CUANDO LLAMES

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La nieve se había vuelto a acumular en las orillas de la acera pintando el paisaje de blanco. Eran las siete treinta y cinco de la mañana según el reloj de su móvil. Jiang Cheng metió las manos en los bolsillos de su pantalón en un intento de calentar sus heladas manos y respiró profundamente el aire frío del ambiente.

Lan Zhan por su parte miró detenidamente la espalda del adolescente, pues éste caminaba tres pasos delante suyo; su postura al andar lucía hermosa, tenía la gracia felina de un gato, orgullosa y elegante, no obstante…¿Había bajado de peso? El uniforme parecía quedarle un poco holgado e incluso su rostro estaba más fino que antes.

Le preocupaba.

Además, Jiang Cheng tenía pequeños círculos negros bajo sus ojos, como si no hubiera dormido bien los últimos días.


Ese gato abusaba de sus siete vidas como si no le importará morir, probablemente así era.

Pero no quería pensar de ese modo, no le ayudaba de nada ser pesimista sobre las posibilidades del futuro.

Una fría ventisca acarició sus mejillas, su mirada dorada cayó inevitablemente sobre las manos del joven de ojos azul purpúreo que ahora soplaba su aliento cálido en ellas.
Con destreza, deslizó su mano sobre la del adolescente.

Jiang Cheng respingó en su sitio y lo miró con los ojos abiertos de par en par, devolvió el agarre y la palma de su mano se calentó de inmediato. Sus orejas ardieron y sus mejillas se sonrojaron ligeramente.

Moriría de la felicidad.

El tiempo corrió más lento y deseó con toda su alma que ese momento durara para siempre.

Nunca sospechó a qué grado Lan Zhan se metería en su corazón, y si lo hubiera sabido lo habría buscado mucho antes para amarlo más tiempo.

El cielo era injusto.

No sólo lo condenó a una vida corta, sino que además le escribió en su destino enamorarse justo cuando su tiempo estaba por agotarse. Sin embargo, estaría dispuesto a entregar toda la buena suerte y felicidad de su siguiente vida por volverlo a ver en un mundo donde el reloj no marcase sus días anunciando inminentemente su muerte.

Un mundo donde no fuera un gato callejero herido.

Si era él, aún si su rostro era diferente o los recuerdos de su última vida se hubiesen borrado, le querría desde el fondo de su alma.

Porque nunca podría encontrar a otra persona como él en el mundo.

~*~

El timbre resonó en todo el recinto cuando abrió la puerta del aula y veinte pares oculares repararon en su presencia. Prefirió ignorar las mirada desconcertadas y tomar asiento en su pupitre.
Claramente pudo notar su aturdimiento al verlo ahí.

Incluso él estaba sorprendido.

¿Acaso eso tenía sentido? No era como si la escuela le importara mucho.

Pero, de algún modo, lo últimos meses siempre estaba ahí.

Su vida era un caos, y la mayor parte de sus acciones eran meras actuaciones. Una respuesta casi mecánica que había programado.

Sin embargo, ahí estaba, rompiendo todos sus esquemas.

Admitía que se debía a ese joven de apacible mirada dorada.

Sí, el amor era una cosa aterradora. Nublaba los sentidos como si fuera una especie de anestesia.

Sabía que no podía amar a Lan Zhan, no cuando un día se marcharía y lo dejaría atrás, sin embargo sentía que era imposible no hacerlo.

~*~

Lan Zhan apresuró el paso por los pasillos casi chocando con otros alumnos, sonrió ligeramente cuando vislumbró la puerta de la biblioteca.

Giró el pomo.

La deslumbrante figura de Jiang Cheng lo recibió recargado en la ventana con una pose despreocupada y los ojos entrecerrados, como un gato perezoso tomado una siesta al amanecer bajo los primeros rayos solares.

Sus ojos brillaron.

Era increíble cómo la silueta de ese adolescente podía ser tan atrayente estando simplemente ahí apoyado sin hacer nada.

– Viniste – Jiang Cheng abrió sus ojos azul purpúreo mirándolo fijamente con una sonrisa en los labios.

– Mmn, siempre iré cuando llames– afirmó.

Jiang Cheng se enderezó para avanzar. Su mirada se desenfocó brevemente y sintió que la sangre se iba a sus pies, en sus oídos se instaló un zumbido infernal que le pulsó en el interior del cráneo, sus huesos dolieron como si se los estuvieran triturando uno por uno. Un sudor frío perló su frente y buscó desesperadamente su mochila, su garganta se sintió seca y sus piernas tambaleantes.

Qué... impotencia.

Se mordió la mejilla para no gritar y la sangre llenó su paladar. Su expresión era cada vez más adolorida.

Intentó avanzar.

Tropezó.

Mierda, Lan Zhan lo vería así.

Cuando pensó que caería, unos brazos fuertes  lo tomaron.

– ¡A-Cheng! – exclamó sosteniéndolo.

– A-….Zhan– pronunció con dificultad.

– ¿Dónde está?– cuestionó cargándolo en vilo, dio zancadas grandes para depositar su cuerpo en una mesa – ¿Dónde está tu medicina? – casi gritó jalando la mochila del joven con agitación.

– E-e…en… de…den…tro– su cuerpo se arqueó y retorció.

Apuntó con esfuerzo un pequeño frasco que rodaba solitario entre los libros y Lan Zhan ágilmente se movió hasta la sala de descanso por algo de agua y volvió a su lado. Pasó su brazo por detrás de la espalda del adolescente que aún se movía para retenerlo; le agarró firmemente la quijada apretada para que pudiera tomar correctamente la medicina.

Jiang Cheng cerró fuertemente los ojos esperando a que él medicamento hiciera efecto.

Nunca quiso que él viera ese lado suyo.

Tan débil e indefenso.

Lan Zhan lo abrazó con fuerza conteniendo sus espasmos.

Luego de unos minutos,  todo se tranquilizó.

Jiang Cheng dejó de luchar y él apoyó su cara en la cabeza del muchacho. Se aferró con más fuerza a ese delicado cuerpo aletargado aspirando el aroma de su piel. Memorizando la fragancia natural del joven que ahora reposaba entre sus brazos.

¿Cómo sería capaz de soltarlo cuando ese momento llegara? ¿Cómo podría decirle adiós? ¿Cómo le haría para aceptar que no lo vería más?  Si en ese instante no se sentía capaz de dejarlo.

Irremediablemente él iría cuando lo llamara.

______________________________________Gracias por leer!😊❤️
Les quiero 🥰

STRAY CAT Where stories live. Discover now