XII

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Sólo se había demorado veinte minutos en dejar a Zany en el hospital y regresar a su departamento, pero Kirash ya no estaba, se había ido. La había llamado por teléfono en ese mismo momento, para intentar disculparse con ella por haberla dejado sola, pero nunca le había contestado.

Había ido incluso a su casa, con temor a que ella lo echara, pero tampoco estaba allí, y no tenía idea donde la jovencita podía haberse ido.

Y ahora, que ya había amanecido, que había ido nuevamente hasta su casa, sabía que Araza se había ido... Había dejado Kanat'ma.

Estaba molesta también con él, y hasta la entendía en cierto punto. Se suponía que ambos iban a pasar una noche agradable, la había estado esperando por más de una semana para volver a verla, y al final, Zany había arruinado todo.

—Hola ma, viajaré esta tarde a Eritma, voy a estar fuera de mis funciones unos días —habló, enviándole un audio a Kumi, antes de continuar guardando algo de ropa en un bolso.

Sólo esperaba que Kirash quisiera recibirlo, y sobre todo, escucharlo.

***

—¡Moses! —gritó corriendo hacia él, antes de saltar y que el muchacho la tomara.

Rio divertida y lo abrazó con ambas piernas por la cintura de él, dándole varios besos cortos en el cuello.

—¡Te extrañé!

—Kira, estás demasiado cariñosa ¿No lo crees? —sonrió confundido, cargándola con un brazo, mientras con el otro tomaba la valija de ella.

—Sí ¿Sabes por qué? Estoy muy caliente —ronroneó, frotando su rostro contra el pecho de él—. ¿No quieres ayudarme?

—No —rio, caminando con ella fuera del aeropuerto.

—¿Por qué no, Moses? —pronunció haciendo un mohín—. ¿No quieres darme un poco de amor?

—Yo te amo, mi amor, pero como mi hermana.

—Dah, eso es aburrido. Yo creo que la pasaríamos muy bien juntos —susurró pasando sus manos por el pecho de él, antes de pasar ambos brazos por detrás de el cuello del rubio, y pasar sus manos por su ancha espalda.

—Seguramente, pero te veo como mi hermanita —sonrió—. Lo que no entiendo es por qué estás de este modo, tú no entras en celo a menos que estés en el kok'ta.

—Que malo eres.

—Sólo te estoy cuidando.

Llegaron hasta el estacionamiento, y Kirash se negó a soltarlo, mirándolo a los ojos.

—¿Tú sabes que mi padre te quiere de yerno?

—Por supuesto que lo sé, siempre que puede me lo recuerda.

—¿Te parezco fea?

—No, mi amor, creo que eres la princesa más hermosa de todo Kanat'ma.

—Mm, ¿Entonces? ¿Ya tienes pareja?

—No —rio—. ¿Quieres entrar?

—No hasta que me digas porqué no quieres follarme. Y la excusa de la "hermanita" no cuenta.

—Bien, te diré la verdad.

—Okay —sonrió mirándolo a los ojos, observando ese hermoso color azul de iris que poseía.

—Kirash, te conozco de toda la vida, conozco a tu padre desde que nací, prácticamente nos criamos juntos. Entonces, yo no quiero perder el vínculo que existe entre nosotros, porque somos familia, no de sangre, pero lo somos. Y si nosotros quisiéramos intentar algo, y luego no funcionase, sería perderlo todo. ¿Entiendes?

—Sí, pero entonces podemos tener sexo sin ser nada.

—Eso sería así si no nos conociéramos de bebé —rio—. Ahora deja esas locas ideas de lado, y sube al auto.

—Eres aburrido, Moses —bufó, bajándose de sus brazos para subir al auto.

El muchacho la observó y sonrió, negando con la cabeza... Kirash había sido su primer amor, pero no rompería el vínculo que existía entre ellos.

***


—¿Qué estás buscando aquí? —preguntó serio Lashel.

—Señor, disculpe, no lo había visto —sonrió Noaelí, poniéndose de pie.

Había llegado temprano a Eritma, y se había ido directamente a la casa de Araza, con la esperanza de poder encontrarla. Pero ya habían pasado ocho horas desde entonces, y la jovencita no había llegado nunca a su casa.

—Usted es el padre de Araza ¿Verdad?

—Sí, aún no respondes que estás haciendo aquí.

—Estoy esperando a Araza, quería hablar con ella, pero no está en su casa.

—No, porque ella ya no vive aquí.

—¿No? ¿Y usted podría decirme dónde encontrarla? En verdad a mi me gustaría hablar con ella.

—Mi hija ya no vive en Kanat'ma, se marchó de esta maldita isla que lo único que le provocan son problemas. Siempre le dijimos con su madre que aquí no hallaría nada bueno, pero ella insistía e insistía en venir.

—De eso me gustaría hablar con ella. Yo lamento mucho las discusiones y disgustos que se ha llevado por Zany. Ella-

—Tú no tienes que disculparte por el comportamiento erróneo de la hija de Zato, ella es la que tiene que venir aquí a pedir perdón.

—Lo sé, y ella lo hará, cuando se mejore.

—Sí, lo sé, ya he hablado con su padre —pronunció indiferente.

—¿Podría decirme cómo comunicarme con Araza? Aunque sea por teléfono, no le llegan mis mensajes ni llamadas.

—Noaelí ¿Verdad? Déjame decirte algo —le dijo acercándose a él—. Si una persona te elimina, no quiere recibir tus mensajes ni llamadas, es una clara señal de que no te quiere en su vida. Si ella se fue de aquí, sin decirte a dónde, es porque no quiere ningún tipo de contacto contigo.

—E-Ella quizás se fue molesta conmigo, y es por eso que necesito comunicarme con Araza, para poder disculparme y explicarle que fue lo que pasó.

—A mi hija no le interesas, y a mis tierras tampoco. Mis enemigos, son los enemigos de Eritma y la Isla Helada, y tú realmente no me caes bien. Así que mejor vete de aquí, regresa a tus tierras, y continúa con tu vida como mejor te salga.

—Yo no he hecho nada malo, señor. Siempre he intentando evitar las discusiones y diferencias, incluso de apoyar los pedidos de Kirash, no entiendo porque... Porque usted me mira con tanto desprecio.

—Es simple, detesto a las larvas —sonrió—. Detesto a los tipos débiles, patéticos, flojos, sin carácter, sin huevos. ¿Te suena? ¿Te resulta conocido?

Noaelí lo observó a los ojos, y luego asintió con la cabeza. Claro, lo entendía, él no era suficiente para su hija.

...

Princesa de Eritma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora