Capítulo 7: A punto de...

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Se separaron lento de ese dulce beso. En ambos se podía apreciar un discreto brillito en su mirada, mientras sus mejillas estaban ligeramente sonrosadas. El más alto susurró su nombre en su oído antes de volver a besar sus labios.

     —E-espera, estamos en la calle—susurró, el mayor hizo un puchero.

     —¡Ay, Vegeta! —el menor sintió gracia al ver ese gesto—. ¿Aceptarías ir a cenar conmigo?

     —Me gustaría, pero no puedo. Tengo que ir a casa y cuidar de Tarble… Pero si quieres podemos ir a mi hogar y te cocino algo—sugirió con cierta pena por rechazarlo.

     —Está bien, pero con dos condiciones.

     —¿Cuáles?

     —Que esta vez sí me dejes ayudarte.

     —Está bien, Kakarotto. Dejaré que me ayudes a preparar la cena. ¿Cuál es la segunda condición?

     —Que me des otro beso—le dijo con ternura.

     El más bajo sonrió ante la pequeña petición. Pasó sus manos alrededor de su cuello, y el más alto lo abrazó por la cintura. Unieron sus labios en un beso, que a los pocos segundos se volvió más apasionado. Goku, con su lengua, delineó la comisura de los labios del otro. Vegeta entendió, así que abrió un poco la boca, permitiéndole el paso. Empezaron a jugar con sus lenguas en un pequeño intercambio del sabor de su saliva.

     Se separaron por la falta de oxígeno, dejando un hilito de saliva que todavía conectaba sus labios. El menor desvió la mirada, apenado ante la sonrisa animada el más alto.

      Pidieron un taxi, el cual los llevó a la empresa. Subieron hasta la oficina de Goku, el mayor iba muy entusiasmado, sin darse cuenta de la mirada confundida del menor. El alto se acercó a un cuadro de la pared, lo quitó y así Vegeta notó que había una caja fuerte oculta.

     —¿Qué haces, Kakarotto?

     —Guardaré una copia del archivo de la anulación del contrato que tenías—respondió, guardando las hojas en un folder, claro que entregándole una al Saiyan para que él pudiera conservarla.

     —¿Y por qué?

     —Porque…—dijo mientras volvía a colocar el cuadro—. Sé qué tipo de personas es ese tal Broly. Estoy seguro de que intentará cualquier cosa con tal de que vuelvas a ese lugar. Así que podríamos llamar a la policía, en un caso así, y mostrarle la papelería. Así no habría excusas.

     —Entiendo… ¿Kakarotto?

     —¿Qué pasa, Vegeta?

     —No sé cómo pagarte todo esto—el otro lo miró con confusión—. Es mucho lo que hiciste, y no sé si quieras que…

     —¿Piensas que te pediré corresponder a todo, sólo por eso?

     —Es que…

     —Vegeta, sé que tal vez parezca demasiado. Pero de verdad lo hice de corazón. No sólo porque quería que fueras mi pareja, sino porque desde hace mucho te considero mi amigo—se recargó contra el escritorio—. No te sientas culpable, ni en deuda. De verdad.

     —Aun así, te juro que te pagaré todo y…

     —Si, si, si, si—se acercó y empezó a empujarlo a la salida—. ¡Vayamos a comer algo!

     Sonrió al notar su entusiasmo, así que cedió ante sus pequeños empujoncitos. Sólo escuchaba cómo el Son estaba hablando sobre que sería delicioso comer filete de pescado y que podían ir a comprar antes de ir a casa, además de que sería rápido cocinarlo. Fueron al supermercado, para poder llevar todo lo necesario para preparar una rica y variada cena.

      —¿A Tarble le gustan las manzanas? ¿O prefieres que lleve otra fruta? —el Saiyan, que terminaba de colocar el paquete de pescado en el carrito, lo miró.

     —Sí le gustan—vio al más alto acercándose al área de cereales, mirando emocionado una caja que prometía un regalo sorpresa dentro—. No parece el jefe de una empresa.

     —¿Nos vamos? —preguntó con una sonrisa, la cual fue correspondida al instante.

      Tras pagar, el mayor condujo hasta su departamento. Subieron, llenando el ascensor con risas debido a las bromas del más alto. El menor abrió con sus llaves, encontrándose con la peliazul en la sala mirando la televisión.

     —Vegeta, ¡hola! —saludó ella dándose cuenta de su presencia.

     —Hola, Bulma. ¿Dónde está Tarble?

     —Se quedó dormido mientras coloreaba, pero ya lo llevé a su habitación. No te preocupes, sí cenó bien.

     —Gracias por todo.

     —Vegeta, llevaré todo a la cocina. Disculpa, ¿te gustaría cenar con nosotros?

      —¿Eh? —se ruborizó—. N-no, gracias. Está bien, ya cené—respondió con una risita nerviosa. El alto fue a la cocina, mientras ella se acercaba más al de cabellera en punta.

     —¿Estás segura de que no quieres un bocadillo?

     —Segura—sonrió—. Te veo un poco más feliz, Vegeta. ¿Pasó algo bueno?

     —Pues…—dirigió su mirada hacia la puerta de la cocina—. Algo así.

     —¿Están saliendo? —él asintió

      —Sí.

      —Vegeta…—le tomó las manos—. Me siento muy feliz por ti—lo abrazó—. Me da mucho gusto verte así. Desde que conseguiste el nuevo empleo te veo siempre alegre, tan animado. Extrañaba verte sonreír…—el Saiyan correspondió, abrazando la cintura de la peliazul.

      —Gracias por todo—ella se separó—. Descansa.

     —Que tengan linda noche—terminó de despedirse, la acompañó a la puerta y, tan solo se perdió en el pasillo, cerró y fue a la cocina, donde el mayor ya había comenzado cortando verduras.

     —¿La convenciste de acompañarnos?

      —Prefirió ir a casa. De todos modos, ya es algo tarde—el otro comprendió—. Hazme un lugar—pidió. Goku se hizo a un lado para que el Saiyan se acomodara con él y así continuaron con las labores culinarias.

      Cenaron, llenando la cocina de risas y una conversación amena, donde pudieron compartir más cosas de ellos mismos para poder conocerse todavía más. Al terminar y que limpiaran la cocina, se dirigieron a la habitación del de cabellera en forma de flama, para evitar que los ruidos en la sala pudieran despertar al infante.

     —Sí que me asusté cuando llegamos con Broly…—murmuró, sentándose en la orilla de la cama y tocando su hombro. El estrés de todo el día, sumado con la preocupación que nació en aquel local lo tenía bastante rígido.

     —Sí, al menos ya se acabó todo…—mencionó, sentándose un poco detrás de él para colocar sus manos en su cuello, dándole un pequeño masaje desde la espalda en la parte alta—. Sí que estás tenso—comentó con una risita.

     Vegeta dejó caer su cabeza hacia atrás, permitiendo que continuara con aquel ligero masaje que conseguía relajarlo. Recibió un besito en el hombro, así que volteó girando su cabeza. Notó que Goku se acercó su rostro, para poder unir sus labios en un cálido y dulce beso que fue rápidamente fue correspondido.

      Aquellas manos fueron a su cintura, mientras el menor se giraba para permitirse profundizar ese beso.

Odio mi empleo... pero lo necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora