Capítulo 1

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— ¿Por qué hoy hay tanta conmoción, Uraume? — le preguntaste a la persona que se encontraba parada detrás de ti mientras estaban desayunando.

Te encontrabas desayunando en el jardín de la propiedad de tu esposo. Elegiste este sitio ya que el día estaba soleado a diferencia de ayer. El sol te saludó y envolvió tu cuerpo con una rica calidez. Sus rayos iluminaban las flores del jardín de manera hermosa y piensas que jamás te cansarías de esta preciosa vista.

— Por favor, siéntate, no te quedes de pie — le dijiste antes de que pudiera responder a tu pregunta anterior. Hizo lo que le ordenaste, y una vez que se sentó, con tus manos señalaste la comida haciéndole una invitación indirecta a que coma contigo.

Sonrió levemente como agradecimiento y procedió a tomar unas panecillos que fue rellenando con distintas cosas.

— Encontraron una mujer a unos metros del templo — explicó la conmoción que han tenido los sirvientes toda esta mañana — Ella estaba muy herida.

— Ya veo... — hablaste de manera pensativa — ¿Qué sucedió con ella?

— Decidieron traerla al templo.

Casi escupes tu comida después de escuchar aquella respuesta.

— ¿Mi esposo lo autorizó? — por un momento te arrepentiste de hacer esa tonta pregunta, tu esposo ha estado fuera hace dos días, por lo que es imposible que sepa que han dejado entrar a una desconocida. Aunque si lo supiera, dudas mucho de que tu esposo deje entrar a una forastera de dudosa procedencia. Siempre está controlando quien entra y sale de su hogar tratando de evitar cualquier amenaza.

En el momento en el que Uraume negó con su cabeza, rápidamente te pusiste de pies y comenzaste a caminar. Uraume te imitó y pronto su figura se aproximó a la tuya.

— ¿Cómo es que dejan entrar a una extraña sin mi aprobación? — hablaste con reproche — Llevame hacia donde está ella.

Uraume apresuró sus pasos, quedando delante de ti y luego te guió hacía aquella habitación que rara vez era usada. Abrió las puertas para ti y ni siquiera te diste tiempo para agradecerle, porque lo único que querías era ver a la extraña mujer.

Cuando entraste, te encontraste a dos mujeres atendiendo sus heridas, limpiandolas y desinfectadolas. No podías oír quejidos de la mujer, y cuando te acercaste confirmaste que estaba dormida o lo más probable es que se encontraba inconsciente.

Las dos mujeres dejaron de atenderla y luego se pararon delante de ti. Ambas miraron hacia el suelo esperando cualquier consecuencia después de traer a alguien sin la autorización de los jefes de hogar.

— ¿Dónde la encontraron? — preguntaste con autoridad a pesar de que no querías sonar tan dura.

— Estábamos recolectando frutas cuando la encontramos herida entre medio de unos árboles — respondió una de ellas.

Asentiste con comprensión. El templo de tu esposo estaba en medio de un bosque. Y el lugar en donde se recolectan frutas no queda tan lejos. No sabes cómo esa mujer pudo llegar hasta ahí en esa condición.

— ¿Estaba inconsciente cuando la encontraron? — nuevamente preguntaste.

— No... — respondió la misma chica de antes — Ella dijo que estaba huyendo de alguien, y luego comenzó a delirar pidiéndonos ayuda. Nos asustamos, no sabíamos que hacer y decidimos traerla.

— Disculpenos, señora — se disculpó la contraria cuando la otra terminó de hablar.

Analizaste la situación, mirando a la mujer herida y luego a las sirvientas.

WINTER | Sukuna x Lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora