XXXI

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Le alegraba enormemente el avance que estaba obteniendo día a día con la fisioterapeuta. Haber estado esos meses en coma, la habían debilitado, y ahora poco a poco comenzaba a caminar normalmente. Tenía que volver a recuperar fuerzas en sus brazos y piernas.

Llevaba dos semanas ya, y sentía que podía caminar por sí sola, sin la vigilancia ni la ayuda de nadie. Y todo parecía marchar bien, a excepción de Noaelí, no sabía nada de él desde que habían hablado aquella vez.

Lo había llamado varias veces después, pero él simplemente no había querido responderle.

—Yo no quiero sonar mala madre, pero no esperaba a ninguno de los dos cuando tuve sexo con ellos. Y sí, fuimos muy irresponsables los tres, debo quitarle algo de culpa a tu padre niña porque era virgen, pero tu padre niño, si sabía muy bien lo que hacíamos —le habló a su panza, mientras comía una manzana, sentada en frente de la ventana de su habitación—. Los querré a ambos del mismo modo, pero si tengo que ser sincera con ustedes, sus padres no significa lo mismo para mí.

Suspiró y observó la ciudad a través de la ventana... Ahora que estaba despierta, Bradek no se llevaría al bebé, sabía que Noaelí tampoco se llevaría a la niña, por lo que ella tendría que cuidar sola a ambos niños. Su mamá estaría en todo momento ayudándola, y sabía que Bradek también podría estar presente, pero... Le parecía una locura lo que estaba ocurriendo.

Escuchó que alguien golpeaba la puerta y sin girarse, le dijo que podía pasar. Y cuando ésta se abrió, se giró rápidamente, al sentir aquel aroma.

—Hola, lamento-

—¡Noa! —exclamó caminando hacia él, abrazándolo sin dejarlo hablar—. Creí que no volvería a verte, que no querías verme, ni tener ningún tipo de contacto conmigo. Gracias por estar aquí.

—Araza ¿Tú recuerdas lo que ocurrió? —le preguntó sin corresponder a su abrazo.

La castaña se separó de él y asintió con la cabeza, antes de tomarlo con ambas manos del rostro.

—Lamento mucho todo lo que te hice sufrir,  Noa. Todo lo malo que-

—No, Ara, yo lamento-

—Déjame hablar a mi —le dijo interrumpiéndolo—. Escúchame primero, y luego hablas ¿Sí? Mi padre siempre fue un hombre muy ambicioso, despiadado, egoísta, que lo único que quería era dinero y poder, dos cosas que consiguió a cambio de acciones terribles. Y yo... Lamentablemente fui cómplice de él, porque yo intenté ayudarlo con lo que tenía planeado para la isla.

—Lo sé, él lo confesó, y tu amigo también lo hizo.

—Yo me acerqué a ti porque tú ibas a ser el líder, pero mis sentimientos no fueron fingidos.

—Sé sincera una vez en la vida —le pidió en un tono bajo.

—Estoy siendo sincera, Noaelí. Tú me gustas mucho, y cuando esa estúpida de Zany se te tiraba encima, se ponía de pesada contigo, sólo quería... Asesinarla —masculló—. Pero obviamente no podía hacerlo. Hice estupideces cuando me fui molesta de Kanat'ma a la Isla Helada, o Haslowe como se llama ahora. Y creo que en realidad estaba pasando por una especie de celo. Según mis médicos, pudo haber sido por el estrés diario al que estaba sometida, y eso me causó un desequilibrio hormonal. Con resultado visibles —sonrió levemente, apoyando una de sus manos en su abultado vientre.

—Yo jamás te hubiese hecho daño, Kirash, no tengo recuerdos claros de esa noche, pero sé que fui el culpable, que pude asesinarte.

—Estabas enfermo, supe que no eras tú cuando comenzaste a delirar, preguntándome qué le había puesto al té de la noche anterior, cuando lo único que habíamos bebido, había sido refresco de naranja. ¿Quién diablos iba a beber té con casi cuarenta grados?

—Tuve muchas ganas de quitarme la vida —le confesó en un tono quebrado—. Pero soy tan cobarde, siempre lo he sido, que no pude hacerlo.

—Todo esto es mi culpa, y yo estoy tan arrepentida —le dijo abrazándolo nuevamente—. Arruiné tu vida, tú tenías una vida feliz antes de conocerme, y yo la volví un infierno. No me va a alcanzar la mía para pedirte perdón, Noaelí, pero te juro por nuestra bebé que estoy arrepentida.

El castaño cerró los ojos y la abrazó, sintiendo como las lágrimas mojaban su rostro, llorando en silencio.

—Tendremos una bebé —susurró Araza acariciándole el cabello, la espalda—. La niña es nuestra, pero sé que tú no buscabas esto, Noa. Quiero que sepas que te libero de tu paternidad, y quiero que vivas tu vida como mejor puedas y quieras. Que hagas todas las cosas que te gustarían cumplir. Yo te juro que no volveré a meterme en tu camino.

—¿Cómo harás para cuidar a dos bebés sola?

Araza se mordió el labio inferior, intentando contener las lágrimas. En verdad, había esperado que el dijera que quería a la bebé, pero lo entendía.

—M-Mamá me ayudará, tú no te preocupes por nada —le dijo secándose las lágrimas con una mano, sin dejar de abrazarlo, antes de alejarse un poco de él, y sonreír—. Estaremos bien.

—¿Qué hay del padre del niño?

—Ahora que desperté, Bradek no se lo llevará, pero estará aquí conmigo cuando lo necesite, y obviamente también vendrá a ver al bebé.

Noaelí asintió con la cabeza, antes de mirarle la panza.

—¿Quiere tocarla?

—No —susurró, desviando la mirada—. Yo compré las cosas para ambos, están todas en tu casa. Consérvalas por favor.

—Claro —sonrió, sintiendo que sus ojos volvían a cristalizarse—. G-Gracias.

—No me lo agradezcas... Creo que pasaré un tiempo en la tribu del Este, necesito alejarme de todo esto. O tal vez, podría irme al asentamiento central, allí vive mi tía.

—Sí, suena fantástico. Te hará bien alejarte de toda esta mierda y... Y empezar de nuevo —sonrió.

—Sí, vendré a despedirme. Cuídate mucho, Kirash.

—Tú también, Noa.

El muchacho asintió con la cabeza, y cuando cerró la puerta, Araza se llevó una mano a la boca, sollozando. Sí, todo era su culpa, había sido sincera en todo momento, y no por eso dolía menos.

—L-Lo siento, niña —sollozó llevando una mano a su vientre, caminando hasta la camilla—. Prometo q-que a ti te haré m-muy feliz.

...

Princesa de Eritma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora