—Claro que si Elizabeth. Solo le recomiendo que se mantenga en reposo, descanse y tome a tiempo las pastillas que le voy a indicar junto con las vitaminas y los calmantes— Me advirtió el doctor.
Yo asentí y eso fue solo el principio. Me quedé otro buen rato en ese hospital y en el camino a casa mi mamá no dejaba de regañarme porque según ella yo no como bien y por eso me enfermé.
Lo que ella no sabe es que en el camino yo solo podía pensar en el, preocupándose por mi. ¿Es normal pensar en una sola persona las veinticuatro horas del día? Eso da miedo.
Pero el hecho es que me siento tan agotada que lo primero que hice fue tirarme a la cama. Rayos... por fin... mi cama.
Di un pequeño salto del susto que sufrí cuando mi celular empezó a recibir muchísimas notificaciones. Lo levanté y sonreí cuando vi los mensajes de mis amigos y compañeros de clases, realmente preocupados.
Pero hubo uno que aceleró mi corazón y me emocionó tanto que quise chillar. El mensaje de mi crush.
Jughead🏈 Betty, por Dios, estás viva Te desmayaste en el aula No sabes el susto que nos diste ¿Que es lo que tienes?
Betty👱🏻♀️ Anemia, eso me dijeron 🤦🏼♀️ Pero estoy bien🙂agotada, pero bien
Jughead🏈 Bueno... entonces descansa Betty Sabes que si aún no estás del todo bien no tienes que venir a clases verdad?
Betty👱🏻♀️ Esta bien 😊entiendo
Jughead🏈 Bueno... descansa y espero que te sientas mejor 😊
Betty👱🏻♀️ Gracias 😊❤️
Fin del chat
Yo deje mi celular a un lado en la cama y suspiré con una sonrisa. El de verdad se había preocupado por mi. Eso podría significar varias cosas.
O nuestra amistad estaba siendo muy fuerte o yo también le gusto y él tiene miedo de expresarse. Bueno... la segunda es demasiado buena para ser verdad.
Pensando en todo esto, empecé a cerrar los ojos y a entrar en el mundo de los sueños.
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Al día siguiente fui a la universidad, como correspondía. Yo ya me siento mucho mejor y no hay excusa para quedarse en casa.
Además... hay alguien a quien deseo ver aunque yo no lo quiera aceptar.
Llegue a la universidad y caminé por los pasillos en busca de mis amigos y no vi a nadie.
A nadie excepto a él. Ese hermoso chico alto y pelinegro que estaba apoyado sobre la puerta del aula. Cuando me vio, sonrió, corrió hacia mi y me abrazó como nunca lo había hecho antes.
—Oh Betty... no tienes idea del susto por el que pasamos— Confesó, separándose del abrazo y mirándome con una sonrisa. —Además... no quiero que te pase nada sin antes confesarte algo—
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