Capítulo 2: "Tu olor".

1.1K 102 15
                                    

  Luego de un viaje de tres horas, Isabel respiró aliviada. Aguantar más de cuatros personas, fue demasiado para mantener su estatus emocional descontrolado por varias horas. Hizo de chofer personal, segura de que el noventa por ciento de las mujeres que asistían al lugar, tenían autos, solo se liberaban del malestar de conducir por un largo tiempo por carreteras desconocidas.

  Frotó sus hombros tensos y se dispuso a explorar con la mirada, el sitio que la acogería, como a otras más, por varios días. Un pequeño hotel, con no más de cincuenta habitaciones, rodeado de árboles, entre ellos frutales, florales, toda una mezcla acogedora de flora y fauna, muy bien seleccionada para impresionar a cualquier ser viviente que lo visitara. Frente a la edificación, un lago abarcaba bastante terreno entre la espesa vegetación, muy gratificante para dejar en él, varias horas de frustración. 

  —Impresionante —dijo alguien a su lado.

  Isabel no se molestó en mirar a quien interrumpió su escrutinio por el área naturalmente verde al que había sido llevada. El olor a tabaco mentolado delató a la persona que rompió su tranquilidad, con pasividad.

  —Mi nombre es Raquel. Un gusto conocerte, Isabel —continúo hablando la desconocida.

  La rubia volteó el rostro, sorprendida de que supiera su nombre. Tropieza con dos pigmentaciones verdes que la miran relucientes, traviesos, atrevidos y burlescos, esta mujer muestra ser capaz de crear huracanes y ella no tiene la menor duda de ello, al sentirse azotada por una de sus ráfagas.

  —¿Cómo es que sabes mi nombre?  

  Los ojos de Isabel recorren el cuerpo completo de la, hasta ahora desconocida. Es alta, atlética, la describiría como una mujer hermosa, si no tuviera dibujado en el rostro, un gesto altanero y arrogante, algo que contradice toda esa esbeltez exquisita que le atrae más de lo que ella acepta.

  —Una de las coordinadoras me lo ha dado. Compartimos habitación —respondió la pelinegra sin ningún tipo de vacilación.

  —¡¿Qué?! Se supone que es todo incluido. ¿Dónde queda la privacidad?

  —En mis manos —susurra Raquel solo para que ellas dos escuchen.

  —¿Qué has dicho? —Isabel no cree, ni acepta el descaro de esta mujer.

  —Que tu privacidad, quedará en mis manos —ratifica Raquel y sonríe para perdición de la rubia.

  —¿Sabes lo que es respeto? —Isabel se aleja un poco.

  —Si. Créeme, estoy haciendo un esfuerzo, sobrenatural, para no faltarte al respeto. Esos labios rosados, deben de tener un sabor exquisito.

  —¿Hasta donde llegará el descaro y la falta de respeto de las personas? Podrías estar equivocada conmigo —Isabel no da crédito al descaro de esta desconocida.

  —Enséñame tu respeto y te mostraré hasta donde es capaz de llegar el mío.

  —Soy heterosexual —la risa amplia y audible de la pelicorta la hace callar, sus pupilas brillan con intensidad y eso desconcierta a la rubia que se ve perdida en ello.

  —Tu cuerpo grita lesbiana por donde lo mires, rubia. Eres una mezcla entre lo sumiso y lo posesivo que causa escalofríos en mi piel. Quiero descubrir como luce la embriagues de tu carne debajo de esa pantaloneta que te queda de infarto.

  Isabel siente que los nervios en su cuerpo empiezan a cobrar vida, mostrándose agresivos y hasta un poco lastimosos. No es capaz de formular palabras. La mujer que tiene en frente la mira con un rigor que le hace temblar las piernas y un poco más allá del interior. El deseo en aquella mirada la sosiega por unos segundos y se permite vacilar el rostro y labios carnosos de aquella tentadora fémina, Raquel se los relame y la rubia se doblega a su voluntad. Llevaba años sin volver a desear una mujer cómo empieza a hacerlo con la que tiene en frente.

  —Mantente alejada de mí —recupera un poco el control y logra susurrar esas palabras.

  —Necesitas sexo, Isabel. Tu amiga ayer lo dejó confirmado.

  —Mantente alejada de mí —repite dudando de su autocontrol. Raquel es la tentación en cuerpo humano, imposible de dejar pasar, y ella, no es tan ciega para darse cuenta de ello.

  —Solo serán cinco días. Nos emborracharemos, fumaremos, lloraremos, bailaremos, hablaremos y por encima de todo, follaremos o haremos el amor, como lo prefieras llamar. Luego, nos despediremos, cada quien tomará su rumbo y continuará con su vida. No es tan complicado si te relajas y te dejas llevar o simplemente conducir.

  Raquel se había acercado a Isabel rompiendo con su espacio personal, sin darle oportunidad de alejarse.

  —Tu olor —la rubia cierra los ojos y libera sus pulmones de todo oxígeno.

  —¿Qué sucede con mi olor? —Raquel la mira fijamente.

  —No me gusta —la pelinegra sonríe.

  —Llevas respirando profundo desde que me acerqué a ti, ayer. Amarás mi olor de una manera que nunca lo podrás olvidar.

  —Me desagrada el tabaco.

  —Algo que tenemos en común, yo lo amo.

  Raquel lleva sus manos a la cintura de la rubia y la atrae a ella con posesión y seguridad. Sus labios casi se rozan, se conocen. Isabel se descoloca y trata de alejarse, pero es en vano. Juraría que si no son interrumpidas, ella misma hubiera quebrado el pequeño espacio que las separaba.

  —Chicas, ¿todo bien?

  —Perfectamente —responde la pelinegra que no hace ningún movimiento para soltar a la rubia.

  —Ya veo que se conocen. Esta es su llave. Espero que lo disfruten. Pórtense bien.

Intensidad.Where stories live. Discover now