⁴ | 𝓛𝓵𝓸𝓻𝓪𝓻

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Pero apesar de todo, Jaider se vio incapaz de enojarse y soltó una profunda carcajada.

¡Quién lo viera!

El mismo joven que se arrastró hacia el en medio de la nieve, el sujeto de aspecto lamentable como un perro abandonado que apesar del dolor de caminar por la nieve sin la vestimenta adecuada alzaba por sobre su cabeza la declaración de rendición.

Negocio su vida a cambio de la paz.

Quizás sus hombres podrían haberlo matado de un flechazo ahí mismo, pero algo le decía a Jaider que Lelio incluso agonizando permanecería firme.

Que triste.

En esos momentos, el emperador se vio capaz de confirmar la veracidad del dicho de que de persona malvadas nacen personas admirables. Ya que por mucho rechazo que sienta hacia el contrario por la basura que tenía por padre no podía negar que él era todo lo que un pueblo e imperio esperaba de un príncipe.

Noble, inteligente, firme y con nervios de acero.

Era aún más triste saber que sus hijos jamás llegarían a ese nivel, pero decidió no amargarse por eso y levantó la copa con una amplia sonrisa.

" Entonces debo agradecer a mi gente, ya que me evitaron el disgusto de oír como su lengua suelta palabras tan mordazes como las que escribre príncipe "

Ver como el rostro de Lelio temblaba debido a los esfuerzos de este por mantener una expresión neutral motivaron a Jaider.

¿Cuanto tardaría en romper la barrera de acero del príncipe?

En lo profundo de su pecho se encontraba el deseo de ver la verdadera cara del príncipe y dedujo que era algo natural. Teniendo en cuenta que el joven era dueño de una belleza que al mismo tiempo que despertaba sentimientos de anhelo; despertaba emociones destructivas.

Dejó su copa a un lado y admiro como está nuevamente era llenada.

" Acerquen la silla del príncipe. De otra forma no podremos llegar al grano como él tanto quiere "

Lelio contó del uno al veinte para mantener la cabeza fría. De forma lenta se puso de pie y permitió que los sirvientes tomarán su silla y la ubicarán en el lado lateral de la mesa; haciendo que su estómago se contraiga disgustado ante la idea de seguir aquella cena estando prácticamente al lado del emperador.

Su voluntad flaqueó por un momento, pero junto fuerzas y manteniendo de forma disimulada la mano sobre la mesa para sostenerse, comenzó a acercarse.

La mirada de Jaider estaba fija en él, el príncipe fue capaz de notar como aprovechaba que ahora estaba de pie para analizar cada detalle de su cuerpo.

Las damas no se molestaron en ocultar las vendas que cubrían su cuello, ya que dedujeron que esto podría sofocar a Lelio. Así que la delicada camisa que usaba y que era unida en la parte superior del torso por unos hilos dejaba parte de su pecho vendado al descubierto.

La idea de que el vendaje cubriera su piel e impidiera que la particular mirada del monarca vea más de lo debido lo tranquilizaba.

Pero la desagradable sensación de ser observado no abandonó su cuerpo en ningún momento.

Cuando llegó a su lugar tenía al emperador a tan solo dos pasos. Realizó una corta reverencia y volvió a tomar asiento.

Noto como el cuchillo que había usado anteriormente había desaparecido. Pero al ver la mirada nerviosa de los sirvientes dedujo que ellos lo habían sacado.

' ¿Acaso temen que intente matar al emperador? '

Apenas podía mantenerse de pie por si mismo y podría apreciar a simple vista los firmes músculos que recorrían el cuerpo de Jaider atraves del traje a medida que utilizaba. Sus manos también eran grandes y pesadas, así que de un manotazo podría noquear a Lelio en su situación actual.

El amado concubino de Secramise [ Las joyas de la princesa ]Where stories live. Discover now