—Te invito a pasar el kok'ta en la tribu de solteros —le dijo al ver que Laibell comenzaba a caminar para irse.

¿Qué acababa de decir?

—Te he juzgado mal, creí que no podrías lidiar con la isla, pero me equivoqué. Creo que eres una mujer fuerte, hermosa —pronunció acercándose a ella—. Muy hermosa.

—¿Q-Qué demonios te pasa, Irat'keli?

Sonrió de lado al ver el nerviosismo en ella, y ronroneó ronco. Al final, abajo de esa imagen ruda que Laibell mostraba, seguía siendo la misma hembra insegura y débil de siempre.

Jamás había estado con un macho, y la cercanía de cualquiera de ellos, la ponía nerviosa. Más aún, si mostraban un interés físico en ella.

—Hay tanto que tú no conoces, Laibell. Y yo podría enseñarte —sonrió, hablando en un tono grave, ronco—. Es más, ni siquiera debemos pasar el kok'ta con los demás. Lo podemos hacer más privado, íntimo —pronunció bajo, acercándose más a ella, que estaba aturdida, sin moverse—. Solos tú y yo.

—Laibell.

Al escuchar la voz seria de Moses, volvió en sí rápidamente y tomó distancia de Irat'keli.

—¿Qué necesitas? —le preguntó a Irat'keli, apretando los puños.

El castaño lo observó y sonrió divertido, negando con la cabeza.

—Contigo nada, sólo estaba hablando con mi compañera. Y Laibell, espero tú repuesta —sonrió, antes de irse.

Moses se acercó a ella y la tomó del rostro.

—¿Qué pasó? ¿Qué te dijo? ¿Te hizo algo?

—N-No, sólo me estaba... Molestando.

—¿Segura? —le preguntó acariciándole las mejillas, mirándola a los ojos.

Laibell asintió con la cabeza, y Moses sonrió suavemente, antes de darle un beso corto en la frente, y luego otro en la punta de la nariz.

—De acuerdo.

—¿Y de dónde saliste tú?

—Te dije que estaría siempre cerca, para ayudarte, protegerte.

La castaña sonrió al escuchar aquello, y le dió un corto abrazo. No le gustaba mostrarse cariñosa en público.

—Gracias.

—Estoy a tu disposición —sonrió.

Si algo tenía Moses, además de sus habilidades como oficial, de lucha, entre otras, era un oído muy agudo... Y había escuchado perfectamente la conversación que Irat'keli y Laibell habían tenido.

Y ahora podría ir tranquilamente a "hablar" con la basura esa ¿Pero de qué serviría? Si él ni siquiera estaba seguro ahora de lo que sentía Laibell. ¿Por qué se había puesto tan nerviosa con la cercanía de Irat'keli?

Tal vez, y aunque no quisiera aceptarlo, ella había tenido sentimientos por él, y es por eso que sus palabras tanto le habían afectado.

—¿Puedo ir a tu casa esta tarde?

—Sí —pronunció confundida—. ¿Por qué me lo preguntas?

—Quiero prepararte algo —sonrió.

Se pondría en contacto con una eritmatita, ella tenía las hierbas necesarias para saber que sentía realmente Laibell por Irat'keli.

La observó irse, y luego de unos segundos pensándolo, negó aquella idea. No sería justo, ni correcto, averiguar aquello de ese modo. Se suponía que la confianza era la base de todo, ella tendría que ser sincera con él, y decirle la verdad.

***

Sintió la mano de él sobre su vientre, acariciándolo suavemente, mientras ronroneaba con los ojos cerrados. Ambos estaban acostados en la cama, descanso un poco, mientras sus hijos dormían.

—Brad.

—Lo siento ¿Te molesta?

—No, no es como si odiase al bebé —sonrió—. Sólo que me toma por sopresa tu reacción.

—Kira, yo siempre soñé con una familia numerosa. Sabes que soy hijo único, no tuve hermanos, y la idea de tener más de un hijo, me llena de ilusión.

—Ahora tendremos tres.

—En unas semanas será el kok'ta, ya quiero pasarlo los cinco juntos con las demás familias. Y adornar con muchas flores y colores tu pancita.

—Eres un cursi —sonrió dándole un suave beso en el cuello.

—No, yo creo que estoy en una especie de sueño maravilloso, del que espero no despertar. Mi vida a tu lado fue lo que siempre anhelé.

—Y aquí me quedaré —le dijo en un tono suave, acariciándole la espalda, cerrando los ojos.

Su madre le había dicho alguna vez, que las parejas funcionaban cuando el hombre quería más a la mujer, y Bradek la amaba.

...

Próximo último capítulo.

Princesa de Eritma Where stories live. Discover now