Soy el Rey (Good Omens)

Soy el rey

Shera dibujaba mientras esperaba la hora de la cena. Esa era una noche importante y si todo salía bien dejarían de llamarlo Shera y lo empezarían a llamar Aziraphale. Temía mucho la reacción de su madre y sus hermanos mayores, ¿qué pensarían acerca de el? ¿Lo apoyarían? ¿Cómo afectaría esto a su vida escolar? Estaba por empezar la preparatoria y seguro la mayoría se confundiría bastante. Su mente empezó a divagar mucho más y el trazo de su dibujo se volvía grueso y descuidado, no se dio cuenta de esto hasta que el grito de su hermano Gabriel lo hizo despertar. Ya era hora de cenar. Bajo las escaleras con cuidado y al llegar al comedor se le formo un nudo en el estomago. ''Es ahora o nunca'' pensó justo a mitad de la comida.

- Familia - llamo con delicadeza, recibiendo la mirada de sus tres hermanos y su madre - Tengo algo importante que decir.

- ¿Qué pasa dulzura? - la mirada cariñosa de su madre logro calmarlo un poco, así que decidió seguir.

- Lo que voy a decir es algo bastante... Revelador. Es algo que descubrí hace muchos, muchos años, pero que no quería decirles por miedo, porque sentía que si se los decía dejarían de quererme y me mirarían como si fuera un bicho raro - Las lagrimas empezaron a salir de sus ojos preocupando a todos los presentes. - ¿Me prometen que no dejará de quererme a pesar de lo que les diga?

- Cariño, jamás dejare de amarte - su madre le sonrío con calidez.

- No digas esas cosas hermanita. - Gabriel le sonrío - Somos tus hermanos y jamás dejaremos de quererte, Shera.

- No soy tu hermanita, ni tampoco me llamo Shera - la cara del ojimorado denotaba confusión - Soy tu hermano y me llamo Aziraphale ¡Soy un chico, soy un chico!

El único ruido que se escuchaba eran los hipidos del peliblanco. De pronto su mamá se levanto de su silla y se acercó a el, listo para todo cerro los ojitos con fuerza. Unos brazos cálidos rodearon su cuerpo, luego se unieron otros tres pares más. Su familia lo abrazaba con cariño.

- Lo siento si en algún momento te hice sentir que no podías contarme algo así - dijo posando sus manos en el rostro del ojiazul - Te amo mucho, hijo mío.

Y así, Aziraphale se dio cuenta de que su viaje comenzaba y gracias al cielo contaba con el apoyo de su familia.

(...)

- ¿Estas listo Aziraphale? - las manos de su hermana Michel cubrían sus ojos y la emoción desbordaba su voz.

- Estoy seguro de que te encantará esto - hablo esta vez Uriel.

- Sí estoy listo. ¿Ya puedo ver? - cuando recupero la vista pudo ver una hoja y una bolsa - ¿Qué son?

- Mira la hoja y luego abre la bolsa.

El peliblanco tomo la hoja. Era una lista escolar, su nombre en el tercer lugar de la lista lo hizo sonreír '' ̶S̶h̶e̶r̶a̶ Aziraphale Az. Fell''. La bolsa tenia nada más y nada menos que el uniforme masculino de la preparatoria. No pudo evitar llorar de la felicidad al ver aquello, quizás parecía algo pequeño y bobo, pero para el eran las más grandes muestras de afecto.

- Hablamos con el director - Gabriel sonrío - Accedió a que usarás el baño de hombres y a que llevarás el uniforme con el que te sentías cómoda- Cómodo, perdón debí decir cómodo. Me estoy acostumbrando todavía.

El más pequeño solo le sonrío, entendía que su familia cometería algunos errores durante las primeras semanas o los primeros dos meses, así que solo debía tener paciencia y comprender. De igual manera tenia bastantes cosas para pensar. Sus hermanas y su madre describían la preparatoria como algo mágico, donde conseguías grandes amigos y conocías a tu primer amor. Eso sonaba bastante cliché para el, como si estuviera leyendo una clásica comedia romántica heterosexual, donde los protagonistas se conocen al chocar en los pasillos, sus manos se tocan y los ojos de la chica brillan como estrellas, totalmente convencida de que acaba de conocer al amor de su vida. No eran más que tonterías, el amor no era así.