, en cambio la costumbre me hace reaccionar de una manera agresiva.
-Eso es normal -repuso-Toma asiento en la camilla-lo dijo tan tranquilamente ignorando por completo mi apariencia
-¿Normal?-entrecerre los ojos, ella dijo ¿normal?-¿Normal?-volví a repetir
-¿Qué hay de raro con que diga normal?- alzó las cejas confundida-Es normal que estés aquí, y lo entiendo no hay nada diferente en ti-su voz era suave, bastante delicada-Disculpame si dije algo que te molesto, esa jamás ha sido mi intención
Ella se disculpo, lo hizo. Creo que ha sido una de las única que lo ha hecho, me quede boquiabierta me subí a la camilla sentándome. No podía decir nada, seguía sorprendida de que alguien me tratase de la forma en que ella lo hacía. El ruido de un carrito de juguete chocando contra la pared cerca a la ventaba donde claramente se veía el cielo nublado me saco del trance.
-Ten más cuidado, Kevin-la doctora regaño a un niño que estaba escondido en la esquina
Con las palmas de sus manos empezó a tocar el piso en busca de su carrito, eso es raro.
-¿Podrias hacerme un favor?-volvio hablar la doctora
Asenti.
-Quería salir al baño, pero no tenía quien cuidara a Kevin, ¿me ayudarías con eso?-sonrió, ¿porque sonríe? ¿confía en mi?- Es un niño especial, no hará mucho desorden.
Gire a verlo y seguía buscando su carrito, yo ya lo había encontrado con la mirada.
-Claro-dije por ultimo y ella apresurando el paso salio de detrás de su escritorio y se fue.
-¿Te ayudo?-hable para darle aquel juguete al pequeño niño que salio de su esquina. No contestó
Llego hasta donde se encontraba su carro, la doctora se estaba tardando bastante. Me propuse hacerle una pregunta a aquel niño indefenso, una de las más estúpidas preguntas que pueden existir.
-¿Soy bonita?-lo dije lo suficiente fuerte para que escuchará, recordando lo que James me había dicho.
-No lo sé -solo dijo, sin voltear a verme
-Podrías solo contestar-quizá era ridículo forzarlo a que me dijera, pero mi baja autoestima era la causante de todo esto.
El silencio se encerraba en el pequeño cuarto, era bastante abrumador.
-Eres como el sol-su voz chillona se hizo notable
-¿Como el sol?-repuse
-Sí, igual que mi mami- se acerco a la ventana donde se veía como las nubes se empezaban a despejar y el sol se hacía notable
-¿Me lo podrías explicar?-la doctora era hermosa, tenia su piel bronceada y ojos miel cristalinos, es joven, él ¿me esta comparando? Porque de ser así esta muy equivocado. No nos parecemos ni tantito
-No las puedo ver-se encorvó tirando su carrito, vi sus ojos borrosos, giro hacía donde me encontraba con la vista perdida como si no estuviese aquí -Pero las puedo sentir-es ciego.
Un nudo se formo en mi garganta ahorcandome por decir aquello, el niñito de no más de cinco años estaba quieto. Me quede callada y él noto.
-¿Aún sigues aquí?...Muchacha-su voz se volvió temblorosa, como si le aterraba la idea de estar solo, extendió sus brazos por enfrente de él tocando lo que estaba a su paso.
-Sí -dije finalmente
Se acerco a la camilla, justo donde estaba sentada; conoce bien este lugar como para haber llegado solo.
-¿Estas enferma?-me toco las manos-Porque yo puedo curarte-me causo una ternura enorme, había olvidado lo que era eso, esa emoción corrió por todo mi cuerpo haciéndome estremecer; me pregunto si mi madre alguna vez siento esto por mi, porque para decir verdad aunque no sea hijo mio, estoy orgullosa de este pequeño, y ahora estoy deseando tener uno.
Lástima que el tiempo es corto y el olvido rápido, dudo mucho que pueda llegar a engendrar a alguien.
-¡QUÉ TE PASO!-gritó lo suficientemente fuerte para sacarme de mis pensamientos y saltar de mi lugar, me estaba inspeccionando las manos y sintió aquellas vendas.
-Nada-contesté como la gran mentirosa que soy
-Si te ha pasado algo malo te recomiendo que te cuides mucho-enumero lo que decia-No juegues muy feo-ese nudo me estaba ahorcando- Quiere a tus amigos-esto último hizo que aquel nudo se desatara y empezará una lluvia en mi cara.
Intentando no sollozar tape mi boca con una de las manos que Kevin no tocaba.
-Gra...cias-chillé
El no pareció notar el cambio en mi voz, limpie mi cara apartando sus pequeñas manos cálidas de mi otra mano.
-Yo quiero ser doctor cuando sea grande-recalcó -Quiero salvar muchas personas-tenia muchos sentimientos encontrados, la ternura de Kevin me hacía estremecerse mucho-También puedo ayudarte a ti.
-¿Ayudarme?-lo dije de sobresalto-Nadie puede ayudarme-le dije.
El se quedo callado, y la doctora entro.
Lo volvió a repetir-¿Estas bien?-en mi cara era notable que había llorado
-Sí -contestó Kevin, esto me hizo sonreír ya que la pregunta era para mi
-Me tengo que ir, lo siento- sentía de todo.
-¿Volveras?-Kevin se apresuró hablar
No, no volvere-pensé
La doctora sonreía bastante contenta al ver a Kevin con sus manitas suplicando que volviera.
-No.
Hizo un puchero, dispuesto a llorar.
