Capítulo 1: "Reunión".

2.5K 119 12
                                    

—¿Se puede saber ha donde me piensas mandar, Mónica?

—A un lugar encantador. Para que te relajes, que lo necesitas con urgencia. Es en el campo y no estarás sola, si es lo que estás pensando.

—No estoy pensando nada, aún.

—Entonces quita esa cara de agobio. Esto lo hago para que reflexiones, en contacto directo con la naturaleza y dejes de gastar dinero en clases de yoga, las cuales, por lo que veo no te están ayudando nada. Además, es un sitio de encuentros, convivencias, charlas productivas y mucha diversión.

—No necesito nada de eso y lo sabes bien.

—Necesitas desconectar, Isabel. Allí tendrás todo a disposición y solo serán cinco días, aprovéchalo al máximo, que barato no es. Podrás relacionarte, socializar con las demás personas que asistirán, créeme amiga, te hace falta.

—En que lio me has metido, mujer. Llevo más de dos años que no hago vida social con nadie y no deseo que eso cambie aún.

—Por eso mismo lo hice. Me lo agradecerás en un futuro. Desde la muerte de Juliana desapareció la Isabel enigmática y positiva que siempre salía a relucir en ti. Te refugiaste en el dolor y la angustia de la soledad, apartando todo y casi a todos de tu lado y creo que ha pasado tiempo suficiente. Ha llegado el momento de salir de esa burbuja de sufrimiento. Es hora de intentarlo y este viaje es ideal para ello, cariño.

Isabel deja caer los brazos sobre la encimera de la cocina y suspira con resignación. Lleva el vaso de agua que bebe hasta su boca y observa a su amiga, la única persona que se quedó a su lado en su hundimiento frente al dolor que le causó la pérdida de su esposa. Mónica la había sostenido y hasta había resbalado en poco con ella en su deslizamiento hacia tristeza. Juliana se fue súbitamente, arrasando con todo, sin dejar siquiera el egoísmo para sobrevivir y poder continuar. En toda la oscuridad que la rodeaba, Mónica siempre fue su punto de luz, su meta de retorno, su realidad más segura.

—Esta tarde se reunirán todas las que participarán.

—¿Esta tarde? ¿Todas, has dicho? ¿Me estás diciendo que me vas a enviar a un sitio, todo incluido, donde solo asistirán mujeres?

—Si —Isabel se carcajea.

—Mónica, ¿sabes lo ridículo que es, tratar de emparejarme con alguien?

—A esas reuniones van personas de todo tipo, personas que necesitan experimentar cosas nuevas, como tú. ¿O prefieres estar rodeada por hombres?

—Con soportar a los pedantes del trabajo, suficiente. ¿Dónde será la reunión?

—En el parque central, para que no haya impedimentos, ni desubicadas a última hora. Un gran número ha confirmado su presencia, entre ellas tú —Isabel niega con la cabeza—. Iré contigo.

—Así te aseguras de que no salga corriendo.

—Exactamente, cariño.

Isabel aparcó el coche en los alrededores del parque, reía por las ocurrencias de su amiga. Cuando se lo proponía, Mónica podía llegar a ser muy entretenida y ella amaba esa parte animada de su compañera. Observó mientras se acercaban, a un grupo de mujeres que se saludaban eufóricamente. Unas con más confianzas, otras más cohibidas a la hora de entablar algún tipo de diálogo que les hiciera más relajado su primer encuentro. La rubia saluda como está acostumbrada a hacerlo, con altura y profesionalidad, su trabajo así lo exige. Muchas le sonríen y hasta llegan a interactuar algunas palabras con ella, otras solo se limitan a saludar.

Isabel se pregunta que le ofrecerán esos cinco días distanciada de todo lo que ha implementado como rutina. Observa detenidamente a cada una de las féminas y sonríe internamente.

—Pero que ...

Sus palabras quedan estancadas al percibir que la recién llegada, quien la empujó, continuó como si no hubiese pasado nada y siquiera se disculpó. Mira como su cabello negro corto sobre sus hombros pide disculpa por su dueña.
—Petulante, engreída —susurra para ella.

Pone sus ojos en Mónica y sonríe con sinceridad al ver la energía positiva de su amiga al hablar con una de las coordinadoras del evento, Eda que tantas veces le ayudó a dar pasos y salir hacia adelante.

—Me acabas de mandar a un lugar donde irán personas que podrían convertirme en asesina —dice mirando a la pelinegra que saluda a una de las integrantes.

—No digas tonterías, Isabel. La pasarás genial, ya me contarás.

Isabel busca con la mirada a la mujer que la empujó, esta se había movido de sitio. La encuentra cerca, pero no integrada al grupo. Apostaría que a través de esos lentes oscuros que le impiden ver sus ojos, la está mirando, la sonrisa burlesca en sus carnosos labios le confirman este hecho. La rubia suspira, lo menos que quiere es otra enemiga más, suficiente con la familia de Juliana, que dos años después, aun la culpan de lo sucedido.

—Isabel —la voz de Mónica hace que aparte la mirada de esa desconocida—, en tu coche pueden ir cinco.

—Ahora también es de caridad —protesta la rubia, conducir con otras personas a su lado siempre la pone nerviosa, pero no queda de otra que ofrecer un acto de humanidad.

—Te hace falta urgentemente una buena dosis de sexo —Isabel la fulmina con la mirada, varias mujeres de las que la rodean ríen.

Alguien carraspea a su lado, el perfume ligeramente dulce mezclado con el olor a cigarro, la aturden unos segundos. La rubia voltea el rostro y choca con la silueta alta de la pelinegra que sonríe con suficiencia. Reacciona y pone distancia entre ellas, ¿en qué momento se acercó tanto? Si estaba en la otra esquina.

—Somos un grupo de quince mujeres. Partiremos mañana a primeras horas del día. Con ayuda de las que poseen coche, trasladaremos a las que no tienen. Espero hayan leído todo lo que incluye este viaje, lo que se debe o no hacer. Demás está mencionar que somos adultas, cada una es responsable de sus actos. Solo exigimos respeto, ante todo. Muchas gracias, nos vemos aquí mismo a las 6 am.

Isabel siente que se marea. Si continúa oliendo el olor a tabaco mezclado con el perfume, se desmayará. Trata de alejarse, pero le es imposible, Mónica la tiene agarrada del brazo y no tiene intención de soltarla. La respiración detrás de su espalda es cada vez más pesada y pausada, como si estuviera olfateando su olor y saboreándolo a la vez, se estremece solo de pensar que pueda ser ambas cosas.

—Un consejo —dice María, una de las coordinadoras—. Lleven solo lo necesario, es todo incluido. Disfruten al máximo y esperamos que sea un viaje positivo, que genere nuevas vibras en sus cuerpos y mentes.

Isabel se despide y da un paso hacia atrás, error. Su espalda choca un alguien y da un respingo al sentir las manos de esta persona en su cintura con un agarre posesivo.

—Deberías tener cuidado, nunca se sabe la reacción que pueda tener la persona con la que tropiezas —se va a voltear a replicarle, pero el aire caliente detrás de su oreja la deja congelada en su lugar, hasta que la presencia de Mónica rompe con la tensión que se había establecido en su cuerpo.

La desconocida pasa por su lado y la observa de reojo.

—¿Quién se ha creído que es?

Primer capítulo de esta corta historia. Espero la disfruten.
Como siempre digo, vota, comenta, comparte solo si les nace. Muchas gracias.

Intensidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora